Cierto chico de ojos azules caminaba en las frías calles de la ciudad, las cuales estaban cubiertas de personas con abrigos, algunos conversaban y otros simplemente iban a sus hogares con la intención de refugiarse del frío. El chico los observaba hasta que su vista se poso en un pequeño niño de la mano de su madre, como extrañaba a la suya, y más en momentos como ese.
Continuo caminando hasta que llego a la parte “peligrosa” de la ciudad. Todos ahí lo miraron raro o con desprecio, Alonso solo se coloco la capucha de su sudadera y metió una de sus manos en la bolsa de su pantalón. Había recordado que Jos le dijo que cuando pasara por esos lares, actuara rudo, pero por dios, ¿Qué tan rudo se puede ver alguien bajito con un oso de peluche en sus manos? Además, le advirtió nunca venir a menos que el pelinegro lo acompañase. Definitivamente si no se apresuraba, se lo comerían vivo en ese lugar.
Escucho al cielo tronar, maldijo por lo bajo cuando vio como las gotas de lluvia caían a su alrededor, todas las personas ingresaron a sus casas, aunque estas se encontraran cayéndose a pedazos. El rubio apresuro su paso, pero a los pocos minutos se arrepintió de ello ya que cayo al suelo, no tenía energía, no había comido nada desde el día anterior, salvo las galletas ofrecidas por su amigo Bryan, y le dolía demasiado el cuerpo por su reciente golpiza. Intento levantarse, pero sus brazos flaquearon, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¿¡Alonso!?—Escucho una voz.—¿¡Qué rayos haces aquí!? ¡Sabes qué es peligroso!
Sintió como alguien lo tomaba por los brazos, ayudándolo a levantarlo, cuando descubrió de quien se trataba, no dudo en lanzarse a sus brazos, comenzando a sollozar, valiendole si se enfermaba, necesitaba a ese chico.
—J-Jos.—Sollozo.—No me hagas a regresar, por favor.
—¿A-alon?—Pregunto preocupado al ver a su niño así.—Vamos a mi casa.
Alonso asintió, se aferro al brazo del pelinegro, sin dejar ver su cara y comenzaron a caminar a paso lento debido a la debilidad del menor, aunque Jos quería apresurar el paso porque temía que la lluvia provocará que el oji-azul se enfermara, y en el estado en que lo veía, no era muy conveniente.
Después de unos cuantos minutos llegaron a la casa del oji-miel, el cual abrió rápidamente e hizo entrar primero al rubio, dejó a Alonso sentado en una silla mientras que buscaba entre sus cosas alguna toalla o algo con que secarse. Cuando encontró una toalla, le indico al menor que se quitara su sudadera y se secara rápido.
—¿Qué paso?—Le preguntó mientras se quitaba su suéter.
—Y-yo...—Lo miro.
—¡Dios mio, Alonso!— se acercó a él rápidamente.—¡Tu cara está toda golpeada!
—Por eso vine, Jos... M-mi papá... —Sintió un nudo en la garganta.
—¿De nuevo borracho?— preguntó mientras acariciaba sus mejillas.—¿Ahora porqué?
Alonso suspiro intentando contener sus ganas de llorar, pero cuando comenzó a relatarle lo sucedido al pelinegro no pudo aguantar más y comenzó a llorar nuevamente ya que con cada palabra recordaba lo que sentía cuando su padre estaba con el, ya sea golpeándolo o tocándolo. Cuando término de hablar, estaba hundido en llanto y Jos se encontraba abrazándolo y acariciando su cabello con la intención de calmarlo.
El oji-miel tomo del mentón al rubio y beso con delicadeza sus labios, con la intención de hacer que el oji-azul se sintiera protegido y lo logro. Alonso seguía llorando, pero cerro sus ojos lentamente mientras enrollaba sus brazos en el cuello de su novio.
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M U R D E R «Jalonso»
FanfictionAlonso tiene problemas. Alonso ama a Jos. Jos ama a Alonso. Jos tiene un arma en sus manos.