24/12/1994
-Las risas de mis hijos me volvieron a la realidad, salí a su encuentro.
-Mami ya estamos aquí, ¿Ya llegó mi papá?
-No hija ya no debe de tardar.
-En esos momentos se escuchó girar la llave da la cerradura de la puerta, mi marido entro sonriendo cargado de regalos como cada año, pasamos a la mesa, cenamos como cualquier familia bien llevada, cuando terminamos de cenar, mi hijo abrió la botella de champán y sirvió las copas, empezaron los brindis empezó mi marido, deseándonos felicidad y brindando por la unión familiar, enseguida seguí yo hago lo mismo, brindo por una vida mejor, enseguida fue el turno de mi hijo.
-Yo brindo por ustedes por su felicidad
-Mi hija dijo. -Yo también brindo por ustedes.
Chocamos nuestras copas, nos deseamos feliz navidad, mi hijo fue el primero en hablar.
-El hecho de que les pidiéramos que nos quedáramos en casa esta noche es para hacerles una petición. -Mi hermana y yo les pedimos que se divorcien.
-¡¡Qué!! ¿Pero qué clase de petición es esa?
-Mamá cálmate por favor, desde hace muchos años sabemos lo que pasa entre ustedes.
-¿Pero que se supone que pasa entre nosotros?
-Sabemos que duermen separados desde el momento que entro la segunda cama a la recamara matrimonial.
-Pero ya les dije que optamos tener otra cama porque tu papá ronca mucho y yo no lo soporto no me dejaba dormir.
-Estoy de acuerdo contigo de que no soportas a mi padre, pero no es porque ronca, cuando mi papá me llevaba a acampar dormíamos en la misma tienda y el no ronca. -Tú no lo soportas pero no es por eso.
Cuando mi papá, muy cariñosamente te tomaba de la cintura para guiarte a la recamara, -En cuanto cerraban la puerta los escuchábamos discutir agriamente, por más que bajaban la voz los oíamos, cómo se recrimínaban cosas uno al otro, eso nos asustaba mucho a mi hermano y a mí; dijo mi hija.
Resulta que todo lo que había hecho, no había servido de nada. Mis hijos, mis pobres hijos, vivieron sufriendo nuestra separación; me quise morir.
Como había descuidado ese detalle. Las discusiones, claro que discutíamos, mi marido exigía tener intimidad conmigo, yo me negaba y empezaba la discusión. Otras veces era yo la que empezaba la discusión, cuando una amiga mal intencionada me venía con el chisme que lo había visto con una lagartona, no era por celos, sino que al exhibirse me ponía a mí en ridículo.
Mis hijos nos dijeron.
-Los dejamos solos para que hablen entre ustedes.
-No hay nada de qué hablar; les dije
-¿Tú vas con el abogado o voy yo? -Le dije a mi marido.
-No te preocupes, yo arreglo todo. Cuando todo esté listo te aviso, si los dos estamos de común acuerdo no creo que tarde mucho el trámite.
Al siguiente día fuimos con mi familia, fue la última vez que fingimos ser una familia feliz.
Los trámites fueron rápido ya que fue un divorcio de común acuerdo, todo el dinero y los bienes acumulados durante nuestro matrimonio se repartieron al cincuenta por ciento cada uno, a mí me tocó la casa, cuando el divorcio concluyo, hice una reunión con mis amigas para ponerlas al tanto de la situación.
-Amigas estamos aquí reunidas para darles un aviso.
-Hay amiga no me digas que te vas de viaje de segunda luna de miel.
-Nada de eso amigas, les comunico que Jesús y yo nos divorciamos.
-¡¡Qué!! Pero no es posible,-¿Por qué? ¿Acaso te dejo por otra mujer?
-A ver amigas, no me dejo, nos divorciamos, nadie dejo a nadie, ni él me dejo a mí, ni yo lo deje a él, simplemente ya no somos compatibles jajaja.
La que quiera seguir siendo amiga de una divorciada, adelante, la que no, siéntase libre, lo comprenderé. Siguió la reunión aunque yo sabía que algunas de esas mujeres que se decían mis amigas era la última vez que iban a acudir a otra de mis reuniones, quizás obligadas por sus maridos, siempre que hay un divorcio, también hay separación de los amigos toman partido por alguno de los dos. Pero eso no me importaba las que se quedaran con mi amistad era porque en realidad eran mis verdaderas amigas.
-Mi familia también puso el grito en el cielo, pero no me importo, yo me sentía libre por primera vez desde que descubrí la infidelidad de mi marido.
Mis hijos se independizaron lo que aproveche para vender la casa familiar era muy grande para mí sola. Compre una más pequeña en una colonia residencial muy exclusiva, conocí al arquitecto que las construyó cuando pedí unos cambios; -era un hombre muy agradable, era viudo al igual que yo tenía dos hijos adultos, surgió una bonita amistad y con el tiempo nos hicimos amantes a ninguno de los dos nos interesaba el matrimonio, ni siquiera vivir juntos, cada cita era como si fuera la primera
Pasaron diez años, mis hijos se casaron. La vida me deparaba una prueba muy difícil.
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Corazón roto
Short StoryEsta historia está basada en una historia real, sin embargo algunos hechos y personajes son ficticios. Tengo sesenta y seis años. Soy esposa, madre y abuela, por muchos años viví atrapada por el miedo al qué dirán, perdí años de felicidad presa del...