- ¿Todavía no te has dado cuenta de que un máster es carísimo, Daniel? - preguntó su tía - uno de los motivos por los que tu madre está sumida en las deudas es tus estudios, lo cual me parece muy bien, pero pudiendo trabajar con mi novio en la empresa todo esto se acabaría.
- Ya, pero yo no tengo ni idea de finanzas.
- Todo eso se aprende rápido - continuó -. Sé que con el cerebro que tienes ascenderás rápido con o sin la influencia de tu tío.
- No es mi tío.
- Pues tendrás que aceptarlo como tal, y más aún si va a ser tu jefe.
- Gracias por la oferta, pero creo que prefiero seguir intentándolo.
Su tía, indignada, se levantó de la silla dando un golpe en la mesa.
- Así no vas a hacer que tu madre recupere el dinero que se ha gastado en ti.
Él sabía que en el fondo tenía razón. Pocas maneras había de devolver todo el tiempo y el dinero gastados. Sin embargo, cada día estaba menos convencido de todo, en general. Ni si quiera le convencía el hecho de hacer el máster. Esa confusión le generaba un vacío con el que lidiaba a duras penas. Decidió ocupar su tiempo haciendo deporte para dejar de pensar siempre en la misma historia. Empezó a correr por el parque del este, un compendio de verdes secos, tirando a amarillentos, en que los enamorados se tumbaban a la fresca de un grueso tronco y los niños jugaban a la orilla del estanque. No le motivaba realmente, pero se concentraba en lo que hacía. Para mejorar sus marcas se descargó una aplicación para el móvil que iba contando cada uno de sus pasos, calculaba los kilómetros y las calorías.
Llegó, como de costumbre, a las 7 al trabajo. Cumplió su jornada con la misma precisión y efectividad que siempre. Al acabar, sobre las 10, se dirigió al encargado.
- Marc, necesitaba hablar contigo un momento. Ahora que es verano y no estoy estudiando, había pensado que...
- Yo también contigo, Dani - cortó de cuajo -. Ya sé lo que me vas a pedir. Lamentablemente, esta conversación no solo va contigo, sino con el resto de empleados, incluso conmigo mismo. La crepería está en quiebra, ya no puede sostenerse. Me temo que ya no se puede recurrir simplemente a la reducción de plantilla. Hoy ha sido el último día para todos. Siento no haberos avisado antes, tenía órdenes del dueño de que así fuera. Eres un tío trabajador y nos has aportado mucho, pero ya no abriremos más.
Ahora sí que no quedaba nada. Ni Dan ni su madre podían aportar dinero en casa. No sabía como decírselo, destrozaría las pocas esperanzas que quedaban. Disponían de la pensión de viudedad y nada más. Así pues, esa noche, escudriñó cada página web con ofertas de trabajo. Volvió a redactar su currículum. "Se requiere camarero para restaurante en el centro", "Se requiere camarero de barra para discoteca", "Se necesita comercial para agencia de seguros", rezaban los anuncios. Aunque no era lo que él quería, mandó solicitud a cada puesto de trabajo vacante. Continuó su búsqueda. Una web, y otra, y otra, y otra.
El día vencía ya a la noche y Dan seguía buscando. Con los primeros bostezos del sol vio que ya era hora de dormir. Comenzó a cerrar el número indefinido de pestañas abiertas revisando en cada una de ellas el puesto al que aspiraba y al que había enviado el currículum. Como un golpe del destino, lo vio: "Buscamos a alguien que quiera recibir una cantidad nada más y nada menos que de 62.570 libras al año. Si entiendes inglés y te gusta viajar, clica aquí".
>> Si no tienes nada que te ate a tu vida, ni nada que perder, este es tu trabajo. Necesitamos a alguien que sea constante, que le guste aprender, que se moleste en aprender, que sienta, que ame, que se enfade, que pueda ser muy feliz y no lo es, que huela el aire y escuche al viento. En definitiva, buscamos alguien a quien le apasione viajar. Su trabajo consistirá en documentar cada paso de su recorrido en cada parche de la tierra e incluirlo en el blog de la compañía para que los posteriores guías turísticos y visitas organizadas tengan una referencia fiable. Para más información, enviar currículum y carta de presentación al e-mail que os dejaremos a continuación". <<
Era una auténtica locura. Era tan descabellado que Dan se echó a reír de pensar que algún día pudiese acceder a ese trabajo. Se tumbó en la cama y no pudo dejar de darle vueltas al asunto. Quizás, en la sombra del Himalaya hubiese un hueco para él. O en las abruptas cuestas de los andes, o en los mojitos de la Habana, o con los coloridos peces de oceanía, o sabe dios dónde. Estaba claro que allí, en ese mismo instante, en esa posición, no estaba en su lugar. Por otro lado, podía tratarse de un engaño y no ser así. Igual escondían información relevante para el puesto, como en casi todas las ofertas. Pero, pensándolo bien, con ese dinero podría abastecer a su madre sin problema aun viajando. Por intentarlo no perdía nada.
No pudo dormir, la emoción había agarrado el sueño, así que se levantó para responder al anuncio. En un principió trató de adornarse, de engrandecerse como trabajador, pero no estaba seguro de cómo podría acabar su presentación. Finalmente, tomó la vía de la sinceridad. Qué más daba, era un puesto por el que podrían competir miles de personas.
>>Saludos,
Mi nombre es Daniel Redes Vallés y he visto su anuncio esta misma madrugada, cerca de las 6, cuando ya estaba saliendo el sol y yo estaba cansado de buscar ofertas de trabajo. Fue una casualidad, sinceramente. De hecho, esperaba encontrar algún puesto vacante de becario como laboratorio en algún proyecto relacionado con la bioquímica y no fue así. Las únicas ofertas que circundaban la red estaban destinadas a camareros y comerciales en un noventa y cinto por ciento. Aun así, envié solicitud a la mayoría, dado que lo que buscaba era restituir el dinero y, a ser posible, aumentarlo, debido a la pérdida de mi anterior trabajo en una crepería, única entrada de ingresos en mi casa.
Los varios motivos por los que cliqué en su anuncio me gustaría resumirlos en: primero, la importante suma de dinero que promete; segundo, no tengo nada ya que perder; tercero, hablo inglés; cuarto, tengo la mala virtud de ser constante; cinco, es un trabajo con el que verdaderamente disfrutaría y seis, nunca he salido a ver nada fuera de mi país de origen, España.
A estas alturas de mi vida, todavía muy corta, puedo decir que tengo dos opciones: resignarme a un futuro habitual que ni si quiera va a llegar, aburrido, repleto de exámenes que no servirán de nada en ese futuro o cambiarlo todo. Irme a cualquier lugar menos éste. Respirar, por fin, de tanto sacrificio por un buen sueldo y quince días de vacaciones.
Desde hace unos días, no se por qué, comencé a tener un anhelo ciego de viajar que yo mismo apaciguaba. Creo que ahora es el momento de salir y espero que ustedes consideren lo mismo.
A la espera de su respuesta,
Atentamente,
Daniel Redes Vallés.<<
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El peregrino
AdventureDan, cansado de estar sentado siempre en la silla de un escritorio, de ser el chico del diez, de trabajar en lo que no le gusta y de una familia cuadriculada y vacua, decide marcharse dejando una nota para enfrascarse en una aventura de búsqueda de...