Durante el camino hacia mi casa la única conversación que se oía era en la radio. Le daba instrucciones para llegar más rápido y luego callaba. Me estuvo preguntando acerca de mí y mi familia.
Aparcó frente al portal y mientras agradecía que me hubiese acompañado y bajaba, él también lo hizo. Llegué a la conclusión de que era un caradura.
Le ignoré totalmente, mientras entraba. Wilson me saludó desde su portería y al verme acompañada, se metió dentro. Yo aprovechándome un poco de la confianza, le llamé.
-Wilson, tengo un problema con la calefacción.
-Funcionan Lucy, las revisé- luego observó mi cara de súplica, dirigió una mirada a Stan y entendió-. ¡Oh! Sí, cierto, la calefacción.
-¿Podrías subir y le echa un vistazo?
-Claro que sí, un momento, voy a coger las herramientas.
Volvió a entrar, dejándome a mí y mi supuesto acompañante.
-Stan, tengo problemas con la electricidad en casa y ahora voy a montar un buen escándalo. Será mejor que te marches.- Sin duda fue una indirecta muy directa.
-No me molesta el ruido.- Dijo como si nada.
Mientras subíamos los tres en el ascensor, rezaba a todos los dioses que conocía para que obrasen algún milagro que hiciese desaparecer a Stan.
Caminando por el pasillo me resigné. No podría echar a Stan ni a escobazos.
De repente, el aire del corredor me dio esperanzas. El olor de Ian impregnaba el ambiente. Sin duda el milagro se había obrado.
Aligeré el paso y entré rápidamente en el apartamento, seguida de los otros dos.
Y allí le vi. Estaba sentado en uno de los sofás con una copa en las manos. En cuanto vio a los humanos la apuró de un trago y la dejó sobre la mesa sin llamar la atención.
-Buenas tardes cielo- le dije avergonzada mientras me acercaba a él y le besaba la mejilla-. Sígueme la corriente por favor.-le susurré desde cerca.
Al separarme, vi el rostro desconcertado de Wilson y la cara enfadada de Stan.
-Voy a por la calefacción.
Wilson no tardó en escabullirse.
-Stan, te presento a mi novio Ian.
Después de eso se formó un silencio que podría cortarse.
-Nunca dijiste que tuvieras pareja.
-No me gusta mezclar el trabajo con la vida privada.- le contesté fríamente.
-Ella es así- me respaldó mi falso novio-.Siempre con esos misterios.
Supe que esa frase me la dedicaba a mí. Ian y yo nos comunicábamos de forma especial.
El silencio se volvía más incómodo conforme pasaban los segundos.
-Stan ¿quieres beber algo?
Solo por si acaso, guardaba en la nevera productos humanos.
-No, me esperan en la pizzería -le dirigió una mirada helada a Ian-. Nos vemos mañana.
-Adiós.
Segundos después mi pesadilla se fue por la puerta.
-Gracias, gracias, gracias- le dije al vampiro-. No sabía como quitármelo de encima. Wilson, ya se ha ido.
El conserje apareció con su caja de herramientas.
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