10. lluvia (2da parte)

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Fueron los minutos que mas disfrute de mi existencia, parecíamos ser el centro del universo, solo él y yo bajo la lluvia que de un momento a otro se hizo más fuerte, pero después de todo, ¿a quien le importa un poco de agua encima cuando te hallas viviendo un momento tan único e inigualable como ese? A mí no desde luego, ya amaba la lluvia antes de que esto sucediera y ahora la amaba más que antes; de pronto el se aparto de mí y me miro fijamente como intentando solucionar un problema de algebra que ni Einstein entendía… sin poder responder nada más que un susurro que nadie podría escuchar a menos que se encontrara a menos de treinta centímetros, solo pude pronunciar un aparente quejido y el me miro sonriendo con solo un costado de sus labios y una mueca de diversión relucía en su hermoso rostro, aun recuerdo cada detalle de cómo lucia a pesar de que han pasado años de que eso ocurrió, sin pensarlo demasiado él se acerco de nuevo hacia mi plantándome el mejor beso de la vida que sin dudar correspondí al unísono…- la mire curioso y note tristeza en su rostro, en verdad lo amaba… y aun lo hace… Raxan lo admitió, ¿cómo pudo alguien quien quiera que fuera despreciar a alguien tan asombrosa como lo es ella? No soy el único que lo cree, tuve muchos rivales cuando intentaba formar una amistad con ella, la verdad ni siquiera sé por qué decidió quedarse conmigo teniendo tanto de donde elegir, es decir, hay muchas personas que son mejores que yo, pero aun así… de repente el sonido de su voz me hizo aterrizar de las nubes y continuo con su relato –Luego de eso, lo mire fijamente con el presentimiento de que esta sería la última vez que lo tendría así de cerca, tenía unas pestañas largas y rizadas que parecían ser el enmarque perfecto para unos ojos cafés tan hermosos que parecían emitir tranquilidad y paz, o al menos es así como yo solía sentirme cuando me perdía en sus majestuosos ojos, y por sus tersas mejillas recorrían pequeñas gotas de agua a las cuales envidiaba pues ellas podrían recorrer su piel sin impedimento alguno mientras que yo aun debía guardar distancias, que desdichada me sentía por no poder ser agua, por no poder ser lluvia, por no poder ser libre… por no poder tenerlo para siempre… charlamos un momento sobre cómo podríamos estar juntos pero simplemente el no… quería, podía… no lo sé la verdad, fue como si una bomba atómica bombardeara una ciudad a mi alrededor pero… sutil… demasiado sutil. Al final nos encaminamos a nuestros hogares, sin mirar atrás, solo un pie delante del otro… y eso fue todo... no tuve otra opción más que aceptar la realidad y darme cuenta de que los finales felices son tan poco comunes que solo existen en cuentos. No me mato ese día, pero con el tiempo sentía como el agujero que se encontraba mi alma crecía… y cada milímetro que crecía yo me hundía más y más en la depresión… me sentía morir cada día que no lo tenía a mi lado… la melancolía aumentaba y solía compararme con un cascaron vacío el cual tenía las entrañas de piedra. Si bien lo que no te mata te fortalece, a mi me convirtió en una dura masa viviente sin sentimientos y con rencor en el corazón, me volví fría, calculadora, manipuladora, todo lo contrario a lo que en un pasado que hoy luce tan lejano… fui… Desde entonces, no creo en los finales felices, ni en las hadas, ni en príncipes azules, ni en el amor… - terminó su historia con una expresión indiferente en su rostro, creo que existen en el mundo personas que lloran sin la necesidad de derramar lágrimas… Cosas como esa, simplemente no se olvidan, esas heridas nunca se curan solo se esconden y regresan como fantasmas a inquietarte, se convierten en monstruos y estos no viven en sótanos o armarios, viven en tu cabeza y si los dejas, van comiéndose tu corazón hasta que un día solo te dejan ese órgano en el pecho que bombea sangre a todo tu cuerpo, ¡esto no es vida!

By:nao

una historia antes de dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora