Un año después
11 de abril de 2016
Recién llevaba la mitad de un nuevo semestre. Eran cerca de las seis diez de la mañana. Como siempre, prendió su coche, por primera vez en mucho tiempo, al fin había dejado de hacer frío. Se miró al espejo retrovisor del auto, pareciera que el tiempo no pasó, que seguía siendo el mismo; pero la verdad distaba de esas falsas mentiras.
Ciertamente su rostro se veía un poco más adulto, no era para menos, ese año ya cumpliría veintidós y los últimos sucesos de su vida le habían pasado la factura. Además su forma de vestir, si bien era casual, ahora era el bombón asesino e intelectual que de tanto escribir decidió comprarse unas gafas y evitar su vista cansada.
Durante las vacaciones del semestre pasado, decidió tomar una estancia corta con uno de los profesores de la facultad. El artículo que publicó acerca de letras clásicas lo llevó a ganar el primer lugar en su categoría, con lo cual, en dos semanas tendría que exponerlo frente a la junta directiva de la escuela y jueces especializados en el tema. En el fondo se sentía un poco asustado, pero no le importaba mucho, igual prefería quedarse en el limbo de su mente.
Llegó a la facultad y estacionó como siempre hasta atrás, y con café en mano después de ponerle la alarma, prosiguió a su salón.
Entrando alrededor de las siete con cinco de la mañana, dejó su tarea sobre el escritorio de su profesor y continuó a sentarse; la clase ya iba a comenzar. Si bien viejos hábitos no habían cambiado como los de no hablarle a la gente, ese año parecía que las personas si trataban de interactuar con él. Especialmente porque a muchos se les hacía interesante o atractivo... o ambas.
Además sinceramente su humor ya no era tan arisco como al principio de la carrera. Hasta él lo sabía. Desde inicio de año, en cuanto decidió tragarse mágica y simbólicamente las doce uvas de los deseos en año nuevo; se propuso así mismo ser diferente. Relajarse, dejarse llevar. Después de todo, ya no valía la pena seguir amargándose así por alguien... por algo que no supo valorarlo.
Su trabajo le costó, no sólo emocionalmente sino también físicamente, y aunque todavía callera en mañas malvadas de vez en cuando, intentaba hacer lo posible para distraerse.
El día prosiguió normal, después del trabajo que presentó en enero, ahora era más popular, tanto entre sus compañeros como con los profesores... pero sin embargo, incluso con su plan de alimentación bien definido, horas de dormir determinadas, dos horas de ejercicio diarias, clases de manejo de estrés, y mil talleres más para distraerse, aún faltaba algo. Mejor dicho, alguien.
De cualquier modo todo bailaba relativamente normal, hasta que su genio cambió de nuevo. Tan solo escucharlo o tener que ver parte de su asquerosa figura; lo que viniera de él, lo ponía de muy mal humor... especialmente su cinismo inmiscuido que hacía lucir ante cualquiera que su relación era sumamente normal, cuando en el fondo; de nuevo a base de chantajes, manipulaciones y corazones heridos, logró su cometido.
-Pero miren a quién tenemos aquí –el susodicho se cruzaba de brazos. Ya estaba sentado en una de las butacas del salón. Se encontraban en la clase de corrección de estilo- y dime bastardito, ¿cómo está el sensei? –Le hablaba de forma socarrona y con una sonrisa triunfal en los labios. Sasuke prefería ni siquiera voltearlo a ver; le resultaba tan repulsivo, que si por él fuera, entonces seguramente le vomitara enfrente cada vez que lo viera- ¡Ah es cierto¡ -Decía en una expresión burlona- que ya no está. Lo perdiste –de nuevo el tipo que estaba frente al moreno, intentaba fastidiarlo a marchas forzadas- ¿cómo se siente eh? –Lo miraba con profundidad- ¿Cómo puedes levantarte día a día sabiendo la basura que eres? Solo mírate, ni siquiera puedes mantener una relación... te lo dije Sasuke, sin mí, tú no eres nada. Fue como lo predije –el chico ahora se sentaba al lado de él, dejando a un lado su mochila- no vales nada. Te lo dije desde que terminaste conmigo... jamás serías algo –el hombre colocaba sus manos por detrás de la cabeza- y ni te alegres por tu supuesto premiecito ese –le decía de forma grosera y peyorativa- eso solo fue suerte... todavía me acuerdo cuando estábamos en secundaria –suspiraba con una melancolía sobreactuada- y de todas las veces que te decía que eras un tonto –se mofaba de ello- era tan divertido ver la cara de idiota que ponías... ¿quién pensaría que alguien como tú tendría corazón? ¿Verdad basura? ¿Te has divertido sin mí? Recuerda que tienes que decirme todo lo que hagas... ahora estás solo y nadie podrá venir a salvarte... ni tus calenturas que tienes cada semestre... -antes de que continuara con sus vulgares comentarios, el menor lo paró en seco-
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Nuestro secreto
FanfictionSasuke ha comenzado desde cero con una nueva vida en la universidad. ¿Pero será así cuando tenga que ver de nuevo a aquél que le hizo tanto daño?