Parte/2

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Sábado/18/2/1967

Esté día fue el más feliz de mi vida, voy camino al altar del brazo de mi marido, tengo diecisiete años, mi marido veintisiete, fue un noviazgo de seis meses, y otros seis meses preparando todo para la boda.

Termino la ceremonia, siguió una elegante fiesta en el club de golf Santa Anita, a mitad de la fiesta partimos al aeropuerto a tomar un avión que nos llevó a la ciudad luz, París.

Mi noche de bodas fue inolvidable mi marido tuvo mucho tacto fue amoroso y cuidadoso al mismo tiempo, tan maravilloso fue que llegue de encargo de mi primer hijo, fue una espera larga pero al cabo de nueve meses di a luz a mis gemelos niña y niño, Sagrario y Sebastián. Pasarón nueve años de total felicidad, hasta el día de los acontecimientos.

24/12/1979

Era una noche como esta, pero esto pasó hace más de quince años y el recordar el evento todavía me lastima.

Era temprano en la tarde, subí a mis hijos a la camioneta y nos dirigimos a casa de mis padres dónde cada año se reunía la familia para celebrar la noche buena, cuando llegamos ya estaban mis dos hermanas con sus hijos casi de la misma edad de los míos, mis padres viven en una casa muy grande, diría yo que demasiado; con un jardín inmenso, mis hijos y mis sobrinos no se cansaban de explorar la gran mansión, poco tiempo después llego mi cuñada, esposa de uno de mis dos hermanos, dejamos a nuestros hijos a la vigilancia de mis padres, mientras las cuatro mujeres nos dirigimos al aeropuerto a recibir a mi hermano que venía desde Londres con su esposa y dos hijos a pasar la noche buena con nosotros, su esposa, una inglesa que disfrutaba mucho las tradiciones mexicanas. Cuando llegamos escuchamos que voceaban el vuelo que en esos momentos llegaba, nos dirigimos hacia la puerta de salida por donde tenían que salir los pasajeros, pasó alrededor de un cuarto de hora cuando empezaron a salir las personas, pronto vimos aparecer los rostros sonrientes de mi hermano su esposa y sus hijos, después de los abrazos correspondientes nos dirigimos a los vehículos y regresamos a casa todos muy contentos.

Llegamos, después de saludar a mis padres nos integramos, pasados unos minutos llego mi otro hermano, solo faltaba mi marido, pero todavía era temprano, él me dijo que iba a llegar un poco tarde ya que tenía que finiquitar algunos asuntos, yo comprendí, teníamos por costumbre salir de vacaciones al siguiente día de navidad, de pronto recordé que no había recogido el regalo de mi esposo, un reloj de la joyería, que estaría personalizado con su nombre.

Me escabullí de mi familia, no quería interrumpir el rato tan agradable que estaban viviendo, subí a la camioneta, emprendí hacia el centro de la ciudad, llegue a la joyería y recogí el reloj que estaba envuelto en una envoltura con motivos navideños y un gran moño, salí rápidamente de la joyería, quería estar de regreso al lado de mi familia.

Subí al vehículo, emprendí el regreso, pasé varios semáforos, de pronto en uno de ellos quede atrás de un carro idéntico al de mi marido, pero no podía ser mi marido, el hombre que manejaba el coche iba muy bien acompañado de una mujer, aprovechando el alto se besaban apasionadamente, yo hice caso omiso, pero en otro alto me tocó estar a la par del coche, vi al hombre, ¡¡Era mi marido!! -Que reía y aprovechaba cada instante para besar a la mujer.

Mi vista se nublo, en esos momentos mi mente quedó en blanco, el ruido de las bocinas que tocaban para que siguiera mi camino me sacaron del estado de shock en el que me encontraba, mis ojos no podían dejar de ver a la pareja que seguía riendo, las lágrimas asomaron a mis ojos, las cuales limpié, de pronto una rabia invadió mi mente y solo me limite a seguir el carro donde iban el par de traidores, se dirigieron a las afueras de la ciudad, el coche entro a un lujoso motel, espere unos minutos y enseguida entre, el encargado se extrañó al verme sola, solo me limite a decir:

-Vengo con la pareja que acaba de entrar. - El hombre rio con picardía, lo escuche decir entre dientes. - Un trio, esto se va aponer bueno.

- ¿Disculpe? no lo escuché...

-La habitación 303, bienvenida.

Entré y busque entre una hilera de puertas, el lugar era muy bonito lleno de plantas y árboles, pero mi mente no estaba predispuesta para admirar el lugar, yo solo quería encontrar la habitación. Por fin vi la puerta donde aparecían unos números dorados 303, me estacione, baje del vehículo y toque con mano temblorosa; la voz de mi marido se escuchó desde dentro.

-Pase, la puerta está sin cerrojo, que servicio tan eficiente.

-Mi marido y la mujer estaban completamente desnudos solo tapados con una sábana blanquísima jugando un juego erótico.

-¡Deje el pedido y salga por favor!- dijo mi marido con voz impaciente.

Camine hasta la cama y tome a la mujer por su larga cabellera.

-Pero, ¿qué le pasa a esta mujer?

-¡Carmela! ¿Qué haces aquí?

-¡¡Es lo que yo te pregunto maldito!!

-Saqué a la mujer de la habitación así en cueros como se encontraba, mi marido se quedó estupefacto no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, por fin reacciono, se empezó a vestir rápidamente yo salí de la habitación, solo escuche los gritos de mi marido tras de mí.

-¡Carmela espera no te vayas así!

-Como si te importara Imbécil.

Corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora