Capítulo 4

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-Muchachos, tenemos que irnos de aquí. Ahora- dijo el General Arturo levantando la voz y levantándose él mismo de su silla después de haber revisado un mensaje en su TechBraze.

-No me iré de aquí hasta que haya contactado a Octavio- dije enérgicamente levantándome a mi vez.

El General Arturo me sujetó fuertemente de los hombros. Pude escuchar cómo mis amigos se levantaban de golpe de sus lugares.

-¡Escúchame de una vez porque no te lo voy a repetir! Tu padrastro huyó, junto con dos de esos seres Eltav. Está en una base en la Luna. Él no podrá hacer nada por ti ni por nadie-

-¿De qué me está hablando?-

-Tu padrastro no debía dar a conocer esa información. Ahora, por haberlo hecho, los Kryatt le han puesto precio a su cabeza, y si no huía de la Tierra en cuanto antes lo iban a matar ahí mismo. Mira- me respondió, a la vez que me mostraba la pantalla de su TechBraze. Mis amigos se acercaron a ver, y no podíamos creer lo que estaba en pantalla: era una transmisión en vivo desde el Palacio Nacional, el cual estaba destruido y en llamas, al parecer porque unas naves de armazón negro con forma de rombo habían disparado unos rayos laser de color naranja, destruyendo el Palacio y el Zócalo.

-No es cierto...- exclamaba Hugo, mientras Cristina e Irene se llevaban las manos a la boca y Xiumin se quedaba mirando boquiabierto y con los ojos más grandes que le he visto hacer a un oriental (sin ofender).

En ese momento vimos algo horrible: una criatura parecida a un lagarto gigante se acercó a la cámara que estaba grabando, disparó contra los reporteros y le asestó un golpe a la cámara, la cual cayó al suelo y mostró una imagen distorsionada de las patas y la cola del lagarto mientras pasaba junto a ella, y después se perdió la señal y apareció el anuncio correspondiente de caída de transmisión.

Sólo pudimos quedarnos horrorizados con la imagen. En eso el General me soltó y se alejó unos cuantos pasos, tratando de asimilar también la imagen que acababa de presenciar.

Después de unos segundos, comencé a sentir una ligera irritación en los ojos. No le di importancia, así que me las arreglé para hablarle al General.

-Supongo que esos son los Kryatt...-

-Sí...-

-Y son muy malos-

-Son despiadados, sí- dijo el General.

-Entonces salgamos de aquí- le dije al General mientras me acercaba a él y lo sujetaba del brazo para hacerlo reaccionar. –Hay que movernos, ya-

En ese momento se escuchó una explosión. Giré hacia el origen del sonido y vi a lo lejos la pared exterior del palco hecha pedazos. Fui corriendo hacia allá para ver si alguien estaba herido.

-¿¡A dónde vas mocoso!?- gritó el General Arturo que había salido corriendo también en mi dirección. Escuché que mis amigos también se apresuraron a llegar al lugar.

-¡Quédense todos atrás!- grité mientras aumentaba el ardor en mis ojos.

-¿Qué haces Gustavo? ¡Vuelve aquí!- oí decir a Cristina.

-¡SÓLO QUÉDENSE AHÍ!- les dije, mientras la irritación en mis ojos se había vuelto intolerable.

En ese momento volteé hacia donde había estado la pared del palco y vi una de las naves de rombo frente a mí, a unos veinte metros de distancia, y sin inmutarse, abrió fuego.

-¡GUSTAVO!-

No tengo muy claro si fue por instinto, un reflejo o por la adrenalina del momento, pero sentí una gran energía dentro de mí. Al liberarla al parecer formé una especie de campo de fuerza que desvió los dos disparos que me lanzó la nave. No podía creer lo que acababa de hacer. Luego de la estupefacción, me cercioré de que no les había pasado nada a mis amigos.

Escrito en los genesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora