II

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No podía despegar mis ojos de tus grandes y profundos ojos negros que hacían que mis manos sudasen del leve nerviosismo en el que estaba. Me hallaba sentado casi frente a ti en aquella pequeña habitación de dos camas junto a quienes eran mis amistades y compañeros de liceo. En cambio, tú, una visita fuera del grupo, un lindo invitado extra no contemplado permanecía serio, semi distante y poco conversador. Obviamente, no nos conocías, debió ser un momento sumamente incómodo.

Recuerdo que fue Akane, así llamábamos a una de nuestras amigas, quién te hizo hablar en ese momento. No podría recordar cual fue la pregunta que hizo o las cosas que te dijo para que hablaras. Sólo recuerdo que sus intenciones de hacerte hablar eran solamente para que yo pudiera conversar también.

No recuerdo si en aquella conversación habré dicho algo. Para mí todo ese momento fue de observar que, debido a la luz que se proyectaba directamente a tu rostro, te veías hermosamente pálido.

Luego, mis recuerdos saltan directamente al momento posterior al clímax de la fiesta, el "segundo clímax", el momento en que se abrieron las botellas de alcohol dulce. Recuerdo que alguien dijo que bebiéramos con cuidado, ya que por lo dulce nos podíamos ir yendo directamente a la borrachera.

Claro, eso a mí no me importó, estaba preocupado por causa de una conversación previa que había oído. Las mujeres dormirían en la pieza y los hombres habíamos sido destinados al cuarto de estar, todos juntos.

Los tragos dulces no hacían efecto en mí más allá de relajarme. Mi cuerpo, como me daría cuenta años más tarde, era resistente al alcohol. Quizás eso se debía a cuando pequeño mis tíos me daban de beber cerveza o vino en el caso de mi prima, ambos pasamos la etapa de joven bebedor con una resistencia increíble.

Otra cosa que me hubiera gustado saber es, a que hora de la madrugada apagamos las luces. A pesar de eso seguíamos todos, o quizás la mitad del grupo, alrededor de las botellas en el comedor. Podría intentar asegurar que había una de las chicas acostada en la pieza. No recuerdo el momento en que solo quede yo con otra de mis amigas.

Finalmente decidimos dormir. Claro, esa era la idea, dormir.

LETTER FROM A PARANOID SWEETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora