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—Vamos, siento curiosidad —preguntó HoSeok con la vista fija en la carretera—. Ya llevo 4 días contigo, merezco saber por qué demonios eres un fugitivo de la ley.
—Si no te callas, se añadirá el asesinato a mi lista de crímenes —gruñó Suga por toda respuesta.  Sostenía el mapa en las manos y trataba sin mucho éxito de encontrar el camino a Busan. Aquel estúpido papel verde con rayas de colores y palabras sin sentido no estaba siendo de mucha ayuda. Y por si fuera poco, era noche cerrada, y la poca luz que entraba en el coche no le permitía ver como era debido—. Joder.
—Esas palabras —le regañó HoSeok.
—Cierra el pico —replicó Suga—. ¿Acaso has olvidado que llevo un arma encima? Dios, el primer día te echabas a temblar cada vez que te miraba, y ahora te crees con derecho a amonestarme por mi puto lenguaje.
  HoSeok hizo una mueca de disgusto.
—No pongas esa cara —refunfuñó Suga dándole la vuelta al mapa, tratando de encontrarle alguna lógica a esos dibujos—. Puto mapa.
  No habían entrado en ninguna ciudad en los últimos 4 días, por lo que los pocos mapas conseguidos eran de baja calidad o incompletos. El pelimenta maldijo interiormente a las gasolineras sin mapas decentes y acercó el papel a su rostro.
  HoSeok le miró de reojo.
—Lo estás sujetando mal —comentó volviendo la vista a la carretera.
—Cierra el pico.
  El pelimenta volvió a darle la vuelta al mapa y trató de entenderlo. Veía perfectamente la palabra "Busan", pero las sombras de la noche hacían que confundiese las líneas con los dibujos.
—¡Maldita sea! —explotó. Arrugó el papel con furia y lo arrojó al asiento trasero— ¿Quién carajo hace estos mapas? ¿Niños de 5 años?
—Deberías dormir —dijo HoSeok—. No me creo capaz de soportar tu mal genio toda la noche.
—Imbécil.
  Aun así, minutos después Suga dormía felizmente en el asiento trasero mientras HoSeok trataba de no cerrar los ojos y de concentrarse en conducir. La noche anterior había dormido allí mismo, en el asiento de conductor, esposado a su captor y con las ventanas subidas. Aún le dolía el cuello.
  Por un segundo se le pasó por la cabeza aprovechar el sueño de Suga y llamar a alguien, pero recordó, con una risita amarga, que el pelimenta había tirado su móvil por la ventana del coche el segundo día de huida. HoSeok había protestado a gritos un día entero por la pérdida de un celular tan caro. Ni siquiera prestó atención a las repetidas amenazas de Suga sobre dispararle si no se callaba; ni él ni nadie tenían derecho a tirar su teléfono por ninguna ventana. Aquel fue el día en que perdió parte de su miedo al pelimenta. Fue un día memorable.
  HoSeok suspiró y volvió a centrarse en la carretera. Ya llevaban 4 días viajando por las carreteras de Corea del Sur, buscando llegar a Busan. La cosa hubiera acabado pronto si "Suga" (un mote ridículo, en opinión del pelirrojo) le hubiera permitido pedir indicaciones a la gente que veían, pero el peliverde era un paranoico y no le dejaba ni salir del coche, a excepción de para ir a los baños de las gasolineras. HoSeok empezaba a no sentir las piernas.
—Hmm... —oyó un gemido somnoliento proveniente del asiento trasero.
  Suga estaba hablando en sueños.
—JiMin... —murmuraba el pelimenta con voz pastosa— JiMin... no... ¡¡NO!! —gritó Suga incorporándose de repente.
—¡AH! —sobresaltado, HoSeok aplastó el pedal del freno y el coche se detuvo en seco en medio de la carretera, frenando de forma brusca y haciéndole dar un tirón hacia adelante— ¡Auch! ¡Mierda!
  A pesar de su alarmante palidez y de su reciente pesadilla, Suga no pudo evitar soltar una carcajada ante las palabrotas del pelirrojo.
—¡No te rías, psicópata! —exclamó HoSeok intentando poner en marcha de nuevo el coche— ¿Qué demonios fue eso?
—Ah... Una pesadilla —Suga recuperó su expresión sombría—. Es algo normal teniendo en cuenta que no he dormido bien en los últimos 4 días.
—Ah, ¿crees acaso que yo sí?
—No he dicho eso.
—Pues...
—Buenas noches —le interrumpió Suga, dejando claro que no se volvería a hablar del asunto.

  A la mañana siguiente, mientras ambos degustaban café para llevar de la gasolinera más cercana, con el coche aparcado detrás de unos arbustos, HoSeok volvió a hacer preguntas.
-—¿JiMin es tu novia?
—¿Qué? —Suga se echó a reír. Suponía que el pelirrojo haría preguntas, pero no creía que fueran de aquel tipo— Serás idiota... JiMin es un chico.
—¿JiMin es tu novio?
—¡Estúpido, no! —el peliverde le dio un golpe en el hombro haciéndole derramar parte del café— Ah, perdona.
—Wow. Wowowow, ¿acabas de disculparte? —HoSeok abrió unos ojos como platos, ignorando la mancha que se extendía por su camiseta— Tendría que haberlo grabado. Oh, espera, no puedo —frunció el ceño—. Tiraste mi celular por la ventana, cabeza de musgo.
  Suga le dio tal manotazo a su vaso que le hizo derramar el resto del café sobre sus pantalones. HoSeok no dijo nada, se limitó a coger varios pañuelos y a secarse como podía.

  Pasaron el resto de la mañana conduciendo hacia el Este con la esperanza de dar con Busan. Suga seguía sin poder interpretar los mapas y HoSeok estaba demasiado enfurruñado para ayudarle, por lo que al mediodía seguían sin hacer ningún progreso.
—Putas carreteras en espiral —se quejó Suga mientras miraba pasar los árboles—. No llevan a ninguna parte.
—Escucha... Suga —dijo HoSeok con cautela—. Es bastante obvio que tienes alguna clase de compromiso en esa ciudad, no hay otra explicación para tu insistencia en volver a ella. No sé quién o qué te está esperando en Busan, pero ya han pasado 5 días... —dijo con la esperanza de que Suga se rindiera y quizá se marchara— No creo que siga allí.
—¡Cállate! -rugió el peliverde, sobresaltándole— ¡Tú no sabes nada, así que sólo cállate y conduce!
  HoSeok apretó los labios y clavó la mirada en la carretera.

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