Aratzia

Capítulo 8. Fuerza y honor del príncipe.

Después de escuchar la historia de Ja - Son el Samurai Dragón Rojo, Miguel el noble pide la palabra para contar su historia:
"Todo comenzó en la época de las cruzadas, se hacía una gran cacería de brujas e incrédulos que profanaban a la única religión, el Obispo Carlos III tenía una sed y hambre de poder que daba mucho miedo, por eso, la familia J se ha encargado de proteger los santos escritos de profanos aún si éstos son respetados por la iglesia. Mi familia era noble y muy honrada, leal y educada, se nos conocía por fieles defensores de la palabra de Dios en épocas de muerte y barbaries.

Desde chico me encomendaron cuidar de los rollos sagrados de cualquier intruso que quiera profanar el Templo donde se guardaban las cosas de alto valor.

Mi labor me llevó a amar más los santos escritos y cuidar de la Tierra, amar al prójimo y proteger a los débiles. Todo iba a cambiar cuando el Obispo Carlos III ejecutó la orden de llevarse los Santos Escritos a su casa, valiéndose de múltiples medios. Intentaron negociar pero mi familia obviamente se negaba y se negaba, todo cambiaría cuando empezaron a jugar sucio esclavizando gente y quemando aldeas enteras como parte de un chantaje. Decía que si no entregábamos los santos escritos iban a suceder más muertes como parte del castigo divino.

La gente estaba aterrada, obviamente le creían a ese farsante y exigían que entregáramos los rollos. Pero antes de eso, decidimos pelear a favor de los desprotegidos en contra de los soldados del Papa. Iniciamos una guerra Santa pues la iglesia cometía injusticias usando el nombre de Dios.

Iniciamos bien la guerra pero no podíamos resistir más, los soldados cada vez eran más y más. En eso hice una oración pidiendo que se nos dé más fuerza y poder para acabar con todos aquellos que se ponen en nuestro camino. Fue entonces cuando de mis ojos salieron rayos hacia el cielo y mis manos ardieron lanzando cantidades enormes de luz y rayos que quemaban.

Los soldados enemigos tenían miedo, pero el Obispo empezó a difamarme diciendo: 'es un demonio, tiene que morir en la hoguera'

De modo que los habitantes del pueblo y los esclavos dijeron: 'Con todo respeto su santidad, quemar a un demonio no lo mataría'

El obispo estaba desesperado pero no quiso dar su brazo a torcer, quería esos escritos como si tuvieran algo que a él le interesara.

Empezó a bendecir a sus soldados y continuó la guerra, pero nosotros no nos rendimos. Sin embargo estaba asustado por mis poderes y veía el enorme potencial que tenían y la destrucción que podía causar así que decidí reservarlos, pues usarlos sería también una ventaja y yo peleaba con honor. Las enormed cantidades de energía que tenía mi cuerpo me permitían además, resistir daño físico y agotarme mucho más lento así que de todos modos tenía una gran ventaja. No sabia lo que me había pasado pero a pesar del miedo que tenía sabía que era la respuesta a mis plegarias.

El obispo ordenó la retirada de sus tropas. Pero algo no estaba bien con él así que decidí seguirlo de cerca. Nunca nadie tuvo tanto interés por esos escritos... Lo seguí hasta su palacio, un sitio muy vigilado, tenía guardias por doquier. Se dirigía al sótano, así que busqué alguna ranura exterior para poder ver más de cerca. El Papa tenía un altar muy extraño, habían manchas de sangre que aparentaba ser las constelaciones, miraba mucho los astros de modo que conocía bien dichas estrellas, entonces lo oí hablar con alguien:

'Ten paciencia, necesito la llave que se encuentra en los santos escritos, fue escondida ahí para que evitáramos sospechas, pero la llegada de Kraytor se acerca, faltan 3 lunas para que los planetas se pongan en línea y así abrirá un portal para la llegada de nuestro señor'

'Pero acabas de ver que Miguel hijo de Fausto de la casa de los J ha obtenido poderes, ¿será acaso que también ha descubierto lo mismo que tú?' - Dijo la voz misteriosa algo envejecida y cancerosa.

'Kraytor me dijo que eso vino de él mismo, así que no será rival para nuestro señor y soberano, pero me dio un obsequio, un bastón con el cual puedo superar cualquier poder que se me atraviese, y así conseguir los escritos'

Entonces unos soldados entraron y se llevaron a la otra persona bajo las órdenes del obispo, lo metieron en una pila de agua...podía oír Cómo gritaba y golpeaba la pila para poder respirar así que no tuve más remedio que irrumpir y tratar de salvar a aquel hombre. Pero sus guardias me lo impidieron y tuve que usar mi poder para destruir la pila. En eso el Obispo me dijo:
-'Te has encargado de arruinar mis planes, pero créeme que ahora que estás aquí, voy a acabarte de una vez y por todas'
Entonces usó su cetro para obtener más poder y me arrojó hacia una pared:

-'Voy a quitarte esos escritos aunque sea pasando por tu cadáver y el de tu familia'-
Y comenzó a arrojar Rayos y truenos de sus manos como si saliera una tormenta eléctrica de sus dedos. Apenas me podía mover, era demasiado poderoso.

Con mis poderes, le disparé un rayo de energía muy cargado pero él absorbía mi poder, y se hacía más y más fuerte cada vez. Y me lanzaba los mismos rayos de la misma manera en que yo lo hacía. Le intenté dar un golpe pero el me lo devolvió con una gran fuerza.

Era muy poderoso, seguía lanzando más y más descargas de poder pero no era suficiente. Tal vez no podía contenerlo pero al menos tenía la certeza de que podía impedir la llegada de lo que sea que estuviera tratando de conseguir el Obispo. De modo que lancé un rayo hacia donde estaba el altar y lo destruí, pero la sobrecarga de energía fue tanta que destruyó todo el lugar y el palacio se nos vino abajo. El obispo y todos a mi alrededor, incluyendo guardias y aquel extraño hombre de la pila quedaron aplastados por los escombros. Sólo yo sobreviví.

Con el tiempo restauré la adoración verdadera y quité las cruzadas almenos en ese momento. A pesar de todo no usé mis poderes para derrotar poderosos enemigos sino sólo mi cuerpo y mi espada. Sería una ventaja grande y yo tenía honor. Pero no hubo necesidad de más guerra pues vivimos en paz. Aunque siempre me pasaba por la mente aquella cosa llamada Kraytor, ¿Qué era? ¿Qué hacía? ¿Porqué iba a venir? Aunque me aseguré de que el altar fuera destruido aún tenía temor por aquello que vendría.

Pasaron los años y vivimos tranquilamente en paz y prosperidad junto con los demás reinos y me hice príncipe de mi propia casa, la familia real. Fue entonces un día en que una luz me tomó y me llevó hasta el cielo, entonces aparecí con ustedes"

Al terminar de contar su historia Leo se preguntó dentro de sí: "¿Acaso hay seres de inmenso poder además de aquellos individuos que estaban en mi casa? "

Ahora era el turno de Marizza Segova, de contar su historia...