Capítulo 12: "Arrepentimiento"

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Cuando llegó a su casa, Sasuke estaba muerto, había sido una jornada larga especialmente para su salud mental, por lo que optó sólo por cambiarse de ropa e irse a dormir. Habían pasado muchas cosas, y recibido demasiadas noticias tanto buenas como malas para un solo día. Tenía que dejar descansar su mente; pronto, logró quedarse dormido, ya ni siquiera pudo leer el mensaje que Kakashi le envió una hora después; pero el problema, era que sus sueños cada vez con más frecuencia se estaban convirtiendo en pesadillas, y esa noche no sería la excepción.

Transcurría el año 2010, eran finales de septiembre y todo estaba como siempre. Todos se encontraban en la cafetería como de costumbre.

Sasuke y Juugo estaban comiendo, mientras Kiba se acercaba lentamente a ellos y seguían una conversación irrelevante.

De la nada, Karin hizo acto de presencia; lo sorprendente y que hizo que todos los que estaban ahí, incluyendo Ten-ten y Shikamaru abrieran los ojos de par en par, era que había llegado con un chico bien conocido por todos ellos. Se encontraba en otro grupo, pero ciertamente lo tenían ya identificado.

-Hola a todos, chicos –la muchacha hablaba, ligeramente nerviosa, tomada de la mano de él- como les había comentado antes, me estaba encontrando con alguien desde hace algún tiempo. Hoy les quiero informar que se trata de Sai –sonreía leve a la par que miraba al joven que hacía lo mismo- y que oficialmente ya somos novios

-¡Amiga¡ qué alegría me da escuchar eso –contestaba Ten-ten, mientras que en el caso de Juugo y Kiba, no hicieron más que hacerle un poco de mala cara. Al final esos dos odiaban con su vida al muchacho que estaba parado frente a ellos, dado que además de tener malas referencias de él, se notaba a leguas que era del tipo de persona engreída, prepotente, burlona, payasa... y de las del tipo que los hacía vomitar.

Por otro lado, a Shikamaru le dio igual como siempre, y a Sasuke, no es que haya sentido lo mismo, pero fue un tanto irrelevante... igual ya lo sabía y hasta de cierto modo no le importaba. Simplemente saludó con educación y eso fue todo.

En ese momento jamás pensó que conforme pasara el tiempo, Sai se volvería tan importante en su vida... que para 2013 se convertiría en otro de sus calvarios.

Un año antes de conocerlo, tuvo que pasar por otro trago un tanto amargo. Eran los primeros días de preparatoria, y una vez establecida la relación con Juugo, éste comenzó a platicar con más gente; su idea era conseguir un poco más de amigos.

Lamentablemente, ¿quién pensaría que eso a la larga traería tantas consecuencias?

Se encontraban en la clase de matemáticas; Sasuke se mantenía concentrado resolviendo unas ecuaciones, y para cuando volvió a mirar, su amigo venía con una chica más pequeña que ellos a uno de sus costados.

-¿Sasuke? –Le hablaba con tranquilidad-

-¿Quién es ella Juugo? –La miraba sólo de reojo; eso le bastó como para saber que no era buena compañía. Lo podía confirmar en los ojos de la muchacha. Notó su maldad y su envidia, pero sin embargo Juugo parecía contento de haberla encontrado-

-Se llama Ten-ten, estaba platicando un momento con ella y creí que sería buena idea presentártela. Él es Sasuke –le dedicaba una mirada a la joven, la cual contestó diciéndole su nombre al moreno. El chico ni se inmutó, sólo la sigo observando y enseguida continuó con lo suyo. Juugo comprendió que no tenía ningún interés, pero para no ser grosero, la invitó a sentarse y a hacer juntos los ejercicios que restaban.

Pasó alrededor de hora y media, Sasuke ya casi acababa con todas las cosas que la profesora había pedido; así que se le hizo fácil preguntarles a los otros dos. Pero cuando escuchó la respuesta de la chica que estaba sentada frente a él, se prometió así mismo que la mantendría lejos; comprobó lo que había pensado...

-Bien niños, sólo me falta hacer el ejercicio veinte, ¿tienen idea de cómo se hace?

-Yo recuerdo que tenemos un apunte de un ejercicio parecido –Juugo le contestaba a Sasuke- pero ni tu ni yo lo tenemos porque fue el día en el que no pudimos entrar

-¿Y tú lo tienes? –El menor le hablaba a la de cabello café

-Pues, creo que sí –se miraba algo renuente-

-¿Nos lo podrías pasar? Y ya acabamos todo para entregarlo –trataba de sonreírle aunque fuera un poco-

-Lo siento, pero no se los voy a pasar –ante la oración que acaba de decir, Sasuke quedó impactado y Juugo también-

-¿Cómo qué no? –El tono de voz del Uchiha había cambiado drásticamente- te estamos pasando todos los problemas, lo menos que podrías hacer, sería ayudarnos con esto

-¿Qué te sucede Ten-ten? Se supone que somos compañeros y nos debemos de ayudar –le decía el mayor-

-Sí –se levantaba de su lugar- pero eso no significa que los deje copiar

-¿A caso eres estúpida? –Sasuke lucía alterado- estás copiando todo... ¿pero qué te pasa idiota?

-Sasuke... –le susurraba el otro- jamás vuelvas si quiera a mirarme, niña estúpida

-No es mi culpa que no sepan resolver algo como eso –y así sin más se fue al otro lado del salón. Ante eso, una mirada de reprimenda se hizo presente para Juugo-

-Felicidades, excelente trabajo haciendo amigos –le hablaba con sarcasmo-

-No sé, qué pasó –el chico lucía totalmente descolocado. En verdad no comprendía que fue lo que le molestó a la otra, o por qué fue que los trató así. Se encontraba decepcionado. Aunque eso no impediría que un año después, ella se hiciera parte de ese grupo del mal.

-¿A caso no lo ves? Ella es mala, desde lejos se puede ver... pero eres idiota como siempre. Te he dicho mil veces que te fijes antes de hablarle a cualquiera. Por tu culpa, si estamos con la gente equivocada, acabaremos mal...

En ese instante el joven despertó. Abrió los ojos con el corazón bastante acelerado, podía sentir incluso sus pulsaciones en la cabeza. Estaba sudando, así que se levantó al baño para poder mojarse la cara y tranquilizarse por un rato. Seguramente el estar tanto tiempo solo en casa ya lo estaba afectando.

Además era muy fácil que tuviera ese tipo de sueños a causa del estrés de los últimos días, pero, ¿por qué tenía que estar recordando esas cosas? Le enfermaba que su subconsciente no lo dejara en paz y que cada vez que tuviera la oportunidad volviera a abrir las heridas que de por sí no estaban cerradas del todo.

Una vez que ya estaba sentado en la orilla de la tina, agachó la cabeza, cerró los ojos y comenzó a reflexionar acerca de todo lo que había sucedido. Esa manía ya la tenía repetida tantas veces, que no podía comprender por qué seguía haciéndolo; no era como que le calmara el dolor o le diera las respuestas que con tanta desesperación seguía buscando; pero sin embargo al parecer tenía la necesidad de seguir lastimándose con lo que ya había pasado. Por alguna extraña razón no estaba dispuesto a dejarlo ir; al contrario, era como si quisiera que viviera con él para siempre.

Sasuke conocía la respuesta al por qué de no querer olvidar, pero era algo que no le quería mencionar ni siquiera a Kakashi, dado que cuando éste lo escuchara, lógicamente se molestaría con él. Puesto que la verdadera razón, se encontraba al borde de la locura y el egoísmo.

-"Es que sólo así puedo escribir. Es una noche perfecta para escribir" –se dijo así mismo repetidas veces. Después de eso siguió recordando, pensando, hasta que de sus ojos cerrados comenzaron a emanar lágrimas y de sus labios fuertes sollozos acompañados de lamentos- Suigetsu... -susurró tan bajo, que hasta apenas él pudo escuchar lo que dijo. Abrió la puerta del baño y aun con sus ojos cerrados se dirigió a la sala para buscar su computador. Parecía incluso un acto de sonambulismo, pero estaba lo suficientemente despierto como para seguir con los trabajos que le habían encargado en la universidad.

Si bien, en la mayoría de las ocasiones, las historias del muchacho eran alabadas por media facultad; la verdad detrás de ellas, era mucho más oscura de lo que parecía en realidad. El secreto de Sasuke para lograr ese tipo de narración y esa sensación de malestar que les dejaba a aquellas personas que lo leían, radicaba en ese sufrimiento y destrucción emocional que él mismo se producía; a eso era a lo que le llamaba "fuente de inspiración". Pero mientras a la gente le gustara, no cambiaría su método, así terminara más cerca del borde del suicidio cada vez que acababa una historia.

Así se pasó toda la madrugada afinando y corrigiendo sus tareas hasta que dieron las ocho de la mañana. Se levantó y al pasar por uno de los espejos de la sala, notó las gigantescas ojeras que tenía por no haber dormido nada.

Como pudo se arregló para empezar otro día de escuela. Ya iba bajando las escaleras, cuando en ese momento lo recordó...

-"Por Dios, ¿qué estoy haciendo? –se decía así mismo para después darse un golpe fuerte en la cabeza- carajo, es sábado... –antes de que alguien más lo viera, subió rápido las escaleras para sentarse sin ganas en el sillón. Se quedó mirando la computadora un rato más, hasta que tuvo la sensación de querer escribir de nuevo. Como era de costumbre, se enfocaría en el pasaje más doloroso de su vida hasta ese momento. Ese capítulo llevaba como nombre: Suigetsu.

Nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora