No quiero perderte.

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Sigo pensando para mí misma lo idiota que soy a veces...
Cometí un error por tonta y por no ser capaz de ser más firme con algunas cosas. En ese momento pensé que era lo mejor, que tal vez así podría superar a Suzuka también, después de todo, ella dejó en claro que quería perder todo tipo de contacto conmigo porque «necesitaba tiempo para acomodar sus pensamientos y sentimientos hacia mí, ya que no quería que estos se interpusieran entre nosotras cuando ella regresara.» Así que no era una idea tan mala en ese entonces.
Pero ha pasado más de un año y las cosas no son tan fáciles ahora. Yo sólo quería poder volver el tiempo atrás y no actuar de manera tan impulsiva, sin embargo, eso era imposible.
Todavía debía hablar con Suzuka acerca de ese asunto, ya que aún no lo había hecho. Como una tonta no se lo dije antes y fue el peor error que cometí. Ese día en el festival le dije que me diera tiempo para acomodar mis pensamientos y no sé cuántas cosas más, pero lo más importante no se lo dije.
No quería que se enterara de mala manera. Pero para mi mala suerte así fue...


Ya habían comenzado las clases nuevamente y con Suzuka no nos veíamos desde hacía unos cuantos días. Yo jamás pensé que iba a tener la mala suerte de que a ella se le ocurriera venir a recogerme ese Viernes a la facultad sin previo aviso; y justo el mismo día en que pensaba arreglar el «problema» que había armado...

—¡Hey, Moa! —la escuché gritar y volteé rápidamente.

Mi corazón dio un vuelco en ese momento por dos razones: La primera, es que estaba muy feliz de verla. Y la segunda, era por el pánico y el miedo que sentí al saber que ese día todo podría terminar mal.

—¿S-Suzuka? ¿Qué haces aquí? —pregunté sin siquiera saludarla.

Ella alzó sus cejas extrañada y luego fingió un puchero antes de acercarse a mí.

—¿Es que acaso no me has extrañado?

—Sí... sí, lo lamento. No te he saludado —dije poniéndome sobre la punta de mis pies para besar una de sus mejillas y sonreír con nerviosismo—. ¿Cómo has estado?

—Bien, pero te extrañé mucho —respondió suavemente—. Siento no haberte dicho que iba a venir —agregó—. Estaba por aquí cerca, ya que fui a hablar con tu padre, y antes de irme le pregunté si sabía a qué hora salías hoy para pasar a recogerte. Quería darte una sorpresa —aclaró sonriendo tan radiante como siempre.

—No te tendrías que haber molestado, Suu —comenté—. Por cierto, ¿de qué fuiste a hablar con papá?

–Ah, acerca de cuándo comienzo a trabajar en la institución —contestó.

El día del festival Suzuka fue a cenar a mi casa después de todo. Y lo que mi padre tenía para decirle es que —ya que yo había optado estudiar para ser veterinaria— tenía una oficina libre en su institución.
Durante todos estos años mi padre se convirtió en un médico muy reconocido, por lo que con el tiempo, con sus ahorros, fundó su propia institución: un pequeño hospital público donde personas con menos recursos económicos pueden atenderse allí sin tener que pagar o, por lo menos, sin tener que pagar tanto como en otros hospitales; ya que las personas tenían la posibilidad de pagar lo que quisieran por una consulta; lo que ellos creyeran que ésta valía.
Mi padre ha tenido fascinación por ésta clase de hospitales desde que hizo una de sus licenciaturas en el extranjero donde, al parecer, este tipo de instituciones son más comunes de ver.
En fin, Suzuka terminó por aceptar con gusto la invitación de mi padre y él se sintió muy feliz al oírla decirle que sí, después de todo, ella es como su segunda hija. Y el hecho de que por lo menos una de nosotras lo acompañara en su sueño, lo ponía muy contento...

–Oh, ya veo.

—¿Tenías planes para hoy? Quería ir a un lugar que ha abierto recientemente; dicen que es muy bueno —dijo mirándome de una forma tan tierna que me sentí muy mal por lo siguiente que pasó.

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