Detención

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Advertencias: GenderSwitch; AgeGap; Smut.

Sino te gusta no estás obligado a seguir, Okey 》

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Sabía que debía aprender a controlar sus impulsos y mal genio pero era la quinta ocasión en que Nadeshiko le hacia un foul directo durante la práctica de baloncesto. Kamui hizo lo mismo al hacerle un "pase' y arrojar el balón directo contra su cabecita teñida con mechones mora azul. Golpe certero. No podía contener su risa al recordar el rebote que dio su cabeza.

Claro que ahora caminaba rumbo al salón de castigos. La detención no era mala en sí pero era increíblemente aburrida; estar dos horas sentada sin poder hacer absolutamente nada. Nada ni leer o escuchar música ni dibujar. Sólo era estar ahí sentada observando al profesor en turno de cuidar a los castigados.

Entró a la habitación para darse cuenta que estaba vacía salvo por su entrenador de baloncesto y profesor de educación fisíca sentado tras el escritorio, revisando lo que parecián ser listas de notas. La adolescente quiso gritar. De toda la facultad tenía que ser precisamente él. Dios o el destino la odiaban.

El maestro no la había oído deslizar la puerta así que decidió carraspear para anunciarse. El profesor asintió mostrando apenas una ligera sonrisa.
Kamui maldijo por lo bajo.
Esas malditas mariposas no paraban de revolotear.
La chica cerró la puerta y tomó asiento en la parte de en medio dos filas a la izquierda de las ventanas.

Kamui inhaló profundamente. Fuuma no le dirigió una sola palabra después de esa pequeña sonrisa. Sentía corrientes electricas atravesando su cuerpo a causa de la ansiedad. Ese hombre era su perdición y la del alumnado y el equipo académico. El profesor era joven, apuesto, a pesar de su semblante serio sus ojos destilaban calidez, siempre saludabla afable a quien se topara en los pasillos y sus clases eran dinámicas, llenas de retos.

Recordó la vez que tuvieron que darse la maroma completa en la barra. Kamui se había lastimado las muñeca al no aguantar su propio peso, además cayó de cara dos veces. Vergonzoso y patético. Sin embargo el hombre no le permitió retirarse hasta que lo logró.

El profesor la ayudó poniendo una mano en su espalda y la otra en su abdomen. Una vez que entendío como hacerlo, la joven volvió a repetirlo pero sola. Kamui no había notado que tenía cerrados los ojos por miedo y pena cuando el estruendo de un aplauso la hizo abrirlos. Fuuma la miraba contento; esa sonrisa que mostraba sus perfectos dientes la contagió. Tal vez fuese una estúpidez pero ella jamás había logrado hacer esa pirueta, nunca.

Tampoco supo por qué se lanzó a los brazos del hombre, ni del cuando el tipo la había levantado del suelo juntando sus torsos, sus rostros tan cerca, entremezclando los alientos. Fueron unos segundos eternos e imcomprensibles para ambos; dónde el ambiente se cargó de energía, envolviéndolos en una cómoda burbuja. Sus ojos fijos en los contrarios; un fogonazo corrió por sus cuerpos. Kamui desvió la vista a los labios del hombre mientras este se los relamió.

Apenas fue un simple roce entre sus bocas. Tres segundos después la estudiante se hallaba sentada sobre la colchoneta. El alto la miraba incrédulo, se cubría la boca con la mano, respiraba entrecortado. Kamui frunció las cejas al incorporarse. Antes de poder reclamarle el sujeto dio media vuelta saliendo del gimnasio a paso firme.

Desde entonces Fuuma no se había quedado a solas con ella, apenas la miraba y en aun más esporadicas ocasiones le dirigía la palabra. Sólo era un beso. Uno tan chiquito y cortito que apenas y era capaz de remorar el sabor de los labios del otro. A la chica le irritaba esa actitud porque sentía que sus ojos la seguían en los pasillos o en los entrenamientos. Quería enfrentarlo aunque no tuviera idea de cómo iniciar esa conversación.

Ichiban tsutekina koto! {FuuKam}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora