Capítulo 4. Cría cuervos y te sacarán los ojos.

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—Vida, tienes que detener esto, ya ha sido suficiente— exigió Médico, quien observaba impotente hacia el centro de la ciudadela de la Cornucopia, donde una gran multitud de sirvientes se había reunido, junto con todos los dioses de Ithis. Dos Aves sostenían con firmeza a la diosa irritada, y aunque esta intentaba liberarse, el poder que el príncipe les había otorgado a sus fieles pajes era suficiente para retenerla. El Benefactor permanecía sentado sobre una enramada llena de flores que simulaban una silla. A su derecha, Amor observaba la escena con lágrimas en los ojos y con los dedos enguantados descansando sutilmente sobre los labios; a su izquierda, Muerte mantenía los ojos fijos en el mismo punto que Médico, luciendo una expresión perpetuamente serena, la cual le caracterizaba. Los ojos de Vida no le dedicaron una mirada a la diosa que le gritaba tan cerca, estaba concentrado en el siguiente golpe que daría Marshall, mismo que esperaba agitado a que Sabiduría se levantara.


—¡Vida! ¡Ya es suficiente maldita sea! ¡Somos los dioses de Ithis! Nuestra obligación es promover la paz, la armonía entre todos los seres existentes, ¿acaso esto te parece un ejemplo a seguir? ¡¿Me estas ignorando?! ¡Somos dioses, no bárbaros! — replicó Médico nuevamente, pero estaba exhausta, por lo que se rindió poco a poco, dejando que su peso descansara en las manos de los Aves.


Ferguson se frotó la nariz tan fuerte, que la sangre que le escurría entre los dedos le mancho el rostro, dándole un aspecto feroz y un tanto desagradable. El no usaba los vendajes que Locura siempre portaba para ocultar las cicatrices de su rostro. No, Marshall jamás ocultaría una herida de guerra. Ahora usaba con orgullo el nuevo cuerpo en el que moraba, y al cual le estuvo dando "mantenimiento" los meses que fueron necesarios para llegar al punto de ser declarado el nuevo dios de la Locura. Pero nada de eso le importaba. Su pecho se elevaba brevemente en cada bocanada de aire que requería, y sus ojos azul y negro parecían estallar en una llamarada marina cada vez que se encontraba con la mirada del maltrecho sabio.


Sabiduría por fin se puso de pie por enésima ocasión. Sus rodillas temblaban violentamente en ese punto, tenía un brazo roto, mismo que sostenía con la mano derecha a fin de evitar que se moviera demasiado y así lograr que el dolor fuera menor. Apenas se contaban un par de horas desde que retiraron la guadaña de Muerte, permitiendo que Marshall se regenerara. Trasladaron al caído al consultorio de Médico, pero en el momento que el albino reaccionó (para alivio de todos) este se puso en pie de un salto y atestó el primer golpe en contra del dios rubio, llevándolo al exterior rápidamente. Ante todos comenzó a gritar las verdades que se le revelaron en el sueño de muerte que Memento Mori  le regaló durante breves minutos, sorprendiendo a todos los asistentes del coliseo que ahora los rodeaban. En un principio los dioses trataron de intervenir, pero los ojos de Vida no eran engañables. Cuando los presentes se percataron de que el pequeño creador se ponía cómodo, supieron en silencio que debían limitarse a observar.


—¡Todo este tiempo estuviste engañándolos, hijo de puta!— exclamó Ferguson con tanta rabia, que su voz se distorsionaba y se le asomaban un par de colmillos entre los labios. Era peligroso que el nuevo dios de la demencia hiciera despertar sus poderes en medio de semejante multitud, y aunque Muerte de vez en cuando veía de reojo al príncipe, no lograba encontrar en él la mínima intención de evitar cualquier consecuencia que arrastrara las acciones de Marshall. Los ojos del pequeño creador reflejaban una decepción absoluta, y por primera vez en billones de años, el recolector de almas conocería una cara que no conocía de su pareja: el rostro de Vida siendo juez.

DOPPELGÄNGER (Locura x Sabiduría +AU humano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora