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Seokjin había obtenido su número de teléfono. Se sentía el hombre más afortunado del universo y el más estúpido también, ya que era incapaz de empezar una conversación con él. Solo tenía que poner de excusa el trabajo y apretar el maldito botón de enviar, después de todo Yoongi había dicho que la materia se le daba bien y que pretendía trabajar también.

Le temblaban las manos, le sudaban mares, ¿acaso se olvidó de tomar sus pastillas otra vez? Su cuerpo no estaba respondiendo correctamente a sus decisiones. Estaba dando vueltas por su habitación como un idiota, tenía una necesidad imperiosa por mover los dedos... Pero nada. No podía hacer nada, solo dar más y más vueltas.

Cada que observaba su móvil para intentar mandar un mensaje el mundo le daba vueltas y tenía la necesidad de vomitar. Aquello no era fobia social, eran ansias. Tenía miedo de que no le conteste los mensajes.

Se tiró en su cama con fuerza, rebotando en el lugar. Quedó recostado hecho una bola mientras miraba el aparato con recelo y odio. La casa estaba silenciosa, como absolutamente todos los días. Los pájaros dormían y la noche iluminaba tenue su habitación. Aburrido, asqueroso, repetitivo y monótono.

Al menos fue así hasta que Yoongi empezó a escribir un mensaje para él.

Acostado boca abajo en su cama destendida, Yoongi no encontraba palabras para hablarle a Seokjin

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Acostado boca abajo en su cama destendida, Yoongi no encontraba palabras para hablarle a Seokjin. ¿Tan difícil podía ser? Sin embargo, borró todo lo que estaba escribiendo, no sin antes tener pensamientos relacionados al auto-castramiento y el suicidio.

Por un momento pensó que sería más rentable que intentar entablar conversación con un ser humano común y corriente, a intentarlo con Seokjin. Nada inteligente venía a su mente.

Fue entonces cuando su teléfono sonó. Y sí, era Seokjin. Un simple "Hola". Alguien tan perfecto no podía sonar tan débil y patético con tan poco. No estaba muy seguro si responder con lo mismo, las manos le temblaban y le empezaba a doler la espalda por la posición, así que terminó tomándose el tiempo de sentarse como indio en su lugar antes de escribir. Respiró hondo, pero eso no alcanzó para llenar sus pulmones de aire. Empezaba a hiperventilar, se sentía el más estúpido del mundo entero.

SJ: -Hola.-

-Hola Kim Seok Jin- :YG

SJ: -Eso suena tan...serio.-

SJ: -Digo, ya que somos compañeros.-

SJ: -Puedes decirme por mi nombre, no me molesta.-

-Ok- :YG

El contrario era muy cortante y eso al muchacho de cabellos rubios le puso la piel de gallina. Sentía que podría entrar en pánico por una mera estupidez y su estomago empezaba a darle patadas. Estúpido, se sentía estúpido. Y con muchas ganas de vomitar.

SJ: -Bueno, yo quería saber qué haremos con el trabajo.-

SJ: -Ya sabes, podríamos quedarnos después de clases.-

SJ: -Oh no lo sé, puedes venir a mi casa.-

-Ok- :YG

Sí, era muy pero que muy cortante. Pero Yoongi no estaba acostumbrado a chatear con alguien que conocía previamente en persona. El único otro ser vivo con el que se mandaba mensajes, de vez en cuando, era ese auto-proclamado amigo que tenía llamado "Jungkook". Pero él no era nada hablador, simplemente que vivían a una casa de distancia y a veces se juntaban a beber. Entre otras cosas.

Eso no evitaba que quisiera escribirle más. Deseaba hablar con él. Tenía ganas de hacerlo. Muchas ganas de hacerlo.

¿Pero qué le podría decir? Estaba prácticamante todo hablado. Sin embargo, incluso antes de pensarlo dos veces, sus dedos estaban escribiendo rápidamente algo que un su cabeza aun no tenía total coherencia. Y lo envió sin saber que demonios le había escrito.

-Prefiero que vengas tú mañana a mi casa. Después de clases.- :SJ

¿Qué? ¿De verdad?¿Estaba loco? Su casa era un chiquero, horrible, un desastre... ¿Por qué demonios lo había invitado? Pero ya era demasiado tarde el contrario había respondido con una clara afirmación y no podía nergarle ahora la invitación. No podía negarle nada aunque quisiera.

SJ: -Si, claro, como mejor quede para ti.-

SJ: -Bueno, ya me iré a dormir.-

SJ: -Buenas noches.-

Su corazón se detuvo un milisegundo, imaginándose la voz dulce del contrario diciéndole buenas noches al oído, quedando paralizado en el lugar. Joder que sí lo odiaba con fuerza. Ahora tendría que limpiar su casa, no podía mostrarle esa cueva endemoniada que tenía por hogar.

Huyó despavorido a la cocina. Las cajas de pizzas viejas, los botes de ramen y los envoltorios de hamburguesas eran prácticamente todo lo que había en el suelo y las mesadas. El tacho de basura parecía el Everest y la montaña de platos era el monte Fuji. No se quería ni acordar de como estaba el baño.

Estuvo por lo menos tres horas enteras solo sacando basura y limpiando los pisos. No tenía nada de comida por la casa, siquiera aperitivos o bebidas. Había olvidado hacía cuánto tiempo no veía su hogar limpio. Su casa era demasiado grande, con habitaciones para dos jovenes y una pareja casada. Pero estaba solo. Solo él.

Cuatro bolsas de basura a reventar en la puerta de la casa esperaban pacientes al basurero. El baño brillaba después de mucho tiempo de estar cubierto de moho, polvo y cabellos perdidos. Ahora todas las luces de la casa iluminaban y su ropa sucia estaba en la lavadora, mientras otros dos canastos esperaban tras él.

Los insectos arremolinados en las esquinas de las habitaciones de la casa, polvo y suciedad traídas por el abandono, todo eso había desaparecido. Le tomó prácticamente toda la noche, aunque eso no era un problema, prefería estar ocupado en algo a sufrir el hecho de que no iba a poder dormir.

Se hicieron las ocho de la mañana y antes de ir al colegio pasó por una tienda cerca de su casa a reabastecerse de comida, bebida, productos de limpieza y belleza. Tras regresar a su casa con todo se preparó para ir a la escuela como si hubiera dormido perfectamente toda la noche. Se había dado una ducha y se había vestido con el uniforme impecable. Temblaba de los nervios como un animal a punto de ver a su dueño.

Y sin embargo había algo que se preguntó más de una vez durante la noche, ¿por qué estaba haciendo todo esto por él? Y la única respuesta que venía a su menta era "odio".

PROZAC [ YOONJIN ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora