"El Hijo Del Canadiense"
Día 8: lunes a mediodía
Medio dormida, _____ alargó una mano y tocó algo peludo y poco familiar. Cuando extendió los dedos, notó que era algo frío... ¿cuero?
_____ abrió los ojos, desconcertada, y se encontró con una vista sorprendente del despacho de Justin.
Un segundo después, lo vio a él, todo garbo y elegancia.
_____ se sentó en el sofá de cuero, abrigada por la manta de piel en la que seguía envuelta.
-¿Pero qué hago...?
Justin se encogió de hombros.
-Te encontré dormida sobre tu mesa antes de comer. Intenté despertarte, pero estabas completamente agotada...
-¡Deberías haberme despertado! -exclamó ella, sacudiendo la cabeza. Una cascada de cabello cayó entonces sobre sus hombros. _____ se apartó la manta y bajó los pies al suelo para buscar sus zapatos-. ¡Por favor! ¿Por qué me has traído aquí?
Justin frunció el ceño.
-¿Y dónde podrías dormir mejor que aquí?
-Pero tienes que haberme traído en brazos... -protestó _____-. ¿Quién se ha enterado?
-Nadie. Te traje aquí sin que me viera una sola alma -contestó Justin con una de aquellas carismáticas sonrisas que la dejaban sin aliento-. _____, esta mañana tenías aspecto de no haber descansado nada.
-Da igual -protestó ella. Intentando apartarse del poder magnético de su mirada, _____ se pasó los dedos por el pelo-. Estoy hecha un asco...
-A mí me gusta tu pelo suelto... como solías llevarlo -dijo Justin, acercándose-. Es muy bonito. Muy natural...
La proximidad del hombre hacía que se le pusiera la piel de gallina. Tenía la boca seca y el corazón acelerado. El ambiente estaba cargado de tensión. _____ sintió un estremecimiento, pero no se movió. Tomada por sorpresa, medio dormida, no había levantado las barreras y no podía resistir la fuerza de su atracción ni su propio deseo de que la tocara... por última vez.
Justin puso las manos sobre sus hombros.
-No me dedico a acosar sexualmente a mis empleadas. Así que tú eliges si quieres marcharte o no...
_____ tragó saliva.
-Yo...
-Pero si no te vas ahora, no hay marcha atrás -le advirtió Justin con voz ronca.
Cuando _____ miró los brillantes ojos del hombre, se dijo que tenía que ser un sueño, un sueño del que no quería despertarse. Él la tomó por la cintura para apretarla contra su cuerpo. “No estás soñando, _____. Estás bien despierta”, le decía una vocecita.
Sin embargo, se oyó decir a sí misma:
-Solo un beso...
Justin enredó los dedos en su pelo, con un brillo de satisfacción en los ojos mientras admiraba el rostro femenino.
-¿Estás regateando conmigo... o contigo misma?
No esperó una respuesta y, mientras _____ intentaba luchar contra sí misma, él puso su experta boca sobre los labios femeninos.
En aquel momento, debilitada por el anhelo, _____ se sintió como una polilla frente a una llama. Y Justin no la decepcionó.
Se quemaba de excitación y alegría, deseando, necesitando tocarlo, cerrar los dedos sobre su espeso y sedoso pelo, acariciar su arrogante cabello, poner las manos en sus pómulos altos, apretarlo con fuerza contra su pecho.
Abrazarlo con fuerza para no soltarlo jamás...
Justin levantó la cara.
-Son casi las seis. Cenaremos juntos... y hablaremos.
-¿Casi las seis? -exclamó _____, horrorizada, corriendo hacia la puerta.
¡La guardería cerraba a las cinco y media y llegaba tarde para buscar a Derek!
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El hijo del Canadiense (Adaptada) Justin & tu (TERMINADA)
FanfictionDescripción en primer capítulo.