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Otro día más. Otra día de mierda más

A pesar de haber limpiado todo la noche anterior seguía sintiendo ese fuerte olor a café negro. Estaba de nuevo en el transporte público y el sueño perdido le hacía tener escalofríos de a ratos, pero no era nada tan grave como otras noches de insomnio. Quizás ya estaba del todo muerto por dentro y su cuerpo solo se movía por el residuo energético de la noche anterior.

Alguien le rozó el trasero y abrió los ojos de su ensueño. Observó hacia atrás para encontrar a un hombre, con el rostro parecido al de un monstruo de película de terror, quien le sonreía con asco. Balbuceó palabras sin sentido y de entre ellas se escapó un "Pero que chica más bonita". Se le heló la piel del asco y gruñó. Un codazo directo al estómago de ese hombre fue lo único que reaccionó a hacer. Podía parecer debilucho, pero no lo era.

El hombre dio un paso hacia atrás y se dobló hacia adelante. Antes de que Yoongi puediera escapar de ahí, el asqueroso hombre puso un pie en su camino, haciéndolo trastabillar. Estaba tan lleno de gente que logró sostenerse de alguien y se pudo levantar, pidiendo perdón como si todo aquello fuera su culpa. Pero Yoongi no iba a quedarse con los brazos cruzados. Se volteó hacia el monstruo solo para pisarle el pie con saña.

—Si pretende tocar a alguien en el puto transporte público, por lo menos cerciórese primero de que lo que toca sí es una mujer.—Eso fue lo que sus palabras dijeron, con ronca y amarga voz, mientras la gente observaba la escena con repulsión. Pero no les daba asco por el viejo asqueroso, no. Seguramente que les daba asco por él. Seguro que era por culpa del azabache, porque él siempre hacía todo mal.

Antes de que el hombre pudiera comenzar a gritar barbaridades sobre su persona, tocó el timbre del bus y bajó en cualquier lado, a medio camino de la escuela. Le valía más la pena caminar que seguir siendo juzgado por quien no le conocía.

 Le valía más la pena caminar que seguir siendo juzgado por quien no le conocía

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Esta vez su madre no podía llevarlo a la escuela. El transporte público no era una opción viable, así que salió de casa con mucho tiempo de sobra. Debería caminar dos kilómetros para llegar a la escuela. No era la primera vez que le tocaría ir a pie, tampoco no era la primera vez que rechazaba de lleno la idea de ir en un transporte público. Prefería evitar el contacto con personas desconocidas, sobre todo las que iban en los transportes públicos, esas eran las más asquerosas y depravadas de todas.

Caminar era una bendición para él. Las calles más recónditas de su ciudad eran las mas hermosas y tranquilas que había conocido nunca. Estaban vacías de personas, pues eran en su mayoría casas de trabajadores y gente que ya no estaba en casa para cuando el paseaba en su camino al estudio.

Las aves cantaban dulces sobre los árboles y un gato a lo lejos caminaba sobre unas vallas altas. Desapareció de un salto y Seokjin mantuvo su mirada en la sombra residual que el gato dejó en su mente, preguntándose cuán libre se podía ser y cuando él podría ser así de libre.

PROZAC [ YOONJIN ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora