Prólogo

159 5 3
                                    

"Estoy seguro de que el universo está lleno de vida inteligente. Es sólo que es demasiado inteligente para venir aquí."

Arthur C. Clarke

Valle del Rift, África
Hace 6.5 millones de años

Nunca se había visto algo así. La familia de primates presenciaba algo que nunca se creyó posible: el lago, sustento de esa familia, estaba seco casi en su totalidad. La veintena de primates que ahí se encontraban se quedaron entre atónitos y frustrados.

El líder de la familia se mostraba confuso: se tenía plena conciencia de la sequía que desde generaciones atrás venía azotando a las selvas, pero no sabía explicarse cómo es que ha durado tanto tiempo además de ser tan severa. Habían llegado al lago apenas hace unos días, y aunque mostraba signos de haber perdido agua, los primates estimaban que tomaría algo de tiempo para que el lago se secara por completo.

Y sin embargo, ya no estaba ahí. Y no había nada que se pudiera hacer al respecto. Hacía tiempo que las lluvias rara vez llegaban y eran de muy corta duración, lo que acentuaba la situación del lugar.

Esto significaba que una vez más debían trasladarse a otro sitio donde vivir, ya que el lago desecado sólo indicaba que la selva a su alrededor no tardaría en secarse también y convertirse en otra extensión de ese pasto corto y seco donde apenas proliferaban árboles aislados y no muy altos, donde difícilmente podían quedarse en pie sobre las ramas.

Sin nada más por hacer, el líder le dio la indicación al resto de la familia para que se moviera. Los primates más jóvenes estaban jugueteando en las ramas de un árbol cercano y no escucharon la indicación del líder. El primate al mando, furioso por la desatención, fue hacia los árboles y comenzó a gritar exclamaciones de enfado amenazando con tirarlos de los árboles si no obedecían. Los jóvenes seguían sin hacer caso, por lo que el líder, con un par de saltos y aferrándose con su cola a una rama, comenzó a balancearse y a empujar a los primates pequeños. Éstos, al no poder sujetarse con la misma facilidad, cayeron y fueron corriendo con sus madres a buscar consuelo.

Y es que había una razón para que el líder les mostrara tanto desprecio y tan poca paciencia: los pequeños no tenían cola. El líder ya había visto ese fenómeno en otras familias, pero no pudo aceptar que sucediera en la suya. Veía a los jóvenes con cierto desprecio, cual si fueran seres de otro mundo, mientras que sus madres los querían aunque nacieran sin cola.

Después de tanta discusión, la familia comenzó a moverse. Una vez más, habría que caminar durante quién sabe cuánto tiempo hasta encontrar otra selva donde vivir a través de otra gran extensión de pasto seco y corto con pocos o ningún árbol a la vista.

Sin embargo, aunque esta última cuestión era de extrema preocupación para los primates mayores, a los pequeños les daba igual. Cada vez preferían más correr en los pastizales, sin mencionar que ante la ausencia de cola no podían sujetarse a las ramas con tanta facilidad, por lo que frecuentaban cada vez más la superficie.

La familia viajó durante aproximadamente un mes, en un trayecto que parecía interminable, sobreviviendo a base de frutos secos y alguno que otro arroyo que estaba por secarse a lo largo del camino. La familia por poco no resiste el viaje: la mitad de ellos fallecieron, en gran medida por lo pesado que era caminar en cuatro patas por pastizales, además del calor extremo. Los fallecidos fueron solamente ancianos y adultos que no resistieron el camino, mientras que los jóvenes muy pocas veces resultaban fatigados por la larguísima caminata que emprendían, en gran parte porque caminaban en dos patas, en lugar de hacerlo en cuatro como los demás.

Finalmente, lograron llegar a una pequeña y tupida selva cerca de la costa con un río que la atravesaba y desembocaba en el mar, en donde ya estaban establecidas alrededor de dos familias más. La familia viajera es bien recibida por los que ya estaban establecidos, aunque los líderes se vigilaban entre sí. En eso, el líder de la familia viajera descubre que su pareja está por dar a luz, por lo que él y las demás madres van en su auxilio, mientras que los otros machos mantienen apartados a los pequeños curiosos.

Escrito en los genesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora