Capítulo 1

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A Legolas le había hecho gracia el que uno de los enanos prisioneros se le insinuara a Tauriel con el mismo descaro con el que los naugrim interrumpían las celebraciones élficas. Recordó al pobre humano que se le ocurrió ver de pies a cabeza a Tauriel con una mirada insistente, como si quisiera conquistar a la guerrera. Terminó mal el pobre, tuvieron que hacerle cinco puntos de sutura en la cabeza, y no llegaron a más gracias a la rápida intervención de los otros guardias que ya conocían las reacciones de la ruda capitana de la guardia.

En realidad ella se había ganado esa fama entre los varones de la guardia, porque estando en una posición de autoridad no podía permitir desobediencia entre sus filas. Aunque Legolas conocía bien a Tauriel sabía que el deber era una cosa y otra la diversión, ella era tan alegre como cualquiera a la hora de festejar.

Bien, siendo buenos amigos el jugarse bromas entre Legolas y Tauriel era cosa de cada día y viendo una manera de gastarle una broma a la elfa no desperdició la oportunidad.

—Tu novio es un poco bajo de estatura, ¿crees que aprenderá a caminar sobre zancos?

—Cállate Legolas, que ya estoy de bastante mal humor para soportar tus burlas —luego añadió—. Aunque ahora que lo mencionas, creo que es más alto que el resto de los enanos, es además atractivo para un enano, no está tan peludo.

Por supuesto Legolas se mostró alarmado como si no esperara esta respuesta. Ver la cara de Legolas sorprendido era lo que quería Tauriel. Viendo cumplido su propósito se retiró habiendo ganado la partida al príncipe.

Ella fue directamente con el rey para informarle sobre el estado de los enanos en las mazmorras. Algo rutinario que se debía hacer. Esperó en la puerta hasta que el rey interrogara a Thorin, por los gritos del nogoth supo que las cosas no fueron amistosas, pero eso poco le preocupaba. Cuando los guardias salieron del salón principal llevando a Thorin de vuelta a su celda, fue a dar su reporte.

—Has servido bien, como siempre Tauriel, sé que no me equivoqué al nombrarte capitana de la guardia.

—Muchas gracias señor —respondió ella con humildad.

—Como premio por tu trabajo quiero recompensarte, sabes que habrá otra celebración y pienso que mereces lucir un atuendo adecuado para el festejo.

—Bueno, el traje de guardia me queda bien, su majestad, lo llevo con orgullo.

—Sí, pero recuerda que eres también una doncella, vamos Tauriel, llevar vestido una noche no te matará, porque ya hemos comprobado que eres más letal que muchos de los guardias del reino. Te ordeno que vayas a la ciudad del lago y ahí compres la tela que más te guste para que las costureras del palacio te confeccionen un vestido para la fiesta.

—Siendo una orden, no puedo discutir su majestad, ahora si no me necesita, me retiraré.

Tauriel salió de la entrevista con el rey y se fue a sus aposentos. No era que no estuviera agradecida con el rey, era solo que temía que podría perder autoridad frente a sus tropas si se presentaba como una más de las doncellas.

Al día siguiente siguió las órdenes del rey y se fue a la ciudad del lago con una pequeña escolta que solía acompañar a los almadieros. Esto se hacía desde hace poco, ya que de pronto más arañas y más orcos solían aparecer de la nada. No estuvo en un error, el grupo de elfos fue atacado por un grupo de orcos que se había aventurado muy al norte. Ella notó inmediatamente que se trataba de un grupo de avanzada y que la tropa grande estaba asentada más al sur. Era un atrevimiento muy grande el de estos orcos, venir a los linderos del bosque. Envió a un elfo a avisar al rey y ella ideó una estrategia para dar cuenta de los orcos. Les vigilaron de lejos, esperando por los refuerzos, que no tardaron mucho en llegar, con ellos pudieron acabar con el asentamiento de orcos, podrían aventurarse más al sur, pero eso estaba muy cerca del Dol Guldur y los elfos no iban a ese lugar.

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⏰ Last updated: Jul 26, 2017 ⏰

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