Celos del León (Cap15)

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     Había transcurrido la cena con normalidad, entre risas e historias sureñas relatadas por el temible, como le llamaba Robb, León mayor.

Él no había notado lo hermosa que ella estaba hasta que por el rabillo del ojo diviso al señor de Invernalia muy risueño con su "Cat", si él la había pensado como suya, creía que por el hecho de haber engendrado una hermosa niña de ojos esmeralda tenía derecho sobre ella, lo que no tenía en cuenta hasta el momento era que Eddard Stark le aventajaba por sobre cuatro chicos más, con el entre cejo fruncido y los labios presionados en una línea jugaba con su comida en el plato sin oír ni prestar atención a lo que ocurría a su alrededor, pronto escucho el zumbido de su padre en el oído . – Puedes prestar atención Jaime– espeto su este con cierto dejo de molestia en su voz, al ver que no recibía respuesta alguna prosiguió. –Te han preguntado más de dos veces, y no has dado señales, no vendrás a estas alturas parecer un sin modales, solo eso me faltaba– luego de aquella represalia se ergio en la banca con su mirada dura hacia el frente, encontrándose con los azules de Catelyn, sin hacer ademan de parecer amable ni por esfuerzo aparto la mirada dejándola aún más desconcertada de lo que se encontraba minutos antes. Terminada la cena ella tenía pensado visitarlo en sus aposentos y averiguar el porqué de su molestia durante la cena, pero sus planes pronto se vieron afectados cuando Ned pidió dormir a su lado, eso significaba cumplir como esposa y mujer lo que llevaría a cansancio y probablemente cuando Ned estuviera dormido y ella pudiera escapar a donde el matareyes, este también lo estuviera.

Esa noche cuando él la vio desaparecer por el pasillo sujeta por Eddard Stark de la cintura entendió que no podría conciliar el sueño debido a sus pensamientos, y así fue pasaban las horas y el solo tenía en mente ¿Qué estarán haciendo? ¿Disfrutara del como lo hace de mí? ¿Pensará en mí? ¿Le responderá cuando le dice te amo? –Dioses Cat me estas volviendo loco, ¿Por qué te has ido con él? – Es su marido después de todo, pero yo soy, soy ¿Qué soy? ¿Qué es ella?, a veces deseaba tener el coraje de Rhaegar Targaryen y llevársela lejos del Norte, pero ¿Quién era el para apartarla de su familia?

Así transcurrió una larga noche abrazada por el frió del Norte y los angustiosos pensamientos de ambos enamorados, al siguiente día el emprendió viaje por el bosque temprano y cuando ella esperaba encontrarlo en el desayuno no lo hizo, busco por el castillo, pregunto si le habían visto pero nadie pudo responder sus incógnitas, su última esperanza estaba en la torre, pero al llegar nuevamente se encontró vacía el simplemente no estaba por lugar alguno y un dolor se sentó en su pecho, quizá había ido con alguna mujer por ahí, como lo había hecho Tyrion en su última visita, sintió la calidez de una lagrima resbalando por su mejilla y fue allí cuando comprendió el dolor que él pudo sentir si noto lo que había ocurrido la noche anterior con su esposo, más aún lejos de sentir culpa sentía confusión, estaba triste por Jaime pero había disfrutado su noche en los brazos de su Ned, ¿Qué le ocurría? Ni ella misma podía responder aquella pregunta. Luego de un tiempo en la torre decidió bajar, a los pies de la estructura se encontraban sus hijos, las niñas observaban a sus hermanos practicar con las espadas, era el turno de Jon y Robb batallaron largo tiempo, hasta que el Stark legitimo reclamo la victoria haciendo resbalar a su hermano, este ya sentado en el barro ofreció su mano para conseguir ayuda, Robb sin pensarlo y sin prevenir extendió la suya cuando a los segundos estaba a un lado de Jon entre las risas de sus hermanos, Catelyn observo la escena divertida caminando hasta el lado de Ned que al igual que ella sonreía. –Ensuciareis vuestra ropa – les advirtió con una cálida sonrisa de madre pero sin dejar su tono seguro. –Se lavara luego – replico Robb y Jon asintió de acuerdo con su hermano, ella ladeo la cabeza mirándolos desaprobatoriamente y prosiguió – Es eso cierto, pero al menos si luchareis en el barro como lo hacíais a la edad de tres, que no sea delante las chicas – expuso haciendo un gesto de cabeza hacia una esquina donde se encontraban algunas de las doncellas de Invernalia con sonrisitas tontas, como había pensado Cat minutos antes.

La tarde pasaba a prisas y ella podía notar la venida de la fría noche, por el gélido aire sobre su rostro, no se había cruzado con Jaime y eso la tenía inquieta, miro por un instante a la pequeña damita sobre su regazo y sonrió, era hermosa, sin duda sería una bella doncella, se preguntó si algún día ella seria reina o si un hermoso joven la pediría para una gran casa como señora, incluso si algún día sabría que por su cuerpo corría la sangre del león. Uno, Dos y Tres golpes en la puerta la sacaron de su trance. –Adelante – su voz resonó suave dentro de la habitación, alzo la vista encontrándose con los verdes y casi locos ojos de Jaime, llevo a la niña a su cuna esta se removió unos instantes para luego seguir cómodamente dormida, ella giro sobre sus talones haciendo frente al rubio frente a ella. – ¿Por qué Catelyn? – Pregunto desesperado sujetándola por ambos antebrazos atrayéndola a él con brusquedad, ella hizo un gesto de dolor que pasó desapercibido ante sus celos – ¿De qué hablas Jaime? – Ella en realidad no había caído en cuenta el porqué de la situación – ¡Acaso debo recordarte que te has dio a encamar con Eddard Stark anoche! – Espeto casi con asco mirándola con furia, el rostro de Cat palideció, no encontraba las palabras para responder y su agarre se hacía más fuerte –Me haces daño – musito con algo de temor en su voz – ¿Me ves preocupado? ¿Debería tratarte con suavidad? Si te comportas como una – no alcanzo a terminar la frase cuando la frágil mano de la trucha se estampo contra su ahora ardiente mejilla, solo basto para enfurecerlo aún más, atrapo su cadera con sus grandes manos dejando marcas rojas que seguramente al día siguiente serian moratones –Jaime me haces daño, deberías calmarte tal vez antes de hablar, no puedes venir y tratarme así por cumplir mi deber como señora de Ned – frunció el ceño con la mirada firme en el, que lentamente soltó su agarre –¿Sabes el calvario que pase durante la noche? Ni cuando mate al rey loco me sentí tan mal – ella sonrió depositándole un suave beso –No, claro que no lo hiciste fuiste el héroe de Poniente, aunque debo admitir que cuando entraste por esa puerta no eras muy distinto a el – ahora fue el turno de Jaime de sonreír ante semejante declaración, poso sus manos sobre las caderas de Catelyn pasando sus pulgares con suavidad sobre el lugar que hace unos minutos había dañado. –Perdóname, sentía tantos celos que no me medí y te lastime – bajo la mirada como niño reprendido pensó ella, levanto su barbilla con sus suaves manos y deposito un dulce beso, que fue interrumpido minutos después por Lyria –Madre , la cena ya está servida.. – frunció levemente el ceño al ver al rubio con su hermana en brazos y a su madre a un lado algo nerviosa en un rápido movimiento, la manta de Jynne en el piso con el lobo bordado en ella como si la hubiesen cogido con prisa, pero dejo esos pensamientos a un lado repitiendo su mensaje –La cena está servida, madre, ser Jaime – giro y salió por la puerta al instante que se cercioraron que se había alejado ambos soltaron un suspiro con una risa cómplice, para luego bajar a cenar sin antes un corto beso. 

Lady Stark, corazón de una LannisterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora