Nadia se sentía sola desde hace mucho tiempo.
Esa noche, se puso a recordar los momentos más felices de su vida; el primer cumpleaños en su memoria, su primer beso, su primer y único novio: Marcos. Cómo lo recordaba, esos ojos marrones que la hacían delirar, esas manos que la tocaban y hacían que se volviera un manojo de nervios, de sudores incontrolables y de mejillas sonrojadas.
Se detuvo un segundo en cada momento vivido con Marcos, cada caricia, cada mirada, cada abrazo y cada beso. Marcos era muy gentil, caballeroso y delicado. Siempre la trató como si fuera una pieza de cristal que fuera a romperse con tan solo la brisa del aire.
Eran la pareja perfecta, la ideal.
Tal vez no fue su momento, se decía a sí misma, tal vez no fueron los hechos, sino los tiempos. Tal vez si se hubieran conocido unos años atrás todo hubiera sido diferente, tal vez nunca hubiera terminado.
Cómo lo extrañaba, cómo deseaba que volviera.
Nadia se sentía sola y sabía que Marcos no regresaría nunca.
Se acostó sobre la cama y miró el techo de su habitación, era blanco, pero ya no era el mismo blanco. Cerró los ojos y trató de recordar los brazos de Marcos al rededor de su cintura, la lenta respiración que solía hacer sobre su cuello. Lo recordaba, perfectamente. Recordaba el sabor de sus labios al besarla, el olor de su perfume, el color de su mirada al despertar. Lo tenía tan presente, el modo en el que el lograba que con solo una mirada, ella se derritiera, la forma en la que su sonrisa aparecía al hablarle, las arrugas que se formaban en su rostro al reír. Sabía perfectamente cada vez que Marcos mentía, sabía cómo se le arrugaba la nariz, o como le bailaban las cejas. Esas cejas pobladas tan únicas y hermosas. Trató de recordar como todas esas manías de Marcos hacían el color blanco del techo simplemente maravilloso, perfecto. Todo lo que ya no era. Ahora se sentía vacío, y le quedaron muy pocas ganas de mirar el techo después de la partida de Marcos. Decidió hacerlo, por el simple hecho de torturarse a sí misma, sintió cómo su vista se nublaba por las lágrimas, notó cómo su pecho se contraía y expandía con cada respiración que daba, cómo sus manos sudaban de solo imaginar qué esa sería la última vez que vería el techo de su habitación.
Se sentó y de pronto se sintió aún mas abrumada, miró a su alrededor, exploró su habitación una vez más y se dio cuenta que no solo el techo guardaba la memoria de Marcos. También estaban esas cortinas que él abría todas las mañanas, estaba la silla donde él se sentaba a leer, la pequeña mesa junto a la ventana donde solía dejar su taza de café. Estaban sus fotos pegadas al espejo del tocador y las cartas que escribía, guardadas en la mesa de noche.
Todo en ese lugar le recordaba a Marcos.
Caminó hacia el ropero y dentro de él todavía guardaba su ropa. Sus camisas, sus pantalones. Tomó una de las camisas a cuadros que estaba colgada y se la puso. Percibió su olor al instante, ese perfume que tanto le gustaba con olor a especias tan poco usual.
Se abrazó a sí misma, imaginándose a Marcos detrás de ella, balanceándose de un lado a otro hasta que lograba girarla para ponerse a bailar sin que hubiera música alguna. Pudo escuchar levemente la voz de Marco en su cabeza, como si le estuviera cantando al oído para entonces poder bailar mejor.
Cerró los ojos y lo vio: sus ojos, su sonrisa. Lo vio una última vez antes de que una luz blanca la cegara por completo y le obligara a abrir los ojos. Comenzó a llorar. Desconsoladamente gritaba, sollozaba, golpeaba y tiraba todos los objetos que la rodeaban. Sufría como ese día, el día donde todo terminó. Justo cómo el día que él la dejó.
Se preguntaba una y otra vez el por qué de su sufrimiento.
Marcos se había ido, así como así, sin explicaciones, sin previo aviso, con todas sus ilusiones y sus ganas de vivir.
Ella ya no era nada sin él.
Nadia se sentía sola y nada lograba calmarla.
Se detuvo por un minuto, realizó algunas respiraciones profundas hasta conseguir un poco de paz. No lo logró del todo, pero por lo menos había parado de llorar. Salió de su habitación y se dirigió al baño. Se miró en el espejo antes de abrir los gabinetes que se encontraban en la pared junto a ella, sacó aquel bote amarillo, lleno de pastillas blancas. Aquellas que le habían recetado después de la partida de Marcos. Cómo la había destrozado.
Tomó el pequeño bote y se sirvió un vaso con agua del grifo. Un último vistazo al espejo para después salir y regresar a su habitación.
Cerró la puerta. Sabía lo que estaba haciendo a la perfección.
Sus piernas comenzaron a temblar, y sus ojos volvieron a llorar. No habría marcha atrás, si lo hacía, este sería el final. Terminaría con su sufrimiento, terminaría con todo.
Se sentó sobre su cama, volteando hacia la ventana que tenía a su lado.
Tomó una pastilla. Tomó otra. Una tras otra hasta que en su mano no tenía una, sino un puño de ellas. Todas juntas lucharon por deslizarse por su garganta. Terminó el bote y se recostó.
Nadia se sentía sola, pero eso iba a terminar.
Comenzó a sentir frío, por todo su cuerpo. No se dio cuenta del momento en el que empezó a temblar. Las últimas lagrimas dejaron sus ojos, el último suspiro dejó su garganta. Lo último que quedaba de su alma, dejó su cuerpo.
Se había ido. Igual que Marcos.
Se vio rodeada por una luz blanca, la luz más brillante que había visto.
Sintió paz, después de tantos años, sintió tranquilidad.
Parpadeó repetidamente para aclarar su vista, y entonces lo vio.
Marcos, el amor de su vida.
Se acercó a él. Seguía idéntico: los mismos ojos, las mismas manos, la misma sonrisa.
Le preguntó por qué la había dejado de esa manera, por qué había hecho lo que había hecho.
Él le sonrió, tomó su mano, la besó delicadamente y respondió, "Lo que hice ya no importa, el por qué lo hice, tampoco importa. Nunca te dejé de verdad, siempre estuve contigo. Y ahora no hace falta que me lo pidas... Me quedaré contigo. Siempre."
Después de todos esos años... Nadia ya no se sentía sola.
Nadia se sentía plena, feliz. Después de todos esos años, se había reunido con Marcos otra vez.
Nadia ya no estaba sola.
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Short Stories.
Teen FictionCortas historias que incluyen a muchos de tus artistas favoritos. Amor, Comedia, Drama, Suspenso y mucho más. Sumergete en estas pequeñas historias y deja que tu imaginación vuele. Disfruta! TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. (No todas las historias...