Capitulo 5.- Casa nueva

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Llegamos a la calle de la casa después de unos 30 minutos en el coche con el chófer.

- 38 elefantes se balanceaban, por una tela de una araña. Como veían que no se caía, fueron a llamar a otro elefante.- Cantaba por milésima vez Ken

- ¡Joder Ken! ¡Cállate o te juro que te dejo sin descendencia!- le grite mientras le daba un golpe fuerte en el hombro.

Ken rió nervioso mientras se frotaba la parte afectada. Cuando iba a decir algo, Kel abrió la boca.

- Te has equivocado Ken. La canción queda mejor si dices- se aclaró la garganta preparándose para cantar- 39 elefantes se balanceaban por una tela de araña. Como veían que no se caían fueron a llamar a la gorda Kaaaansasss.- que acaba de cantar. Kel siguió diciendo- Y así seguro que se rompe ya la jodida tela de araña- concluyó con una sonrisa inocente en su rostro.

Vale. Está muerto.

Todos mis hermanos en el coche, pusieron la vista en mi.
Sonreí de manera inocente

- Kelton...- le llamé por su nombre completo. Él dejó de sonreír y se puso nervioso, supongo que por la sonrisa de mafiosa que tengo que tener ahora mismo.

- Estás muerto chaval.- susurró Kyle desde la parte delantera del coche, más fuerte de lo que quería.

Miré a Kel de nuevo a los ojos. Justo en ese momento el coche aparcó enfrente de una casa que supongo que será la nuestra.

- ¡CORRE AHORA QUE PUEDES PEDAZO DE MIERDA SECA!- le grite mientras salía del coche por la puerta derecha, a la vez que él salía por la puerta izquierda.

Él empezó a correr todo lo rápido que podía, pero yo soy la más rápida de los hermanos Cox. De esta no se escapa.

Corrí detrás de él hasta que solo había un metro entre nosotros, por lo que salté cayendo, literalmente, encima de él y tirándolo al suelo.
Kel estaba con la cara pegada al césped, mientras yo me encontraba a orcadas de el, con mi culo en su espalda y las rodillas cada una a un costado de su cuerpo.

- ¡Matalo, Kansas!- me gritó Kel desde la ventana del coche.

Me giré para ver a mis otros dos hermanos y me encontré a Kyle grabando.

Solté una carcajada. Lo más seguro es que lo suba a YouTube, así que lance un beso a la cámara y puse i mejor sonrisa, provocando que mis hermanos rieran.

Volví a mirar a Kel y le hice una llave que me enseñó mi padre cuando era pequeña. Puse su brazo izquierdo y su brazo derecho encima de la espalda cruzados, haciendo presión hacia abajo. Cuando ya no podía más, Kel pegó un gritito de dolor, lo que nos causó gracia a los de más...

- Kel...- le dije aún encima de él- ¿sigues pensando que estoy gorda?- le pregunte y con una ceja alzada.

- Para nada hermanita. Pienso que estás más buena que la Nutella.- me contestó con una carita de niño bueno.

Solté una carcajada de la situación. Así éramos nosotros. Y por eso me encantaban mis estupidos hermanos.

Me levanté del césped sacudiendo mis rodillas para tenderle una mano a Kel ayudándolo a levantarse. El cogió impulso y se levantó poniéndose a mi lado.
Cuando levantamos la cabeza para mirar a la casa de enfrente, nos quedamos con la boca abierta.

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