>> Hola, mamá:
Puede que sea mediodía cuando hayas desdoblado la carta, puede que más tarde. Igual ni si quiera te has dado cuenta de que ya no estoy en casa, me es lo mismo, al fin y al cabo lo verías antes o después. El motivo por el cual no he estado en casa esperando tu vuelta de la iglesia es simple, he preferido marcharme rápido antes de arrepentirme. No podría soportar tus ojos cayendo hacia el suelo, como cuando murió papá. La diferencia es que yo algún día espero volver, aunque no sabría decirte cuándo.
La responsabilidad me ha apretado hasta el límite, mamá. Todos estos años luchando por una beca y ahora... un nueve con dos. Fin del sueño -si así puede llamarse- de sacar esta familia adelante encerrado en un laboratorio. Ahora podré acceder a poca cosa, a un sueldo que no pueda cubrirnos a los dos. Esa, mi pesadilla del día a día se ha cumplido. A ti también te han despedido, menos ingresos en casa, mayor la dificultad que arrastrar. No quería decírtelo, pero a mí también me han despedido, la cafetería ha quebrado. Ya no nos queda nada. Tristeza, tristeza, tristeza...
Todo son malas noticias, siempre malas noticias. Podría haberme resignado a trabajar para el novio de Maritere, pero qué quieres que te diga, nunca me ha caído bien. Además, nunca se sabe cuándo van a divorciarse, ya es el tercero y puede que no sea el último. Me he resistido a no buscarme la vida por mí mismo, considero que no sería fiel a nosotros, que me ahogaría en la cadena del favor y tú conmigo. No quiero que eso pase.
Por otro lado, tengo algo que contarte para que entiendas por qué me he ido. Esta noche he conseguido un gran trabajo, te lo aseguro mamá, un gran trabajo. Sesenta y dos mil quinientas setenta libras al año, nada menos. Te enviaré dinero todos los meses, te lo prometo. No pienso abandonarte por muy lejos que esté. Te iré dando más detalles conforme avance el proceso, pero tranquila, mamá. Estaré bien.
No me llevaré el móvil. Creo que así será mejor para todos. Prefiero escribirte periódicamente, pero no me contestes. No quiero atarme al pasado, necesito acabar este trabajo y de esta manera creo que lo podré conseguir.
A todo esto, lo único que yo deseo es que tú estés bien. Me encantaría que volvieses a quedar con tus amigas de siempre. Hace poco me encontré con Lidia y me preguntó por ti. Te echan de menos. Abre las ventanas, sal a la calle y deja los antidepresivos. No te hacen nada bien. Eres maravillosa tal y como eres, no necesitas a nadie para ser feliz, ni si quiera a papá. Él no va a volver, pero tú sí puedes volver. Hazme ese favor. Hazlo por mi, porque cuando vuelva seré otro y quiero reencontrarme contigo, pero con quien eras antes de llorar. Será más pronto de lo que piensas.
Te quiero más que a nadie en el mundo,
nos vemos pronto,
tu hijo, Dani. <<
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El peregrino
AdventureDan, cansado de estar sentado siempre en la silla de un escritorio, de ser el chico del diez, de trabajar en lo que no le gusta y de una familia cuadriculada y vacua, decide marcharse dejando una nota para enfrascarse en una aventura de búsqueda de...