Rapunzel estaba aterrada. Las piernas le temblaban, y se secaba el sudor de las manos repetidamente en la falda.
Estaba completamente vestida de morado, con una falda esponjada y una chamarra de mezclilla. Se había recogido el rubio cabello en una coleta, y sus labios tenían labial violeta.
Era su primer día de escuela. Para cualquier chica entrando a segundo de preparatoria, no sería la gran cosa.
Pero, este era el primer día de clases en la vida de Rapunzel. Era la primera vez que pisaba la escuela, y apenas comenzaba a descubrir el mundo.
Los padres de Rapunzel eran millonarios. Solían vivir en Nueva York, donde tenían una gigantesca empresa que batía récords mundiales y les generaba tanto dinero que podrían llenar el edificio de billetes.
Por este motivo, la joven fue secuestrada cuando tenía apenas un año, y no habían logrado rescatarla hasta quince años después, recién había cumplido los dieciséis.
Toda su vida, la joven había crecido asustada del mundo, bajo las constantes amenazas de su secuestradora: Gothel. No había salido de la oscura casa en la que vivía, y no había ido al colegio nunca.
Al parecer Gothel se había encariñado con ella. Su plan era simplemente pedir dinero por el rescate, pero siempre había querido una hija, y cayó enamorada de Rapunzel, por lo que decidió criarla como si fuera suya.
No la dejaba salir de la casa, pues temía que la arrancaran de sus brazos, así que la educó ahí. Iba al corriente con los muchachos de su edad, pero todo se lo habían enseñado sin salir a la calle, ni a tomar un poco de aire.
Por suerte para la joven, una serie de acontecimientos habían provocado que sus padres la encontraran, y ahora estaba sana y salva, protegida y con una pareja amorosa ejerciendo como figura paterna.
El matrimonio Corona compró una casa en un pequeño pueblo llamada Disneyland, y se alejaron de la gran ciudad. No cerraron la empresa, pero decidieron retirarse y poner a alguien más al mando. Tenían suficiente dinero para vivir una vida de lujo y, de todas maneras, seguían generándolo.
Así que, después de un largo verano en Hawaii, ahí estaba ella, a la entrada de Disney High School (la preparatoria a la que asistiría) y pisando, por primera vez en su vida, una escuela de verdad.
Abrió los ojos como platos al ver los pasillos infestados de estudiantes, de todos tamaños, complexiones y colores. No sabía qué mirar primero, si a los guapos colegiales, o a los curiosos casilleros de metal color azul.
Quería entrar en todas las aulas, y los pupitres le parecieron ofensivamente diminutos. ¿Qué era aquella cosa de la que salía agua, y como podían tomar de ahí con tanta tranquilidad un estudiante tras otro?
Respiró hondo, y, temblando de pies a cabeza, caminó por los pasillos. Vio el papel que tenía en las manos, y el número que estaba anotado ahí con pluma.
321
Con la mirada, fue viendo los números que tenía cada casillero, intentando no estorbar a nadie, y tocándose nerviosamente los gigantescos lentes que adornaban sus ojos verdes. Después de lo que pareció una eternidad, al fin encontró el casillero.
Volteó el papel, y vio la combinación. Después de varios giros y errores, al fin logró abrir el candado, y comenzó a meter los pocos útiles que había en su mochila. Se sorprendió bastante al notar que en el interior del casillero había girasoles pintados sobre un fondo turquesa, y se preguntó si así de bonitos serían todos.
— Disculpa— escuchó una vocecita a su izquierda— ¿Te importaría negociar?
Sin tener ni idea de a que se refería eso, volteó la mirada a la voz, y vio a una chica.
Rapunzel nunca se había considerada exageradamente alta, pero, junto a la joven frente a ella fácilmente podía parecer un gigante. Tenía la piel apiñonada, y el rostro repleto de pecas. Su cabello rubio rojizo estaba recogido en dos bellas trenzas y portaba un gorro gigantesco en su cabeza. Sus ojos azules la miraban con amabilidad, y pudo ver que vestía en varios tonos de verde.
— ¿Negociar? —preguntó Rapunzel, la voz temblando ligeramente.
— Lo siento, probablemente no fue lo más adecuado. Empezaré de nuevo. — La chica respiró hondo y le extendió la mano. — Mi nombre es Anna Arendelle, y ella es mi amiga Mérida DunBroch.
A la derecha de Anna, había una joven más alta que Rapunzel, y que vestía una chamarra de cuero y unos jeans entubados. También tenía pecas, aunque era considerablemente más pálida. Rapunzel abrió los ojos al ver su enredado cabello rojo, que se asemejaba a la melena de un león.
— Encantada— balbuceó la chica— Mi nombre es Rapunzel.
— Oh, es un nombre hermoso— replicó Anna, la voz aguda— Bueno, Rapunzel, lo que ocurre es que ese era mi casillero el año pasado, y, como puedes ver, me costó bastante trabajo adornarlo.
Con que por eso es tan bonito pensó la rubia, mirando de reojo los bellos tulipanes.
— No sé si te importe cambiármelo. Mi casillero está justo debajo del tuyo, así que no sería gran cambio. Pero de verdad me tomó mucho tiempo hacer aquellos tulipanes, y me encantaría tenerlos de vuelta.
— Por supuesto— afirmó Rapunzel con una sonrisa— Pero con una condición.
Mérida arqueó una ceja, y Anna pareció confundida.
— ¿Cuál? —preguntaron ambas al mismo tiempo.
— ¿Podrías ayudarme a adornar el mío también?
— Oh, por supuesto— afirmó Anna dando saltitos— Me encanta pintar, y más casilleros. ¡Es una estupenda idea!
Después de intercambiar casilleros, y de escuchar el parloteo de Anna, las tres chicas se miraron, un tanto incómodas. La campana sonó, y los alumnos comenzaron a apurarse.
— ¿Qué clase tienes? — preguntó Anna, con una sonrisa amable.
Rapunzel, nerviosa por todo el movimiento a su alrededor, miró su horario.
— Historia del Arte.
— Yo tengo esa clase también— le dijo Mérida, con una sonrisa torcida— Podemos ir juntas.
— A mí me toca Álgebra— repuso Anna con la nariz arrugada y una mueca de asco— Pero vayan ustedes a su clase, y nos veremos a la hora del almuerzo.
Anna salió corriendo por el pasillo, dejando a Rapunzel sola con la pelirroja. Mérida volvió a sonreírle, y luego de indicarle a dónde estaba el salón, la tomó del brazo y ambas caminaron juntas por el pasillo.
Por primera vez en el día, Rapunzel se sintió sumamente aliviada, y se alegró de que pudiera decir que ya había hecho dos nuevas amigas.
Nada más para los primeros diez minutos de clases.
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Royals
FanfictionBienvenido al sistema de castas más cruel de todos: La preparatoria. Disney High School es la escuela más prestigiosa de la ciudad, y todos quieren formar parte de ella. Pero, aún más personas quieren ser parte del grupo más popular de la escuela: L...