¿Me esperarías tú a mí ahora?

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El sol ya se estaba ocultado y, como en casi todos los festivales, iba a haber un show de fuegos artificiales. Decidimos entonces ir a un lugar donde pudiéramos verlos bien pero que estuviera un poco alejado de la gente; Suzuka aún no cambió esa parte de ella y no soporta los lugares con demasiada gente alrededor.

—¿Aquí te gusta? —me preguntó sonriendo.

—Sí, creo que es un buen lugar.

Estuvimos unos minutos sin hablar, pero el silencio no era incómodo. Como ella estaba sentada a mi lado apoyé mi cabeza en su hombro.

—¿Estás cómoda? —preguntó riendo.

—Lo estoy y no pienso moverme.

—No iba a decirte que lo hagas —se defendió volviendo a reír.

—Just in case...

—Oh lá lá, señorita que habla inglés.

—Tonta... —no pude evitar reír yo también cuando oí eso. 

—Oye, Moa... —levanté un poco mi cabeza para mirarla, ella volteó para hacer lo mismo—. Desde que llegué no me has contado mucho sobre estos años que estuviste sola... bueno, sola entre comillas, obviamente. Pero me refiero a que siempre preguntas cosas sobre mi vida en el extranjero y tú no me has contado casi nada de la tuya aquí.

—Tienes razón, lo lamento... —dije apartándome un poco para poder hablar mejor—. ¿Hay algo en especial que quieras saber? —la verdad, tenía un poco de miedo por lo que fuera a preguntar, pero tal vez si daba en la tecla me daría el valor que necesito para decirle lo que aún no le he dicho.

—Mmm, primero que nada... ¿Me extrañaste?

—¡Por supuesto que sí, idiota! ¿Cómo se te ocurre preguntar eso?

—Quería saber —Respondió con una sonrisa que mostraba sus blancos dientes—. ¿Hiciste amigos nuevos?

—Me llevo muy bien con algunos de mis compañeros, pero no sé si al punto de considerarlos mis amigos.

–Ya veo...

—¿Eso era todo lo que querías preguntar? Qué rápido...

—No, no era todo, niña.

—¡Oye! —cuando volteé a verla ella estaba sonriendo pero sin dejar de ver hacia el frente; eso me hizo sonreír a mi también—. Ya no soy una niña —acoté.

—Lo sé... te has convertido en una hermosa mujer.

Al escuchar esas palabras me puse nerviosa, pero traté de fingir que no me había afectado aquel cumplido.

—Te equivocas... yo sigo estando igual que siempre, la que cambió aquí fuiste tú —repliqué.

—¿De verdad? No lo noté.

—Pues yo sí. Estás más alta y delgada, tus rasgos faciales cambiaron y ahora son más delicados y maduros, tu piel no tiene imperfecciones, tu figura, tu cabello y hasta tu sonrisa ha cambiado; aunque eso se puede deber al arreglo en tus dientes, el cual me gusta por cierto, aunque voy a extrañar a mi amigo Yaeba —al decir esto último Suzuka rió levemente—. Muchas cosas en ti han cambiado. Tu voz e incluso un poco tu personalidad, tu mirada, tus gestos... y así podría seguir con muchas cosas más. Así que, lamento decirle que sí ha cambiado durante estos años, Doctora Nakamoto —concluí dándole una sonrisa.

—Viéndolo de esa manera parece ser que sí —comentó—. Pero tú no te has quedado atrás tampoco.

—Pero si yo no he cambiado en nada...

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