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—Por favor... —HoSeok tiró su dignidad a la basura e hizo un puchero— Porfis, porfis, porfis...
—Te lo he dicho miles de veces, no —gruñó Suga—. No puedes salir del coche, idiota.
—Pero estarás conmigo para vigilarme. Sólo unos minutos, por favor... —suplicó el pelirrojo.
—¡No!
—¡Pero no siento las piernas! —lloriqueó HoSeok— ¡Necesito salir a pasear un poco! ¡Te lo ruego!
  Al final Suga cedió y le permitió dar un pequeño paseo por el borde de la carretera. Estuvo pegado a sus talones con la pistola en la mano hasta que ambos volvieron a meterse en el coche. El aire fresco y el sol de la tarde le dieron a HoSeok las energías suficientes para encararse con Suga al volver al vehículo.
—Bueno, ahora que tenemos la cabeza más despejada —empezó, intentando ser diplomático—, sugiero, no, aconsejo fervientemente pedir direcciones a alguien para llegar a Busan.
  Suga le dirigió una mirada que gritaba "antes muerto y enterrado que pedir direcciones", pero esas palabras no llegaron a salir de su boca.
  Algo vibró en el bolsillo de la cazadora del pelimenta. Suga sacó un celular viejo y con la pantalla hecha añicos y, al ver que se trataba de una llamada, su rostro se iluminó de pura felicidad.
—¡Joder, sí! ¡Por fin! —exclamó con alegría, para sorpresa de HoSeok. Se apresuró a aceptar la llamada y pegó el teléfono a su oreja— ¡Jin hyung, gracias al cielo! Hyung... ¡Hyung, eso me importa una mierda! ¿Dónde está JiMin? ¿Está bien? —la respuesta debió de ser satisfactoria, porque la sonrisa de Suga se hizo un millón de veces más amplia— ¿Está contigo? ¡Dios, te quiero, hyung, te amo, te adoro, te idolatro! ¡Gracias!
  HoSeok, estupefacto, observaba al pequeño rayito de Sol que se había materializado en al asiento de copiloto con una cara de confusión e ignorancia admirable.
—Sí, hyung, estoy bien —continuó el pelimenta—. ¿Está JiMin despierto? ¿Sí? ¡Dile que se ponga al teléfono! —lo gritó como si se tratara de un asunto de vida o muerte. Mantuvo silencio durante unos segundos hasta que oyó algo que debía de ser JiMin al otro lado de la línea— ¡Oh, JiMinnie! -jadeó emocionado— Sí, sí, soy yo, YoonGi... Oh, me alegro tanto de que estés bien... ¿Estás sano? ¿Duermes lo suficiente? ¿SeokJin hyung te da de comer?
  HoSeok llegó a la conclusión de que JiMin era probablemente el hijo o hermanito de 5 años de Suga... O mejor dicho, "YoonGi".
  Se le hacía raro verle en ese estado, apenas unos segundos antes su hyung le estaba fulminando con la mirada como si fuera una vulgar cucaracha.
—No te preocupes por hyung —dijo Suga—. Estoy perfectamente. Intento volver a casa, pero los estúpidos mapas no se entienden.
  «Oh». HoSeok dio un respingo. «Conque delante de JiMin no dice palabrotas», pensó, sumamente ofendido.
—No, no estoy solo, estoy con un amigo —quizá fuera una ilusión óptica por la puesta de sol o algo así, pero YoonGi parecía tener los ojos llorosos—. Se ha ofrecido a llevarme a casa en su coche —el pelirrojo contuvo una carcajada, recordando cómo Suga le había amenazado con pegarle un tiro si no le ayudaba a fugarse, tan solo 5 días antes.
—No, no es ningún delincuente —negó YoonGi—. Es una buena persona. Se llama HoSeok. Te caería bien. No, JiMin, no te estoy mintiendo, mira —acercó el teléfono a los labios de HoSeok y gesticuló para que dijera algo.
—Eh... Hola..., JiMin —tartamudeó el pelirrojo.
—¿Eres HoSeok? —la voz era aguda, pero HoSeok juraría que pertenecía a un hombre de al menos 20 años— ¿Estás con mi hyung?
—Eh, sí... —respondió HoSeok. Sea quien sea ese chico, pensó, YoonGi quería que se mantuviera en una inocente ignorancia. Y era mejor seguirle la corriente al que poseía una pistola— Sí, por supuesto, ahora mismo estamos los dos en mi coche. En cuanto podamos pedirle indicaciones a alguien conduciré hacia Busan cual piloto de carreras.
  YoonGi le dirigió una mirada de profundo agradecimiento y volvió a llevarse el móvil al oído.
—¿Lo ves? —sonrió— No estaba mintiendo para que te sintieses mejor, es una persona real.
  JiMin dijo algo que hizo a Suga reír. Increíble, ¡reír! ¡Sin ningún deje burlón o negligente!
—Ah, JiMin... Tengo que encontrar a alguien que me indique la dirección a Busan lo antes posible. Te quiero. Pásale el móvil a Jin hyung... —esperó unos instantes— SeokJin hyung-nim, mil gracias por cuidar de JiMin. Te debo una, gracias. Escucha, si las cosas nos salen bien y nos dan las indicaciones correctas, llegaremos a Busan mañana como muy tarde. ¿Sabes algo de Randa..? —unas cuantas palabras más tarde Suga suspiró de alivio— Gracias a Dios que no han vuelto a la ciudad. Si lo hacen, asegúrate de que JiMin esté a salvo. Nos vemos mañana, Jin hyung... Y otra vez muchísimas gracias —y colgó.
  Los 2 muchachos se quedaron en silencio durante lo que parecieron siglos.
  YoonGi estaba sonrojado, como si HoSeok hubiese visto algo terriblemente vergonzoso e íntimo sobre él. Por su parte, el pelirrojo trataba de descifrar cómo el hombre más amargado que había conocido era capaz de hablar con tanto afecto a otro ser humano. Lo bueno de todo era que al menos Suga había accedido a pedir indicaciones para encontrar Busan y todo aquel lío acabaría pronto.
—Eh... —YoonGi se rascó la nuca, incómodo— JiMin es mi hermano pequeño —aclaró, aún sonrojado—. Antes de fugarme le dejé solo en en Busan y por eso tengo tanta prisa en volver. Un amigo mío, SeokJin, le está alojando en su casa ahora mismo, pero yo...
—Lo entiendo —HoSeok le ahorró una explicación que claramente era incómoda para el pobre YoonGi. También por esa razón evitó preguntarle por qué se había fugado—. Vamos a dormir, ¿te parece? Mañana le preguntaremos a alguien sobre el camino a Busan y nos dirigiremos allí. Tú volverás con tu hermano y yo volveré a mi vida normal y todos seremos felices... Si no te pilla la policía, claro.
—Tranquilo, no es la policía quien me busca.
  Por primera vez en 5 noches HoSeok durmió sin esposas aprisionándole las muñecas. Al pelirrojo ni se le pasó por la cabeza escapar mientras YoonGi dormía.

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