Capítulo 1: Una chica extraña

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El sol ya habia salido, en pleno verano podian sentirse sus efectos durante mañana dando una sensacion cálida y agradable. Bajo ese hermoso y despejado cielo diurno, había un valle cubierto de verde pasto y frondosos árboles y en el centro del valle habia una pequeña aldea. Pese a que la luz matinal ya alumbraba todo el lugar, las calles aun lucían desiertas, nadie aun empezaba su dia. En una casa a las afueras de la aldea se abrió una puerta, del umbral salió una chica de pequeña complexion, era muy delgada y de piel palida, su cabello era negro y lo tenia hasta media espalda recogido en una sencilla coleta. Sus ojos eran grandes, expresivos y ese color violeta en ellos los hacia lucir realmente hermosos y brillantes. Pero Kuchiki Rukia no podia hacer lucir su rostro mas bello por la ausencia de una sonrisa real. Sabía que iniciaba un nuevo dia en la aldea haciendo exactamente lo mismo de siempre con las mismas personas de siempre. Suspiró pesadamente.

—Al mal paso, darle prisa—dijo con resignación—Regreso en un rato—anunció en el interior de la vivienda.

—Si, ve con cuidado—le respondió la voz de un hombre.

Ella cerró la puerta tras de si y empezó a caminar. Disfrutaba ese momento del día, podia concentrarse y recordar las bellas historias de los libros que leia. Pensar en los lugares que le gustaria visitar pero que no podria. A veces era bueno estar sola un rato. Suspiró nuevamente y miró el reloj de la iglesia, un minuto para las 8 de la mañana, su momento de quietud se terminaria muy pronto, sera mejor prepararse piscologicamente para lo que viene. Entonces, el reloj movió su manecilla y con ellos las campanas empezaron a sonar.

—Buenos dias—saludaban todos en la aldea en un gesto prácticamente mecánico. Rukia caminaba entre los aldeanos contestando el saludo.

—Mira, ahi va la hija del relojero—dijo una de las aldeanas al ver caminar a la chica, Rukia rodó los ojos con fastidio—se la pasa leyendo, ¿Porque una mujer querría pasarse el día leyendo?

Rukia se dirigió a donde el panadero, ese era el cuento de todos los dias, ansiaba llegar a tomar un libro del Sr. Ukitake y poder escapar de ahi en cuanto antes.

—Buenos dias—la saludó el panadero Komamura, era un hombre rubio y de gran tamaño, pero de gran corazón, era de las pocas personas que no cuestionaba la personalidad de Rukia.

—Buenos dias—respondió la morena con una sonrisa amable.

—La primera pieza de pan del dia—dijo Komamura extendiendo la charola a su cliente habitual—que la disfrutes.

—Muchas gracias, nos vemos mas tarde—dijo Rukia mientras le pagaba y guardaba el pan en su canasta, dio la vuelta y se encontró con otro hombre grande, era el señor Kenpachi Zaraki, era un hombre duro y gruñón, pero una buena persona al fin y al cabo. Llevaba una camisa blanca con un chaleco un poco raido sobre ella, sus pantalones negros tenían unas costuras sueltas y sus zapatos se notaban al descuidados, cualquiera diría que es por que su dueño es una persona descuidada, pero la realidad es que el señor Zaraki no podia contenerse ante la frustración y destruia alguna cosas a su paso—Ah… buenos dias, señor Zaraki.

—Buenos dias, Rukia—respondió el hombre en un gruñido, rascaba su cabeza con confusion.

—¿Otra vez olvidó algo?—preguntó la morena algo nerviosa, esa era la pregunta de todos los dias.

—Si, pero como de costumbre no se que es… ¡No sé!—Zaraki gritó con frustración y levantó una caja de un pobre vendedor que pasaba por ahí.

—¡Ah! ¡Espere! ¡Espere!—Rukia lo detuvo antes de que lanzara la caja a un hombre comprando pan, el que afortunadamente, ignoraba lo que podria haberle sucedido—Baje eso… tranquilo, respire—dijo Rukia con lentitud y el hombre obedeció, dios 3 grandes bucanadas de aire y dejandolo salir en un fuerte “Fuuuuu”—No se preocupe, ya encontrará lo que perdió.

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