Capítulo 2: Recuerdos.

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Niall


— Hijo, ¿puedo pasar? — Mi madre llevaba un rato fuera de mi cuarto, pero no conteste. — ¿Te encuentras bien? — La puerta se abrió lentamente y yo me tape con las cobijas hasta la cara.

Camino lentamente hasta mi cama y se sentó a la orilla de ella para quitarme poco a poco las cobijas haciéndome verla. Podía ver el amor en su mirada, tenía una sonrisa en su rostro que podía hacer que me sintiera bien, aunque sólo fuera por un momento.

— Harry se acaba de ir, se veía preocupado por ti. — Comenzó a pasar una de sus manos por mi cabello. — ¿Qué fue lo que pasó ayer en el muelle? — Me removí incómodo de mi lugar y le di la espalda.

— No quiero hablar de eso.

— Sabes que puedes confiar en mí, verdad. — Acariciaba mi espalda en espera de una respuesta de mi parte.

— Quiero estar sólo mamá.

— Esta bien Niall, si así lo quieres. — Se levantó de la cama. — Pero no hagas otro desorden como el de anoche. — Sin responderle nada, ella camino hasta la entrada de mi habitación y salió por ella, cerrando la puerta al salir.

Me gire para ver el estado en el que se encontraba mi habitación. Había unas manchas de sangre en la pared debido a los múltiples golpes que di en ella con mis puños, portarretratos quebrados y vidrios esparcidos por todo el suelo, todo estaba fuera de lugar y de no ser porque mi padre me detuvo, tal vez seguiría golpeando la pared con mis últimas fuerzas.

Mis nudillos dolían y la sangre seca sobre ellos se sentía muy incómoda, pero no quería salir de la habitación para ir a lavarme. La noche anterior de manera inconsciente llegue al lugar exacto del accidente, mi mente no dejaba de recrear una y otra vez el momento del choque, era una verdadera tortura ver la cara de miedo de Louis. Todo me hacía pensar que debí haber sido yo y no él, más de una persona lo extrañaba y sus hermanos menores debían llorarle a diario. Él tenía todo un futuro por delante y a mí se me fue la vida esa noche, mi padre no dejaba de repetir que yo lo había matado y los que alguna vez fueron mis amigos ahora me veían con decepción.

Me levanté de mi cama y caminé hasta la puerta, puse mi mano sobre la manija para abrirla lentamente, pero hasta mover los dedos era doloroso en esos momentos. Salí de mi habitación y unos murmullos que venían desde la planta baja llegaron hasta mis oídos.

— Debes dejar de ser tan duro con nuestro hijo. — La voz de mi madre era demandante.

— No tengo otra forma de tratar a una persona como él.

— Así Bob y qué es él, sólo es un muchacho que perdió a su mejor amigo.

— Él lo mató, el juez declaró desde el principio que fue homicidio involuntario en primer grado, pero la corte dio un fallo y fue allí cuando culparon al chofer del camión.

— Si hubo un fallo tiene que haber una sola razón.

— Si la hay, yo pague para que dieran ese fallo.

Esas palabras me dejaron claro que había escuchado más de lo que debía, caminé hasta el baño casi sin hacer ruido y comencé a lavar mis manos. Sentía mis manos literalmente manchadas de sangre, pero saber que en realidad yo era el culpable de la muerte de mi mejor amigo y que la corte lo había declarado así, terminó por acabar con mis ganas de vivir. El jabón causaba un enorme ardor en mis manos, pero ese dolor no se compraba en nada al que está sintiendo en mi interior. Esa maldita noche a mí no me paso nada, gracias a que Louis me puso el cinturón de seguridad a la fuerza a pesar del sin fin de veces que lo empujé lejos para que no lo hiciera, él estaba preocupado por mi vida y yo terminé con la suya.

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