Temporada de tormentas

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Desde aquello han transcurrido ya seis meses... 

En cada ocasión que tenía, yo trataba de hablar con Yukio acerca de nuestra relación, sin embargo, siempre me retractaba al ver lo bien que me trataba. Y Suzuka, aunque había dicho que iba a esperarme y que podía tomarme mi tiempo, en ocasiones me preguntaba —o mejor dicho me cuestionaba— por qué no había hablado con él aún...

—Sabes que no quiero apurarte, no digas tonterías. ¡Sólo preguntaba! —estábamos discutiendo en su casa en esa ocasión.

—Oigan, ya no peleen... no las llevará a ningún lado —dijo Himeka, quien estaba con nosotras intentando calmar la situación—. No discutan más, por favor.

—¡Pero es que es ella, Hime-chan! Siempre me reclama el por qué no hablé con Yukio aún y ya me ha cansado... ¡Dije que iba a hablar con él cuando me sintiera preparada y tú accediste a ello! ¡¿Por qué te retractas ahora?! —increpé mirando a Suzuka con molestia.

—¡No me retracto de nada, es tú vida, has lo que quieras! ¡Pero si vas a tenerme en el medio esperando por ti, mientras veo lo feliz que estás con él, prefiero abrirme! —aquello que dijo en verdad me dolió—. ¿Sabes acaso lo horrible que me siento al verte abrazada a él, o cuando te besa en frente de mí? ¡¿Sabes cómo me siento?!

—¡Pues bien! ¡Si eso quieres entonces no me esperes más y vete con quien quieras! —vociferé yéndome de su casa.

Esa pelea había ocurrido hacía ya tres meses y desde entonces con Suzuka no nos hemos vuelto a hablar. Era la primera vez que pasamos tanto tiempo enfadadas la una con la otra y eso me tenía realmente mal.
En la universidad Yukio no paraba de preguntarme qué me ocurría, pero yo rara vez le contestaba. Y cuando lo hacía, decía que no me sentía bien y me iba a casa inmediatamente sin darle más explicaciones.

* ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * 

Estaba en mi pieza acostada boca abajo sobre mi cama, cuando oí el timbre de casa sonar. Sinceramente no tenía ganas de levantarme para abrir, pero para mi suerte mi madre se encontraba aquí y fue ella quien lo hizo. Minutos después escuché la puerta de mi habitación abrirse y supuse quién era... No quería mirarla a los ojos, no podía, así que abracé con más fuerza mi almohada y hundí mi cara en ella.

—Moa... —me llamó suavemente pero no respondí—. Moa, lo siento. No quería actuar de esa manera aquella vez. Siempre me comporto como una idiota, lo lamento... ¿Puedes perdonarme?

Yo seguía sin hablar. Sólo apoyé mi cabeza en la almohada mirando hacia un costado sin emitir sonido alguno. Segundos después sentí una de sus manos acariciar mi espalda y seguido de esto ella me abrazó, apoyando su barbilla en mi hombro por lo que ahora podía verla a los ojos... esos hermosos ojos rasgados que me hacen imposible no perdonarla a pesar del daño que me hizo.

—¿No vas a responderme? —interrogó.

—Eres una idiota —susurré.

—Lo sé...

—Rompiste tu promesa. No me esperaste después de todo.

—Eso no es cierto... yo aún te sigo esperando.

—Sí, claro... Te vas con cualquier chica los fines de semana luego de beber —me quejé en voz baja.

Desde la pelea que tuvimos, Suzuka había comenzado a salir los fines de semana para emborracharse e irse con cualquier chica que le pareciera atractiva. Yo sentía que algo no estaba bien con ella pues me había comenzado a tratar mal, se comportaba de manera fría y distante conmigo y cuando intenté arreglar las cosas —un mes después de la pelea—, ella simplemente me ignoró y se fue sin decir nada. Ese día Himeka me dijo lo que sucedía con Suu.
Al enterarme de esto, me sentí tan herida y enfadada con ella que me saqué el collar de un tirón y se lo di a Himeka diciéndole: «Dile a tu hermana que ya no me espere.»
Luego de eso salí corriendo de su casa y no volví a ir allí. Bloqueé a Suzuka de mis contactos y evité todo tipo de contacto con ella; lo cual fue muy complicado, ya que trabaja para mi padre ahora y cada cierto tiempo él la invita a cenar aquí en casa.

—¿Y aún así te atreves a decir que me estás esperando? —increpé con la voz temblorosa.

—Lo siento. Sé que estuve mal, pero por favor trata de entenderme también. ¿Sabes lo que me dolía verte con él sonriendo y besándote en frente de mí, luego de haberte dicho que te amaba y enterarme que supuestamente tú también? —dijo.

—¡¿Supuestamente?! —grité en un susurró. Obviamente no quería que mi madre se enterara que estábamos discutiendo. Suzuka pegó un pequeño salto por el susto que se llevó, pues no pensó que yo iba a reaccionar de tal forma—. ¿Acaso eres imbécil o qué? ¿Cómo se te ocurre decir que «supuestamente» luego de que me costó tanto confesarme? —gruñí con el entrecejo fruncido—. Estás a dos segundos de que patee tu trasero. ¿Có...? ¡¿Mmh?! —no pude seguir hablando porque Suzuka puso una mano sobre mi boca. 

—Shh, deja de gritarme gruñona. Estoy aquí para arreglar las cosas, no para empeorarlas... Cálmate o no te soltaré —yo rodeé mis ojos y negué con la cabeza. No me quedaba más que obedecer—. ¿Ahora podemos hablar como las personas adultas que, teóricamente, somos? —moví mi cabeza como afirmación y ella me soltó. 

—Entonces, ¿qué quieres? —pregunté tajante cruzándome de brazos.

—Arreglar las cosas, ya te lo dije. No me gusta estar sin hablarte ahora que puedo, ya pasé por eso durante ocho largos años y no quiero volver a pasarlo. ¿Podríamos simplemente olvidar que todo esto sucedió y empezar de cero?

—¿Olvidar qué?

—Todo este asunto de la pelea... no quiero más discusiones contigo. Por favor, ya no quiero...

—Mmm...

—Por favor, Moa, no seas así, ¿no ves que me pongo mal? —dijo haciendo una tierna mueca.

—¡Agh! ¡Bien! Pero si quieres que arreglemos las cosas tienes que prometerme que jamás volverás a embriagarte y mucho menos irte con cualquier chica que pase frente de tus ojos —acoté firme.

—Pero... ¿Al menos una chica por mes? —preguntó mirándome inocente.

—¡¿Qué?! ¿Cómo se te ocurre? ¡¿Estás loca?!

Suzuka, lejos de reaccionar ante mis gritos, comenzó a sonreír tontamente.

—¿Sabías que eres hermosa cuando estás enojada? Y mucho más cuando te pones celosa.

—N-no estoy celosa, es sólo que... No quiero que estés con ninguna otra chica más, eso es todo.

—Ah, así que es eso. Bien, prometo que no volveré a tomar ni a irme con ninguna otra chica... desde el próximo fin de semana en adelante.

—¡Suzuka!

—Lo siento, lo siento, no lo resistí. Prometo que de ahora en más no lo haré —exclamó riendo. 

—Si rompes tu promesa esta vez, no te perdonaré.

—Entiendo... pero entonces tú debes prometerme algo también.

—¿Qué cosa? —interrogué.

—Ponte esto de nuevo... es lo único que me da esperanzas de estar contigo algún día —comentó extendiendo el collar, el cual había arreglado.

—¿Lo arreglaste sólo para dármelo de nuevo?

—Obviamente, es tuyo...

—Está bien, pero... ¿me dejarías sentarme?

—¿Eh? Oh, claro —luego de eso Suzuka me miró a los ojos y sonriendo me preguntó:—. ¿Puedo?

—Sí, tonta...

Al terminar de ponerme el collar ella besó mi mejilla y, como si nada hubiera pasado, comenzamos a hablar nuevamente ignorando la discusión que habíamos tenido meses atrás. Volviendo a pasar tiempo juntas, como solíamos hacerlo antes de la dichosa pelea.


Sinceramente estaba muy feliz por arreglar las cosas con ella de nuevo, pero... a veces cuando la tormenta se detiene en un sitio, ésta vuelve a comenzar en otro totalmente diferente... 

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