Capítulo 4 - Inocencia

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Me despierto con un terrible dolor de cabeza golpeándome las sienes insistentemente, y lo primero que hago es mirar el móvil. Es la una del mediodía. Al lado de este hay una nota que leo con la luz de la pantalla, con bastante dificultad a la hora de enfocar la vista. Es de Lauren y dice "Me voy a trabajar. Como en AMC, vuelvo a las ocho. Estoy de resaca. Desayuna lo que quieras y dúchate aquí también si quieres. Darabont quiere llamarte hoy. Te quiero."
Pienso en anoche y, por más que lo intento, solo me recuerdo a mí borracha volviendo a casa de Lauren, tumbándome en la cama y quedándome dormida. Supongo que sobra decir que este dolor de cabeza es resaca pura y dura. Vuelvo a tirarme en la cama y, tras varios minutos de dar vueltas y pensar en qué ocurrió antes, por fin recuerdo que vi a Jeffrey en aquel bar, que también iba algo borracho y que se fue sin decir nada más que desearnos una buena noche. Me incorporo y digo en voz baja "imbécil". Por alguna razón tengo la sensación de que he soñado algo relacionado con él y con anoche, pero no puedo fijar mi mente en ese supuesto sueño y no consigo saber de qué trataba, por lo que me resigno a levantarme sufriendo un mareo y una náusea bestiales. Subo la persiana y toda la luz de un día tan encapotado como este entra incidiendo directamente en mi cara, obligándome a cerrar los ojos fuertemente como un topillo.
En el baño me miro al espejo y veo la demacración en persona: ojeras hasta los pies, pelo enmarañado, camiseta enorme de color blanco que seguramente me pusiera Lauren, maquillaje corrido y la palidez de un muerto. Resoplo bien fuerte y me meto bajo el chorro de agua ardiendo, dejando que todo rastro de alcohol y decadencia resbale por mi piel. Permanezco en la ducha un buen rato, más de media hora, y al salir me pongo un albornoz de Lauren y bajo a la cocina. Allí me preparo un zumo (mejor dicho, me echo un vaso del brick que tiene Lauren en la nevera) y cereales y me consigo un ibuprofeno para el dolor de cabeza. Al acabar, dejo el plato y el tazón en el escurreplatos después de haberlo enjuagado y subo a ponerme la ropa de anoche, la cual obviamente me quitaré en cuanto llegue a mi casa.
Le mando un mensaje a mi amiga diciéndole que ahora dejo su casa y voy a la mía, que se pase a las ocho si quiere. Una vez en mi dúplex lo primero que hago es ponerme unos pantalones de chándal y una camiseta enorme, hacerme un moño con la melena aún mojada y tirarme en el sofá.
A eso de las cuatro de la tarde llega la prometida llamada de Darabont. En ella, el showrunner me dice muy cordial que mañana es mi primer día, que básicamente me mostrarán mi despacho, me enseñarán todo el edificio, hablaremos del calendario de salidas de las diferentes sesiones de fotos y que por la tarde les acompañaré al plató y haré algunas pruebas con las cámaras. Tanta información me abruma, me parece increíble que vaya a tener mi propio despacho y que vayan a darme tanta libertad, ya que me ha dejado claro que básicamente las imágenes puedo editarlas como quiera siempre que siga pareciendo una serie de zombies. Comienzo a pensar en eso sin darme cuenta de que mi jefe me está hablando.
-Amber, ¿Me estás escuchando?
-Sí, lo siento, señor Darabont. ¿Puedes repetir lo último que has dicho?
-Solo te estaba recordando que mañana tienes que llevar el contrato firmado, y leído, por supuesto.
Mierda, el contrato.
-Claro, descuidad por eso- finjo.
-Si tienes cualquier duda al respecto no tienes más que decirlo.
-Claro, no os preocupéis, está todo controlado- río, nerviosa.
-Te vemos mañana, Amber. A las ocho y media aquí, en las oficinas. Mañana los actores tienen por la mañana en las oficinas y por la tarde en plató. Ya hablaremos los horarios, ¿Sí?
-Claro, perfecto. Hasta mañana.
-Adiós, Amber.
Cuelgo y resoplo de alivio. Por un momento creía que iba a preguntarme algo en referencia al contrato, con el dolor de cabeza que llevo, ese contrato que, por supuesto, ni me he mirado y que tengo que entregar mañana firmado.
Le dedico por lo menos dos horas a leerlo por completo y a buscar en internet cosas que simplemente no comprendo hasta que, al fin, creo que estoy lista para firmarlo. No puedo evitar sentir nervios, este contrato es una puerta a una nueva vida y estoy deseando empezar ya. Lo firmo con tinta negra, como todos los documentos importantes, y lo hago de la forma más elegante posible. Al acabar sonrío sin poder remediarlo y me digo por enésima vez que sí, que voy a estar bien, que no hay truco y que no es un sueño.
Me despierto con toda la energía del mundo y lo primero que hago es dar saltitos hacia la ducha. Me lavo todo el cuerpo rápidamente y lo seco de igual forma, dándome crema después. Esta vez elijo un jersey azul crop top con las mangas muy anchas y mis pitillos negros. Arreglada pero informal. Me aliso el pelo por completo y me maquillo lo justo, sin olvidar bastante cantidad de máscara de pestañas. Meto al bolso la carpeta con el contrato, el móvil, cartera, llaves y tabaco y me tomo un café con galletas rápidamente.
Hasta que la empresa de transportes me traiga mi moto dependo de Lauren para ir al trabajo, lo cual es, más o menos, una semana, pero a ella no le importa, eso lo sé de sobras. Anoche pedimos una pizza y vimos el Late late show en el que entrevistaban a Ed Sheeran, y evité por todos los medios que sacase el tema de Jeffrey. Por suerte no lo hizo, lo cual hizo que se me quitara un peso de encima, no puedo olvidar esos ojos verdes mirándome de esa manera y sabía que si hablábamos de ello se me iba a notar.
Llegamos a AMC a y media justas y yo subo rápidamente las escaleras hacia el despacho de mis jefes.
-Buenos días, Amber, tranquila que porque llegues tres minutos tarde no vamos a hacerte nada- bromea Nicotero.- Siéntate, por favor.
El primer tema que abordamos es el del horario. Tal y como todos los empleados, es de lunes a jueves, mañana y tarde, de nueve a una y de tres a siete. Las mañanas las pasaré en las oficinas planeando sesiones de fotos, grabaciones, revisando planos, editando fotos, decidiendo a qué revista venderemos la exclusiva... Al parecer tengo un despacho propio al que me llevarán cuando terminemos de hablar, pero hay un grupo de unas ocho personas que nos encargarmos de lo relacionado con la imagen y el vídeo, a los cuales me presentarán después. Como dato curioso, solo somos dos fotógrafos oficiales, yo y un tal John, quien me ayudará los primeros días y me presentarán ahora. Hay sesión de fotos más o menos todas las semanas, y lo chungo es que puede ser cualquier día de la semana, de lunes a sábado, con un máximo de cinco sesiones de fotos mensuales. El salario son tres mil dólares al mes, lo cual es prácticamente un lujo y provoca que me quede boquiabierta cuando Darabont me lo comunica. También me dice que es probable que ese salario varíe, mejor dicho se incremente, en las temporadas altas de share y entrevistas.
-Bueno, Amber, acompáñame al despacho común de imagen y vídeo- Nicotero me abre la puerta y salgo tras él. Entra al ascensor y yo hago lo mismo, no me veo con valor todavía de decir que no me gustan, y subimos hasta el piso número siete.
Me adentro junto con mi jefe en un despacho enorme con el nombre de Imagen y sonido, sin número. En él hay una mesa enorme en torno a la cual se encuentran siete personas muy concentradas trabajando en sus MacBooks y yo sonrío, terriblemente nerviosa.
-Buenos días a todos. No vengo a echaros la bronca- bromea Nicotero.- Eso lo dejamos para otro momento. Vengo a presentaros a vuestra nueva compañera, Amber Rose Stone, fotógrafa oficial y ayudante de cámara en esta nuestra temporada ocho.
Se oye un multitudinario "buenos días", y todos se muestran muy sonrientes.
-Él- dice Nicotero, señalando a un chico rubio de ojos azules- es John Heard, el otro fotógrafo. Os tendréis que distribuir entre vosotros las sesiones y las cámaras y bueno, todo lo demás.
John se levanta y me sorprendo por su estatura, juraría que es incluso más alto que Jeffrey, y lo nombro porque es de los hombres más enormes que conozco. Me da dos besos y nos presentamos.
-Aquí pondréis en común todas vuestras ideas y tenéis que estar aquí de nueve de la mañana a once, quedándoos dos horas en vuestros respectivos despachos para organizar vuestro trabajo específico.
Me presenta a todo el mundo: Amy, Edgar, Ross, Emma, Mark, Lucy y, por supuesto, John. Todos parecen muy agradables y son increíblemente jóvenes, probablemente nadie sobrepase los treinta y cinco.
-Tu material de oficina incluye un MacBook Air nuevo que podrás llevarte a casa, pero preferiblemente lo limites a uso laboral. El ordenador tiene instalado a priori todos los programas y aplicaciones que necesitas. Las cámaras también te las proporcionamos nosotros, no tienes que preocuparte por eso.
Tras hablar un poco con mis compañeros, Nicotero me acompaña a mi despacho. Está en la misma planta, en el pasillo opuesto, por lo que seguramente tenga que verme obligada a subir en ascensor. No es muy grande, pero lo suficiente para mí. En medio de la enorme mesa color caoba está el prometido MacBook Air nuevo a estrenar, y a un lado puedo contar hasta tres cámaras diferentes, todo un paraíso para mí. Es sencillo, sin duda, pero por lo menos tiene un ventanal enorme detrás del escritorio, y parece muy cómodo.
Como con todos mis compañeros de imagen y vídeo y, conforme la hora de ver a todos los actores se acerca, se me revuelve un poco más el estómago. Es John quien me lleva al plató, y yo llevo la cámara que me ha indicado Darabont que lleve, para hacer algunas pruebas con el reparto. Por el camino me habla todo el rato, es un chico muy agradable y es muy fácil sentirte a gusto con él, me cae realmente bien y me he reído mucho, además de que he conseguido olvidarme por unos minutos de que voy a volver a ver a Jeffrey, a quien vi hace dos noches mientras ambos estábamos borrachos.
Llegamos por fin a plató y yo siento que todos mis órganos dan botes entre sí. Estoy aquí, donde se rueda una de mis series favoritas, puedo ver Alexandria, Hilltop, el Reino y el Santuario, y no puedo evitar sonreír.
-Para un fan de la serie esto es casi magia,  ¿Eh?- dice mi compañero, sonriendo al ver cómo disfruto.
-No, magia pura- suelto.
-No te cortes, chilla si quieres- bromea.
Nos juntamos con Darabont y Nicotero y nos guían hacia el interior de un edificio que nada tiene que ver con el ambiente The Walking Dead. Literalmente pasamos a través, hacia la parte trasera del mismo, en el exterior, donde están todos los del cast y Lauren viene corriendo a abrazarme. Todos me saludan muy calurosamente, sobre todo Andrew, Christian y Lauren. Miro a un lado y a otro disimuladamente, buscando al único que falta, exactamente, a Jeffrey, y no es hasta pasado un rato que aparece por aquí.
-Jeff, mira quién ha venido- le dice Norman, señalándome. Esos dos son como hermanos. Él, por su parte, se acerca a mí prácticamente sin el más mínimo atisbo de sonrisa o de cordialidad, y me da dos besos por puro formalismo, solo rozándome las mejillas.
-Bienvenida- suelta, escuetamente.
-Gracias- respondo, evitando su mirada.
-Hey, te has dejado tu cámara en el coche- John viene corriendo con mi Canon entre manos y me la cuelga del cuello, sonriente. Menudo cambio de trato entre uno y otro.
-Vaya, muchas gracias- le sonrío y lo primero que hago es encender el tesoro que llevo entre manos. Toco un par de ajustes básicos y enfoco en dirección a Lauren, quien está hablando con Chris mientras miran el teléfono de Chris. Les pillo una instantánea preciosa, Lauren está sonriendo levemente y concentrada en lo que está viendo, mientras que Chris se rodea el cuerpo y ligeramente apoyada en mi amiga. Salen naturales y salen guapas, aunque cubiertas de sangre artificial y sin posar en forma alguna.
-A ver- Norman se me acerca, quizás demasiado rápido para lo metida que estaba en la foto, y mira la pantallita de la Canon.- Perdona- sonríe al ver que me he sorprendido un poco-, es que te he visto haciendo fotos que, ya sabes, no entraban en lo que es tu trabajo y me ha llamado la atención. ¿También te gusta la fotografía como hobby?
-No te preocupes y sí, más que un hobby es mi pasión, lo que pasa es que parece ser que también va a darme de comer al menos durante un año- le sonrío y él me sonríe de vuelta.
-Ya veo, ya. Bonita instantánea, por cierto. Muy bonita.
-Me encanta capturar gente hablando o sonriendo, no sé, gente en movimiento en general. No suele salirme la buena a la primera, pero esta me gusta. Me la imprimiré para mis propios proyectos.
-Sabes, la fotografía también es parte de mi vida y de hecho expongo de vez en cuando.
-Sí, sí que lo sé- me fijo en sus ojos, aunque pequeños son azules y preciosos. Todos en general están cubiertos de suciedad y sangre y no les favorece demasiado, pero tener a uno de tus actores favoritos enfrente siempre impresiona, y más cuando son tan agradables y, por qué no decirlo, guapos como Norman. Me doy cuenta de que me he quedado embobada y agito levemente mi cabeza para salir de este.- Es decir, me encanta tu fotografía, a veces no la comprendo pero es muy buena y siempre me transmite algo, aún cuando no sé qué pretende transmitir.
-De hecho todos estos están hartos de que les haga fotos de manera desprevenida, supongo que ahora tendrán que acostumbrarse por partida doble- dice, señalando mi cámara.
-Sí, supongo que sí.
-Bueno, chicos- Nicotero coge un megáfono y pone un poco de orden, a lo que todos miramos.- Supongo que ya conocéis todos a Amber, pero saludad.
-Hola, Amber- dicen, al unísono, y a mí me entra la risa floja al tiempo que me pongo colorada.
-Para que vaya cogiendo un poco la marcha, estaría bien hacer una pequeña sesión de prueba entre Josh y ella, con Josh ya estáis acostumbrados, ya veréis que con ella va a ser fácil también. Y bueno, quién sabe, quizás sale alguna buena. La temática es libre, entre lo que os digan ellos y vuestra creatividad tenéis que crear imágenes que os gustaría que estuviesen en una revista o incluso, por qué no, en un cartel promocional. A las siete y media empezamos a recoger, tenemos tres horas.
Tal y como dice Nicotero, la sesión de fotos se basa en la naciente confianza entre nosotros, en las risas y en la seguridad en sí mismos que me demuestran todos ellos. Hago varias fotos increíbles, mis favoritas de momento son una de Maggie sufriendo y llorando por haber perdido a Glenn, otra de Sasha y Rosita abrazándose como firmando la paz y unidas por la muerte de Abraham. También saco a Daryl apuntando con la ballesta a la nada, sale con cara de mucha concentración y la verdad es que bastante guapo. Cuando entro en crisis de ideas pienso y pienso y me como la cabeza intentando proponer una imagen que como fan siempre me haya parecido interesante. Cuando por fin la tengo en mente, decido plasmarla en la realidad.
-Jeffrey, ¿Puedes venir?- pido, mirando a la cámara, concentrada.
-Claro, ¿Qué ocurre?- pregunta, impasible.
-Quiero recrear una imagen entre Rick y tú que me parecería muy interesante tener incluso de imagen promocional. Es decir, esta no va a ser la definitiva, pero una prueba nunca está de más.
-Tú me dirás- sonríe de medio lado y ladea un poco la cabeza, en un gesto que pretende volverme loca.
-Andy- camino hacia mi amigo, tratando de ignorar al idiota de Jeffrey.- Quiero una foto entre Negan y Rick, creo que es muy buena idea para sesiones posteriores algo más serias.
-Vale pero, ¿Y esa cara?- mi amigo me sonríe y me coge por los hombros.- Tranquila, Amber, es tu primer día, no te presiones tanto. Es una sesión de prueba.
Miro unos segundos al suelo y, al levantar la vista, me encuentro con su sonrisa rodeada de una barba entrecana y de manchas de sangre y de suciedad.
-Perdona, es que... Quiero hacerlo bien, no sé- me encojo de hombros y él me mira, comprensivo.
-Lo vas a hacer bien. Lo estás haciendo bien. Relájate y disfrútalo.
Cuando por fin consigo estar con los dos al mismo tiempo, les explico lo que quiero hacer.
-Quiero una imagen que supongo que podría salir para el final de temporada, cuando se aproxime la guerra entre Negan y Rick. Ahora que está atardeciendo es el momento perfecto. Mi idea es ir a esa colina- señalo a lo lejos-, desde la cual creo que se ve perfectamente la comunidad de Alexandria a un lado y la de los Salvadores a otro. Además, este cielo semi cubierto de nubes, más del lado del Santuario que del de Alexandria es ideal para la foto. A ver, quiero que Rick se moje un poco el pelo y que ambos os manchéis un poco la cara, pero poco, aún no habéis acabado la guerra. Negan tiene que mirar muy determinado, serio, frío y con la seguridad de que va a ganar- miro a Jeffrey, como asegurándome de que me está entendiendo.- Incluso un poco prepotente, si puede ser. Rick tiene que estar seguro, pero asustado- me giro hacia Andy.- Serio, obviamente, pero sin tenerlas todas consigo. La foto será a contraluz, pretendo crear incertidumbre, expectativa y, por qué no, cierta ansiedad. ¿Os parece?
-Pinta bien- como única opinión de Jeffrey.
-A mí me parece una genialidad- responde Andy.
Ante la mirada atónita de todo el mundo, los tres vamos a la pequeña colina desde la cual quiero hacer mi preciada foto. No nos toma más de diez minutos, por lo que, tras colocarles en la posición que los quiero, tomo tan solo dos fotografías, una a luz y otra a contraluz. Las observo en la pequeña pantalla de la cámara tratando de encontrar el fallo.
-¿Qué pasa?- pregunta Andy.
-Nada, es que... Es que creo que es perfecta. Tiene cielo, tiene oscuridad, tiene expresión, tiene rabia, tiene guerra, tiene las comunidades, tiene... Tiene todo- les miro, extasiada.- Tan solo hay que elegir entre la que estáis a luz y la que estáis a contraluz.
Les dejo verlas a ambos, y les arranco una sonrisa, incluso a Jeffrey.
-Ya entiendo por qué te han cogido- reconoce en voz baja el intérprete de Negan.
-Y tanto que sí, hermano. Eres buenísima, Amber. Buenísima. Darabont y Nicotero van a adorarlas.
-¿Os gustan, en serio?- pregunto, ilusionada.
-Es perfecta, Amber. Enhorabuena- Jeffrey me sonríe y, simplemente con eso, soy feliz, soy jodidamente feliz. Empieza a soplar el viento algo más fuerte, llevándose mechones de mi pelo hacia el rostro de mi compañero, y yo me rodeo el cuerpo con los brazos, empezando a temblar.
-Aquí hace mucho viento. Vamos hacia abajo- mientras Jeffrey dice esto, se quita la cazadora de cuero de Negan y la extiende sobre mis hombros, sin mediar más palabra. Estoy tentada de devolvérsela, decir que no hace falta, que estoy bien y que va a pasar frío, pero simplemente no me salen las palabras. Le sonrío y murmuro un leve "gracias", a lo que él se adelanta unos pasos y me quedo atrás hablando con Andrew todo el camino, salvo un momento en el que se gira para recordarme que Lauren tiene su chaqueta y que se pasaría esta noche a buscarla.
Al llegar donde todo el mundo se respira un ambiente raro, como de problemas, y no hace falta que pregunte porque Lauren viene corriendo hacia mí.
-A ver, te comento. Mi hermana se ha puesto de parto.
-¿Miranda?- digo, asombrada. Miranda es un par de años menor que Lauren.
-La misma. Tengo que ir a Pennsylvania ya mismo- dice, agobiada.
-A ver, tranquila, no va a parir ni antes ni después porque llegues tú.
-Se suponía que salía de cuentas la semana que viene, yo... Debería estar con ella.
-Pues corre a casa, coge ropa para un par de días y coge el primer vuelo- la cojo por los hombros y le sonrío.- Todo va a salir bien.
-¿Estarás bien aquí, sin mí?
-Por supuesto, serán solo unos días, ¿No?
-He hablado con Darabont y Nicotero, me dan hasta el miércoles que viene.
-Estaré bien, estoy rodeada de gente genial, descuida por eso, ¿Sí?- me mira con los ojos llenos de lágrimas y sonriendo y yo me lanzo a darle un abrazo.
-Ya sabes que mi casa es tu casa y que tienes mis llaves en la vasija de tu salón. Para cualquier cosa entra- tras decir esto recuerdo que tengo que devolverle su cazadora a Jeffrey, pero decido no llenarle más la cabeza de cosas. Simplemente iré, la cogeré y se la devolveré a mi compañero.
-Descuida, de verdad. Estaré bien. En cuanto tengas noticias me llamas, ¿Sí?
Me vuelve a abrazar como única respuesta y todo el mundo hace lo mismo, deshacerse en abrazos, en felicitaciones y en cariño. Una parte de mí está sufriendo, al fin y al cabo Lauren es con quien más vínculo tengo de todos ellos, pero supongo que también me toca a mí hacer mi propia vida, no tengo quince años.
Una vez Lauren se ha ido nos quedamos todos recogiendo, y yo les enseño mis fotos de hoy a Nicotero y Darabont. Se quedan realmente impresionados, sobre todo con la última que les he hecho a Jeffrey y Andy, ellos prefieren la que está a luz. Dicen que es una genialidad y que tengo que trabajar en ella porque podrían sacarla incluso como póster, lo cual me hace inmensamente feliz.
Cuando estamos terminando de recoger, se me ocurre que no tengo forma de volver a casa hasta mediados de la semana que viene que la empresa de transporte trae mi moto y el primero que se ofrece a traerme y llevarme, cómo no, es Andy. Antes de montar en su coche le digo a Jeffrey que se pase por mi casa a eso de las nueve, que le daría su cazadora. Por cierto, la de Negan ya se la he devuelto a la gente de vestuario.
Al llegar a casa le agradezco de corazón a Andy todo lo que hace por mí, me despido con un fuerte beso en la mejilla y bajo de su coche. Al entrar siento un vacío extraño, como soledad. Recuerdo que tengo a Chandler y a Alanna justo al lado, que si me ocurre cualquier cosa puedo avisarles y que el pueblo es muy tranquilo, pero me siento un poco insegura y casi agobiada.
Cojo las llaves de Lauren de la vasija y entro en su casa. Recuerdo que la cazadora de Jeffrey está colgada en el perchero, por lo que en menos de diez minutos vuelvo a estar en mi salón, a cinco de dar las nueve.
Suena el timbre y, por supuesto, yo ya sé quién es. Abro la puerta y veo delante de mí un Jeffrey ya duchado y cambiado de ropa, vistiendo esta vez una cazadora vaquera, ya que la de cuero la tengo yo.
-Buenas noches, Jeffrey. ¿Quieres pasar?
-Tengo un poco de prisa pero por qué no- sonríe de medio lado y cierra tras de sí.
-Aquí tienes tu cazadora. He tenido que ir a casa de Lau a por ella, pero por fin la tienes tú de vuelta- extiendo las manos con la prenda de ropa sujeta con sumo cuidado, sintiéndome un poco idiota. Jeffrey la toma y mira a su alrededor.
-La casa es bonita. No te ha dado tiempo a decorarla mucho pero es bonita de por sí.
-Sí, sí lo es. Bueno, a mí me gusta. Me dijo Lauren que las de las afueras lo son más.
-Más que bonitas, espaciosas. Yo las prefiero más reducidas. Se me caen encima tantas habitaciones vacías- arquea una ceja mirando hacia sus pies y luego me mira a mí con esos ojos tan especiales, esa mezcla de verde oscuro y color miel.
-Bueno, eso es verdad, pero míralo por el lado positivo, nunca te faltarán habitaciones para invitar a gente- sonrío, algo cansada y él me sonríe de vuelta.
-Has hecho un buen trabajo hoy. Los jefes lo saben. Todos, en realidad.
-Temo no estar a la altura.
-Vamos a ser los modelos los que no lo estaremos, al final. Tienes que creer en ti misma porque eres muy buena- se reajusta las gafas y yo siento cómo me pongo colorada.
-Muchas gracias, Jeff. Vosotros también me lo habéis puesto fácil- y digo la verdad, trabajar con ellos es un gusto.
-También he venido por algo más. Sé que Lauren no estará estos días y no sé cómo lo llevarás, pero he supuesto que al ser nueva por aquí igual te da un poco de reparo no tenerla cerca. No sirve de mucho porque sé que mi actitud tampoco ayuda a ello, no tenemos esa confianza y lo entiendo, pero quería darte mi número por si necesitases cualquier cosa.
Siento que me estremezco y que las mejillas me arden, pero no puedo dejar de sonreír.
-Sí, bueno, es un poco raro, tantos cambios de golpe y ahora aquí sola... Que sois todos muy majos y os admiro un montón, pero... Me está costando un poco. Gracias, en serio.
Me guardo su número y él el mío y se crea un silencio que, curiosamente, nada tiene de incómodo.
-Me vas a tener que perdonar pero he de irme ya. Creo que mañana... Creo que mañana están organizando una cena todos juntos o algo parecido. Te meto en nuestro grupo de whatsapp y así te enteras- dice, serio pero amable.
-Bueno, no quisiera ser entrometida, al fin y al cabo acabo de llegar y ni siquiera soy actriz y...- me acelero, y le oigo reír por lo bajo, sin maldad alguna.
-Y nada. Les caes bien. Nos caes bien. Te queremos cerca- me sonríe suavemente, de una forma que me recuerda un poco a la otra noche en el bar, sincero pero triste y, tras unos segundos de vacío, vuelve a hablar.- Para cualquier cosa, sé que estoy un poco lejos, pero a fin de cuentas estoy a una llamada de teléfono de distancia. Si necesitas que un día te lleve o cualquier cosa, pues... Aquí estoy- me vuelve a sonreír y yo siento que necesito darle un abrazo, pero en su lugar me quedo parada y le sonrío de vuelta, bastante cortado se nota que está ya.
-Muchas gracias, Jeff. En serio. No tengo palabras.
-¿No te esperabas esto de mí, o qué?- sonríe de medio lado y arquea una ceja, mirándome con curiosidad.
-Oh, no, no es eso, es que...- empiezo a trastabillarme, nerviosa.
-Ya estás otra vez acelerándote. Solo bromeaba, Amber. Yo me voy ya. Buenas noches y espero verte mañana. Ya te he metido al grupo.
-Mil gracias, Jeff- me quedo quieta unos segundos y finalmente me lanzo y dejo un beso suave en su mejilla, aunque para eso debo ponerme de puntillas y él agacharse un poquito también.- Buenas noches.
Y se va con esa sonrisa tan especial y tan característica suya, dejándome dudas, sentimientos encontrados, comeduras de cabeza y un insomnio especial, de ese que te mantiene en vilo toda la noche pero no te desagrada, porque te permite revivir momentos bonitos incluso cuando estás a punto de caer dormida.

Safe Inside (Jeffrey Dean Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora