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Cuando recuerdo aquel día, aquel momento en que la oscuridad hizo de mis ilusiones un sueño, me es imposible no sonreír. Excepto al llegar al punto del último beso.

Me duelen, a pesar de que han pasado ocho años de aquellos dulces besos, las mentiras que tanto tú como yo fuimos capaces de oír y aceptar en algún punto de la situación.

Incluso hoy siento dudas de todo, tanto por ti como por mí. Siempre quise saber cuán real fueron para ti aquellos momentos, a pesar de la repercusión que puedan o no causar entre mis recuerdos.

Como aquel beso, ese último beso con el que accedí a tus palabras, a pesar de no sentir que esa era la verdad que querías. En aquel contacto, lo sentí tan claro como ese primer beso en medio de la oscuridad o el beso tímidamente furtivo en aquella galería del centro de la ciudad.

Imposible no recordar la manera en que lograste eliminar al mundo con tus labios, esos suaves, dulces y adictivos labios.

LETTER FROM A PARANOID SWEETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora