Parte 1: Inocente invitación

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Notas Iniciales:

¡Hola a todos de nuevo! Después de un largo tiempo de inactividad, les comparto a ustedes una nueva historia que a algunos ya les había adelantado, pero con un ligero cambio. Este será un short-fic de 3 partes donde incursiono por primera vez al sombrío, sucio y pecaminoso mundo de los lemon (niños, no lean esto), no sé qué tan bueno o malo sea en esto, pero bueno, ustedes serán quienes lo juzguen.

La historia se sitúa en cierto momento clave de la película, relatando lo que hicieron Judy y Nick antes de la conferencia de prensa. Si bien trato de respetar lo mejor posible el canon de la película, el fic será un especie de "¿Qué pasaría si...?" estos dos tuvieron más acercamiento (emocional y físico, muy físico) previo a la parte más sobresaliente de la cinta. Así que las únicas advertencias que les puedo hacer respecto a la historia es que si no son fanáticos del contenido erótico, se abstengan de seguir leyendo; así como saber como termina la historia.

Sin aburrirlos más, los dejo con la primera parte de este fanfic titulado: En una noche púrpura.

Parte 1: Inocente invitación

En el piso 7 de un humilde edificio conocido como el Gran Pangolín, una coneja y un zorro subían las interminables escaleras de la construcción. Los nuevos héroes de Zootopia, la oficial novata Judy Hopps y su compañero, un estafador, Nick Wilde, habían resuelto hace apenas unas horas un difícil caso de unos mamíferos desaparecidos. No hace mucho habían llamado a la policía para rescatar a los animales y arrestar al presunto responsable, el aún alcalde de Zootopia, Leodoro Leonzález.

   —Ah... ah... Zanahorias, ¿falta mucho para tu departamento? —preguntó el vulpino, casi sin aliento.

   —No, sólo son 6 pisos más, ya casi llegamos.

   —¿6? ¡Demonios Pelusa! ¿Cómo puedes subir y bajar estos escalones todos los días?

   —Bah, no es la gran cosa, no se compara en nada al entrenamiento que hacía en la academia, ¿qué te pasa Nick, apoco ya te cansaste? Que mala condición física tienes.

   —Oye Zanahorias, no me culpes, llevo casi 2 días sin dormir, eso sin contar todas las locuras que me obligaste a hacer contigo.

   —Bah, llorón. Ja, ja, ja.

   El cánido se quejaba con razón, ambos animales trabajaron sin parar por casi 48 horas, sus cuerpos les pedía a gritos descansar, de hecho, esa era la razón por la que ambos estaban ahí. Después del arresto de Leonzález, el jefe Bogo, aún incrédulo por la habilidad de Hopps para resolver el caso, le autorizó retirarse y que se presentara el día siguiente para una pequeña conferencia de prensa en la jefatura.

   —Es todo Hopps —ordenó Bogo con un típico tono serio—. Retírate.

   —¡S-s-sí, señor! ¡Hasta mañana! —dijo tímidamente la coneja, haciendo un saludo policial.

   El enorme búfalo se alejó con algo de frustración mientras que un astuto zorro se acercó por detrás de la presa.

   —¿Todavía te da miedo ese búfalo mala cara? Ya le demostraste que pudiste resolver el caso, ¡deberías echárselo en la cara, Pelusa!

   —Ay Nick, no digas eso, no es mi estilo, con saber que hice mi trabajo, arrestamos a los chicos malos y ayudamos a regresar a esos pobres animales con sus familias, es suficiente para mí.

   —Feh, como quieras Zanahorias... y bueno —suspiró— supongo que... ¿este es el adiós, no? —musitó el vulpino con una sonrisa fingida.

En una noche púrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora