Me dirijo a clases, me toca matemáticas a primera hora, mi pesadilla. Y no, no son los números los que causan estragos, es la la profesora Carolina. Ella es el problema. ¿Por qué? Lo verán más adelante.
Me apresuro, y veo a lo lejos a Hanna, ella está recostada de una pared. Al llegar, ella sube su mirada distraída de vuelta hacia a mí, le soy una sonrisa de boca cerra y ella me la devuelve, se para derecha y nos encaminamos al salón.
10 minutos después.
— Muy bien, ahora lo que sigue en este punto es —Continúa su clase la Prof. Carolina, todo en el salón hace silencio. Solo mirando a la pizarra para no perderse nada, preparándose para lo que les espera la semana que viene, el examen.
—Escucho como Hanna, que está a mi lado, empieza a llamar mi atención con sonido extraños que hace con su boca. Giro disimuladamente mi vista hacia ela y veo que tiene escrito algo en su libreta de apuntes.
¿Qué te dijo?
La miro incrédula, ¿A qué se refiere? Hablo la última página de mi libreta y escribo una respuesta.
¿De quién hablas?
Ella pone los ojos en blanco y miro que está escribiendo algo nuevamente.
El chico obsesionado con su celular, duh.
Intento no reír, y le devuelvo la respuesta.
— En realidad, solo era para darme unos papeles de una asignatura.
— ¿Solo eso? Ya creía yo que te estaba declarando su amor eterno y que siempre te observaba.
— Hanna, creo que lees de más.
— Sí, lo hago. ¿Pero qué tiene? Todo es posible.
— Pero el supo mi nombre fue hoy. Dudo que haya notado mi existencia antes.
— Uno nunca sabe. 7u7
— Ya cállate, y pongamos atención a la clase. Luego te arrepentirás de no haberlo hecho.
— No estoy hablando.
— Tú entendiste.
— Nop, no lo hice.
Deje de contestarle y ella pone su mano en su pecho con una expresión dramatizada.
Al final, tuvo que dejar las notas y el resto de la clase fue escuchando la voz de la Sr. Carolina. Sonó el timbre y todos salieron como si huyeran de una bestia. La Sr. Carolina da un suspiro de alivio y empieza a recoger sus cosas para ir al receso con sus colegas. Hanna y yo empezamos a salir junto a la profesora.
Ya en la cafetería del instituto, todos están regados como hormigas, unos riendo, otros burlándose, chicas tomándose selfies, chicos haciendo turnos para jugar desde sus móviles un juego online llamado Clash Royale, y mi querida amiga observando tontamente al chico que le atrae.
Le doy un codazo suave para sacarla a la realidad y ella reacciona.
— ¿Por qué no le hablas y ya? —Le digo mientras nos dirigimos para pedir alguna bebida.
— ¿Estás loca? ¿Y si le parezco rara y me ignora? —Dice como si lo estuviera pensando mientras mueve sus dos manos diciéndome que no.
— No seas tonta. —Me río un poco.— Eres increíble, y no, no lo digo por que seas mi mejor amiga. Lo digo porque es la verdad, eres inteligente, graciosa, creativa y muchas cosas más.
— ¿Y si solo le importa el físico? —Me pregunta, con notable tristeza en su voz.
— Eso ya tendrás que descubrirlo. —Digo sin mentirle. Le doy un abrazo y ella sonríe.
— Gracias, siempre subiendo mi autoestima.
— No hay de qué, quizás te ayude luego. —Le digo guiñando mi ojo.
— Ni lo pienses.
— ¿Me estás retando?
— ¡Sabes que no!
Nos reímos ya llegando a la bebidas. Ella escoge una coca-cola de lata, y yo un té de durazno. Nos sentamos en un banco que está en la parte de afuera y empezamos a conversar de cosas típicas para pasar el rato, la gente que pasaba nos miraba. ¿Y cómo no hacerlo? Si Hanna no paraba de darle detalles a sus historias, si contaba que iba cruzando una calle y de pronto un auto llega y suena su bocina, ella hacía un intento de bocina con su boca. Imitando de forma tan chistosa que tenía que callarla para no pasar pena frente a todos.
Ya sonaba el timbre, y teníamos dos clases más. Sí, la clase de matemática dura dos horas los jueves. ¿Por qué razón? No lo sé, quizá lo profesores quieren torturarnos más de lo debido.
Nos adelantamos y sacamos nuestros libros de literatura para la siguiente clase, vamos conversando acerca de la fiesta de cumpleaños que posiblemente tenga su hermano mayor, Esteban. Cumplirá 18 y él piensa invitar literalmente a todo el colegio. Esteban está en el último año, y quiere hacer algo para compartir con sus amigos y amistades.
No soy consciente de lo que pasa a mi alrededor por un momento y torpemente caigo al suelo debido a alguien que tenía su pie más allá de donde debería. Mis libros caen al suelo, todos.
— ¡Au! —Sale de mi boca. Todos se empiezan a reír y no evito sentir una temperatura tibia a mis mejillas por la vergüenza. Hanna rápidamente recoge mis libros y yo me levanto, un poco más y vuelvo a caer, pero cierta persona me da la mano apresurada. No, no es Hanna.
Adivinen quien es el responsable.
Es él.
James.
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El Chico De Wattpad.
Short Story❝Él se lo pasaba en su celular. Nadie sabía porqué. Ella le preguntó qué hacía. Él con vergüenza dijo: -Leo en.. Wattpad. ❞ Todos los derecho reservados. Prohibida copia y/o adaptación. ;)