⚠ADVERTENCIA⚠
Esta historia es ficticia por lo que los sucesos o datos del juego original serán cambiados en esta historia, es un pequeño aviso para que no se confundan mientras leen
SINOPSIS:
Una pequeña niña es enviada a la mansión Sakamaki por K...
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Era un día lluvioso, que se convertiría en una tormenta para los Sakamaki....
Los días lluviosos les gustaban a los Sakamakis, para que no tuvieran que soportar tanto calor y relajarse un poco. Cada uno de ellos se encontraban haciendo sus pasatiempos favoritos.
Subaru el solitario, seguía observando la lluvia y las rosas que le recordaban a su madre difunta. Laito estaba en su habitación pensando cosas pervertidas, mientras leía revistas xxx. Kanato estaba en la cocina, preparando una tarta con muchos dulces mientras conversaba con su peluche Teddy. Ayato en su habitación se encontraba leyendo revistas de chicas en ropa interior que según el no eran chichinashi. Reiji se encontraba en su laboratorio tomando Te del fino, intentando concentrarse en un libro de ciencia. Shu solo estaba durmiendo por ahí donde nadie molestara o fuese tranquilo...
Cuando todos se encontraban realizando sus tareas diarias, notaron un aroma extraño en la puerta de la mansión pero no le hicieron caso, hasta que oyeron que tocaron la puerta. Todos aparecieron en la entrada de la mansión ya que la presencia extra que sintieron los obligó de inmediato a recibirlos, excepto Shu, quien tenia flojera. Ayato abrió la puerta, y se sobresalto al igual que los demás al ver el rostro sonriente de su padre .
—¿¡Tú que haces aquí!? —pregunto el pelirrojo reflejando su enojo dejando escapar un "Tks".
—Veo que no están de buen humor hoy —replico Karl ignorando el rostro molesto de su hijo abriéndose paso dentro de la mansión.
—Que bueno que te diste cuenta, así que vete. —Refunfuño Ayato tratando de contener su ira apretando sus puños.
—Lo siento, pero necesito decirles algo antes que me retire —dijo su padre conservando su compostura
—¿¡Que es lo que tienes que decir!? —un fuerte estruendo se esparció en la sala, como de costumbre, el albino había estrellado una de las paredes— ¡contesta! —grito sin ocultar el rencor que le tenia a Karl.
—Subaru no te pongas así, ¿sabes lo que tengo que pagar para que reparen las paredes cada vez que las rompes? —Karl solto un ligero suspiro agobiado llevando su mano a la frente.
—¡Callate!, ¡Mejor di de una vez lo que tienes que decirnos..! —dijo Subaru frunciendo el ceño.
—Bueno,como les decía, tengo un favor que pedirles... —sin decir más Karl camino hasta la puerta de la mansión acercando su mano gentilmente a alguien, todos guardaron silencio ya que no perdían de vista las acciones de su padre— ven, acercate.