Capítulo 03

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Delhy Lugo

A

la mañana siguiente, me despierto tarde, me quedo viendo el techo mientras que mentalmente organizo mi día. Al mismo tiempo, recuerdo que el bastardo de Mario no contestó mi segunda llamada de ayer para pedirle más datos de la gala. Maldita sea, ahora soy yo quien quiere saber cuándo será el evento, pero no le voy a hablar, no quiero que piense que estoy interesada en él. «Ja, qué equivocado estás, Arizmendi, sigue soñando». Tengo que dejarle bien claro que una cosa es que hablemos y llevemos una relación cordial y otra muy diferente es que olvide lo cabrones que fueron conmigo; eso lo debo de tener siempre presente, porque no son gente de confianza. Ese acontecimiento que viví jamás lo perdonaré, por más buenas intenciones que según él tenían, pudieron haber hecho las cosas diferentes, debieron hablar conmigo, con fotos en mano desde el principio y otra cosa hubiera sido. No soy una tonta y no me como el drama, todo eso es una mentira, solo una estrategia para envolverme. Estos malditos lo tienen que haber planeado todo.

Salgo de mi habitación y no hay rastros de Luz, supongo que hoy le tocó entrar más temprano. Veo el reloj de pared y me retracto, soy yo la que cada día me levanto más tarde. Sigo caminando hasta que llego a la cocina y miro una nota en el refrigerador.

"Nos vemos en la noche, tenemos que planear una cita en el spa."

Luz

Me sirvo cereal y empiezo a desayunar mientras me pierdo husmeando en el Facebook por un largo rato. Cuando me doy cuenta estoy de vuelta en la recámara sin nada qué hacer, ahora me arrepiento de no ir a dejar personalmente las aplicaciones de trabajo, podría ser otra manera de matar el óseo. Enciendo mi computadora y actualizo mi currículum. El tiempo se me va llenando varias solicitudes por Internet y mandando la información necesaria para conseguir un nuevo empleo.

Estoy sumergida en el último cuestionario cuando suena mi teléfono, veo el nombre del desaparecido, lo dejo sonar dos veces más, y contesto.

—¿Bueno?

—Hola, tía. ¿Cómo estás? —Un relajado hombre me contesta.

—Bien, bien. Aquí, buscando trabajo. —cuando suelto sin meditar mi contestación sincera me golpeo mentalmente en la cabeza, pues ya sé que vendrá a continuación, y no quiero que piense que lo dije para que siga intentando convencerme con la proposición de empleo que sé muy bien que no aceptaré.

—Ya te dije que aceptaras llevar mi agenda, señorita Lugo. — dice serio, sonando honesto.

Nos quedamos callados y en ese momento me vuelvo completamente loca. Sé que es una locura, lo sé y lo acepto. No debo de aceptar su oferta, pero estoy tan harta de seguir lo que siempre pienso que es lo correcto, o lo que esperan los demás que haga. ¿Por qué no, por primera vez, no seguir lo que sé que no debería? Quizá eso es lo que necesito, tomar decisiones contradictorias al razonamiento humano.

Quiero darle la vuelta a la tortilla esta vez, invertir los papeles, ser la vil y despiadada de la historia, la que tenga el poder en sus manos, la que diga la última palabra. Pienso que, de alguna u otra manera, tengo que forjar a mi mujer interior, esa que anhela ser cruel y peligrosa, esa que nunca he logrado ser. Y qué mejor que tener a Mario a mi lado, convirtiéndose en mi herramienta fundamental para llevar a cabo mi malévolo plan, transformándose en mi primera presa.

—Vale. —contesto sin pensarlo dos veces.

—¿Me estás tomando el pelo? —Me pregunta sorprendido—. Ayer me marcaste y me dijiste que irías a la gala conmigo, que de hecho, tía, todavía no me lo creo. ¿Y ahora aceptas el trabajo? —cuestiona claramente sorprendido.

—¡Uy! ¿Quién te entiende? Siempre me molestas porque no tomo decisiones espontáneas, que soy una mojigata. Vamos, señor, "Soy todo aventurero y extremista", enséñame a ser despiadada y ruin, como tú. —Bromeo inexplicablemente relajada.

—Necesito verte, para creer esto. —coquetea.

—¡Ja! Ni lo sueñes, Arizmendi. Escúchame bien, acepto trabajar contigo, no obstante, empiezo pasando el evento. Nos vemos hasta el día de la gala, pero para eso necesito lugar y fecha y no precisamente saliendo de tu boca. Quiero mi invitación, que llegue a mi casa a nombre de la señorita Delhy Lugo, ya después yo arreglaré todo y te avisaré a dónde vas a mandar a tu chófer a recogerme. Mi asistencia, mis reglas, mis condiciones, ¿entendido? —hablo sin titubear, firme, poniendo las cartas y mis peticiones en la mesa desde ahorita.

—¡Coño! ¡He creado un monstruo! —se mofa encantado.

—Uno que deseas, admítelo. —No sé de dónde diablos me sale esta valentía y este descaro que me rodea.

—Sin duda alguna. —confiesa sin vergüenza.

Después de unos minutos termino la llamada, esperando con ansias el día en que llegue a mi puerta la dichosa invitación, mientras tanto estaré preparándome para verlos a todos de frente, sin vacilar y segura de mí misma, como una verdadera Diosa. Si me han deseado desde el primer instante de aquella noche en que me conocieron, esta vez quedarán súbitamente conmocionados con la mujer que entrará por esa puerta, la cual tanto quieren conocer.

Haré que se pierdan uno a uno entre ellos usando mis mejores armas: mi sensualidad y belleza. Consiguiendo que su anhelo por poseerme y hacerme suya sea su peor consejero, descuidando todo a su paso. Así, uno por uno, irán cayendo a mis pies, hasta llegar a mi propósito principal, que es tener a mi merced a mi gran hombre poderoso e inalcanzable, el senador Santiago Moya comiendo de mi mano.

Qué Será de Nosotros Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora