Capítulo 9 - Resiliencia

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Miércoles, 30 de noviembre de 2016. El frío ha llegado definitivamente para quedarse, y eso es un hecho. Va a ser un invierno más gélido de lo normal, todos los informativos hablan de ello. Tanto es así que, por veinticuatro horas, los aeropuertos cerraron por temporal. El jueves pasado fue Acción de Gracias y, por supuesto, tuvimos vacaciones, volví el lunes de estar con mi familia por unos días. A ellos les importan mucho estas fechas. Mi vuelo a Nueva York estaba programado para el martes 22 pero tuvo que ser pospuesto hasta el día siguiente por el mal tiempo. No me gusta volar, nunca me ha gustado y menos en esas condiciones, pero no había visto a mis padres desde el fin de semana que pasé con ellos y tenían mucha ilusión en que fuese. Tres semanas sin verles. Fueron unos días muy agradables, la verdad, aunque al principio me sentía muy sobreprotegida, y eso no me gustaba en absoluto. En cualquier caso fueron buenos días y en seguida captaron que no quería pensar en ello, que simplemente estaba sana y salva y eso era lo que importaba y que todo iba a estar bien al final. Mi madre me preguntó quién me había ayudado, a lo que yo le dije que ya sabía que un compañero, pero ella quería saber más. Me sacó que se llamaba Jeffrey, que interpretaba al malo de la serie y que teníamos buena relación, que era muy agradable. Sí, quizás adorné eso un poco, pero no era nada que no tuviese preparado ya. Quizás pienso de más en él. Volví mucho más relajada y en paz conmigo misma, y todos me esperaban con los brazos abiertos, cada uno en su estilo, claro.
Estoy mucho, mucho mejor. Podría decirse que ya lo he superado casi del todo. Sí, fue un golpe duro para acabar de llegar, pero ya me atrevo a salir sola si no es muy de noche y no me dan tanto miedo los hombres a los que no conozco mucho. Las pesadillas remitieron y comencé a dormir más, lo cual ha contribuido a mi salud en general. Volví a comer como de costumbre, la semana de justo después de lo ocurrido apenas comí, pero ahora incluso diría que he cogido unos kilos. Nunca he sido muy amiga de mi cuerpo y precisamente no por estar delgada de más, pero por algún motivo no me molesta mi nuevo aspecto, aunque es verdad que tampoco ha cambiado tanto. En general estoy feliz, estoy cómoda y no me preocupa nada en especial. Es como si el ave fénix de mi interior hubiese decidido salir una vez más y salvarme.
Eso sí, hay muchísimo más trabajo. En un mes empezamos el rodaje de la nueva temporada, y tanto Kirkman como Nicotero como Darabont están como locos. Quieren que todo sea perfecto, que no haya ningún fallo en la trama, y es en parte porque están algo desanimados por la acogida que está teniendo la temporada número siete. Nos la pasaron completa a todo el equipo de imagen y vídeo porque si no, de cara a las grabaciones, íbamos a trabajar prácticamente a ciegas y, a decir verdad, no es la mejor, ni mucho menos. Hay bastante relleno y los propios directores no están del todo contentos con el resultado. En cualquier caso la temporada ocho promete, promete mucho. Va a tratar en su totalidad de la guerra contra Negan y los Salvadores y, como fan, no puedo estar más emocionada. Estamos perfilando los últimos detalles, esclareciendo dudas, organizando cada minuto de los próximos meses, ya que cogemos vacaciones el día veinte y en enero hay que empezar con todas nuestras ganas. Por ello, apenas he pisado el plató en estas semanas, casi todo el trabajo que realizo es de oficina. En consecuencia y como era de esperar, veo bastante menos a mis compañeros del cast, lo cual ha provocado que perdamos algo de relación. Es decir, nos seguimos llevando bien, el trato con todos ellos es cordial y amable, pero entre que todos tenemos mucho trabajo y que no nos vemos tanto, no hemos salido todos juntos ni una sola vez. Salimos en grupos pequeños, y el mío es, sin duda, Andy, Lauren y Chris. Con ellos tres todo sigue igual, quedamos a menudo y hasta vamos de fiesta por cansados que estemos. Por más que no nos veamos a diario.
Con quien sí ha mejorado mucho la relación ha sido con mis compañeros de imagen y sonido. Diez o a veces incluso doce horas al día todos juntos dan para mucho, de eso no cabe ninguna duda y, aunque a veces se hace tedioso, nos lo pasamos muy bien. Tuvimos una cena todos juntos y fue genial, en un sitio bastante más barato que el que fui con los del cast, y no recuerdo haberme reído tanto en mi vida. Me siento mal al decir esto porque mis compañeros actores son lo más y hacen lo que pueden para que yo esté bien, pero casi me sentí más cómoda aquella noche que la que pasé con ellos. Y no solo por el chasco de los precios, es algo más. Digamos que me siento un poco violenta al estar con gente de tanto renombre, por más humildes que sean todos ellos. Con los de imagen y sonido siento que podría haber aparecido allí en pijama y no habría pasado nada, son todos geniales. Con quienes mejor me llevo son Ross y Amy. Ross tiene treinta y cuatro años y es un chico de Wisconsin, concretamente de Sherwood, un pueblo cuyo nombre jamás había oído pero suena terriblemente a serie para adolescentes acerca de vampiros y hombres lobo. Él, al igual que Amy, es cámara principal, pero por alguna razón en las pruebas de rodaje nunca habíamos hablado de tú a tú. Lo cierto es que impone bastante. Es alto, pálido, con el pelo negro como el carbón y muy desordenado y los ojos azules más profundos que he visto jamás. Parece muy serio, con esa altura, esa mandíbula tan marcada, esos labios tan definidos, pero es un verdadero trozo de pan, y más cuando se trata de estar con Amy. Amy es físicamente todo lo contrario a él: bajita, menuda pero con curvas, con el pelo larguísimo y liso y los ojos oscuros. Su carita redonda y amable ya indica lo buena persona que es, y da gusto verla cuando mira a Ross. Parece mentira que les separen diez años, se compenetran increíblemente bien, tanto dentro como fuera del trabajo. Por otra parte, con John todo va in crescendo. Es con quien más hablo de todos los de la oficina, me aporta mucha seguridad y me da confianza, además de que me muero de risa con él y con sus tonterías. A veces parece un niño pequeño. En alguna ocasión he llegado a plantearme si siente algo por mí, ya que cuando me mira siempre está sonriendo y alguna vez le he pillado observándome mientras yo hacía mis cosas. Sea así o no me cae muy bien, es una persona muy inteligente y, sobre todo, experimentada, estoy aprendiendo muchas cosas gracias a él. Respecto a mí, no creo sentir nada por él. Es decir, es guapísimo y eso es un hecho, más de una compañera suspira por él y lo entiendo, además de que tiene una personalidad impresionante, pero creo que no es mi tipo. "¿Y cuál es tu tipo, pedazo de rancia? A este paso te quedas para vestir santos". Este es el tipo de cosas que me digo a mí misma cada vez que rechazo mentalmente a un hombre. De todos modos, a él aún no lo he rechazado. Simplemente quiero dejar que las cosas sucedan por sí solas y no forzar nada.
Respecto al otro elemento importante en mi vida... No me gusta decir que es importante para mí, no me gusta de primeras porque siento que es injusto para alguien que me ignora, pero no puedo dejar de lado que me salvó de algo terrible. Ya sabéis de quién hablo, seguro. En su defensa diré que con él no va peor la relación que con el resto del cast, es solo que no pasamos mucho tiempo juntos y les conozco desde hace mes y medio, pero de él me duele más. No sé. Pensaba que era algo más especial. No era amistad, ni mucho menos amor, tengo muy claro que mi vida se aleja bastante de ser una novela para adolescentes, pero pensaba que algo importante nos unía. Supongo que espero demasiado de las personas en general. En cuanto volví de Nueva York me preguntó qué tal el viaje y poco más, y si digo que estuvimos dos semanas sin hablar prácticamente no estoy mintiendo. Simplemente no coincidíamos y, si lo hacíamos, simplemente nos saludábamos de forma cordial. En una ocasión hicimos unas fotografías de prueba con los actores principales, nada serio, y fue bastante incómodo, salvo Andy y Lauren nadie hablaba con los cámaras. De hecho Norman y Jeffrey parecían terriblemente distantes. Pero no era cosa de Norman, tuve que hablar un momento con él y fue muy agradable. Creo que simplemente no le gusta verme cerca de su amigo. Desde entonces me siento bastante incómoda cuando los tengo delante, era terrible mirar por el visor y sentir sus ojos clavados en el objetivo, mirándome pero no viendo nada en absoluto. ¿Dónde había ido la confianza? "Qué confianza, ilusa. Si os conocíais de hacía nada." Sí, este tiempo me ha dado para hablar mucho conmigo misma. El caso, que me desvío del tema. Para Acción de Gracias Jeffrey se quedó aquí, lo que me permitió descartar la posibilidad de que tuviese mujer e hijos pero, lo primero, ¿por qué me importa eso? Y, lo segundo, ¿y padres o hermanos? Me atreví a preguntarle el día antes de coger todos vacaciones, ya que todos hablaban de sus planes, y él me respondió bastante seco que se quedaría por aquí. Me preguntó con una curiosidad algo forzada qué iba a hacer yo, pero fue una conversación bastante tensa. A la vuelta todo ha seguido igual, lo máximo ha sido esta mañana, que me ha pedido ayuda con una tontería de que no sabía dónde colocarse en un plano para cumplir las expectativas de los directores. Lo que pasa es que, por alguna razón, me gusta hablar con él, aunque sea de trabajo. Y es que hasta Lauren ha notado que algo me pasa, aunque no pueda responderle porque ni yo misma sé de qué se trata. Lo único que tengo claro es que está relacionado con él, y eso me atormenta. Creo que en parte me he unido más con mis compañeros de oficina por esto mismo. A ratos no puedo quitarme de la cabeza lo rápido que cogimos esa extraña confianza y lo rápido que se desvaneció también. Y, por más que me reviente, no veo en nadie más todo lo interesante que veía en él, aún sin conocernos demasiado. No sé. Creo que necesito ya irme de fiesta, emborracharme y olvidarme de todo esto.
Y para eso precisamente me estoy arreglando. Esta noche salgo con Lauren y con Christian de bares, mañana solo vamos de tarde por algún motivo y eso me hace inmensamente feliz. Por fin puedo trasnochar con mis amigas. Exagero bastante mi maquillaje, la verdad es que me apetecería liarme con alguien aunque no pasase de unos cuantos besos, pero con pasármelo bien y desentenderme de todos los problemas me es más que suficiente. Ojos oscuros, labios oscuros, pelo salvaje y ondulado, shorts ajustados con medias de rejilla y crop top negro de encaje, además de unos buenos tacones de color negro. Si así no ligo es que ya no hay remedio.
Mis amigas me ovacionan al verme, aunque ellas van también muy guapas, y me preguntan si llevo intención de comerme a alguien. Yo simplemente me río y las sigo. Primero cenamos en la hamburguesería de siempre y como bastante, va a ser una noche larga. Después de veinte minutos ya estamos listas.
El primer sitio en el que entramos es una especie de discoteca con la música muy alta. Aquí me pido un par de cubatas de ginebra ya que, a pesar de llevarme una decepción tras probar el primero y comprobar que es más fanta de limón que alcohol, tengo mucha sed y entran fácil. Noto que se me sube un poco a la cabeza, pero no me importa, me lo estoy pasando muy bien bailando, aunque haya mucha gente y el ambiente sea un poco agobiante. Se nos acercan varios tíos, algunos más jóvenes y otros más mayores, y de hecho Chris se lía con uno de ellos en una esquina del local, pero lo rechaza finalmente. Yo siento que cada vez me río con más facilidad y soy un poco más patosa, pero lo ignoro, eso hace que me preocupe menos de todo lo que me rodea. En un momento determinado se acerca a mí un chico de unos treinta y pocos. Es alto, con el pelo castaño claro, pálido y la mandíbula muy marcada. Es guapo.
-Hola. Soy Amber- digo, muy suelta y sonriente.
-David- me devuelve la sonrisa y, sin mediar más palabra, empezamos a bailar.
No sé en qué momento empezamos a besarnos, el caso es que lo hacemos, y cada vez con más intensidad. Y estoy suficientemente lúcida para comprobar que besa muy pero que muy bien. Pasados un par de minutos en los que él me sujeta por la cintura y mis manos descansan detrás de su cuello él empieza a besarme con más fiereza y a ejercer presión en mi piel introduciendo sus dedos por mi ropa, y yo me tenso automáticamente. Pongo mis manos sobre las suyas y se las aparto, alejándome yo también.
-Lo siento. Hasta aquí- le miro a los ojos duramente y él deja sus manos detrás de su espalda, en señal de que no va a hacer nada. Por unos momentos me siento mal porque seguramente él esperase que acabásemos en el baño, y es que no lo haría en una situación normal, pero ahora mismo tampoco estoy abierta al contacto en general, mucho menos contra una pared de baldosas de una discoteca.
-Claro, perdona. Un placer, guapa. Buenas noches- deja un beso corto en mis labios y me sonríe.
-Buenas noches- devuelvo la sonrisa y me voy con mis amigas de vuelta, algo nerviosa todavía.
-¿Y ese pibón?- me pregunta Lauren.
-Se llama David.
-¿Y tienes su número, o algo?
-No, qué va, solo ha sido un lío corto. Ya está.
-¿Y no ha ido detrás de ti?- se interesa Chris.
-No, la verdad es que era sorprendentemente más majo que la media de babosos de una discoteca. Oye, ¿os importa si vamos a otro sitio? Me agobio un poco aquí.
Salimos a la calle y me enciendo un cigarro. Me ha venido bien liberar tensiones. Mis amigas hablan de sus respectivos líos, al parecer Lauren esta noche no quiere con nadie pero cuenta experiencias pasadas, aunque a mí no me apetece escuchar. Hace frío y mis piernas están completamente desnudas, por lo que empiezo a temblar, rezando porque lleguemos pronto dondequiera que vayamos.
Y aparecemos en la puerta del pub en el que me encontré a Jeffrey en una noche como podría ser esta. Resoplo y me digo a mí misma que no va a ser igual, que no va a estar, y llega un momento en el que no sé si me gusta más la idea de verle o no. Es como si tuviese una especie de mal presentimiento.
Entramos y pedimos, aunque esta vez nos quedamos en una mesa alta esperando a que nos traigan las bebidas. Además, queremos descansar un poco, solo son las dos de la mañana y ya estamos las tres un poco perjudicadas. Yo pienso en pedirme lo de siempre, ginebra con limón, pero me decanto por empezar con cerveza. Pedimos un par de ronda de botellines para las tres y hablamos durante media hora o así, entre risas y anécdotas tontas. Es increíble la buena amistad que hemos entablado en tan poco tiempo. Llegado un punto llegamos a la conclusión de que es mejor que nos quedemos sentadas tranquilamente. Ya hemos desfasado suficiente en la discoteca, a las tres nos duelen los pies ya que estamos muy cansadas de todo el día, además de que la música no es lo suficientemente fuerte para bailar como si no hubiese un mañana y se está mejor simplemente hablando. Lo malo es que al estar tan metidas en nuestra conversación no nos damos cuenta de que la cerveza va que vuela y, cuando me fijo, ya me he tomado cuatro botellines. Eso explica mi risa floja. En cualquier caso sigo enfrascada en la historia que está contando ahora mismo Chris por unos minutos, hasta que me interrumpe el sonido de la puerta.
Al yo estar de cara a la misma soy la única que puede ver quién entra, aunque casi preferiría no hacerlo. Es, cómo no, Jeffrey, debe de ser que es bastante asiduo a este sitio. Pero no va solo, qué va.  Detrás de él entra una mujer alta, con el pelo castaño y por los hombros, ondulado. Es más joven que Jeffrey pero no le faltará mucho para cumplir los cuarenta, aunque se conserva delgada y viste bastante bien. Es guapa. Y él está muy guapo también, con esa barba de unos días. Les observo ir hacia una mesa como la nuestra, pero bastante alejada, aunque no tengo problema en verles porque no hay demasiada gente esta noche. Al principio se ve que tienen una conversación cordial, parecen amigos, y de hecho la mujer le saca un par de sonrisas que yo nunca le había visto. Quizás son novios, o están empezando algo, serio o no serio. No hacen mala pareja y me alegro de que sea feliz con ella, aunque una punzadita en el estómago amenaza con atacar a todos mis pensamientos generosos. Parecen cómodos el uno con el otro, aunque a simple vista podrían pasar más por amigos que por cualquier otra cosa. Me repito a mí misma que, de no ser así, de ser pareja, me alegraría por mi compañero, es normal que a sus cuarenta largos tenga a una mujer en su vida.
Mis amigas no deben notar que me he puesto tensa, eso o me he vuelto una gran actriz, porque lo cierto es que se me han revuelto las tripas y la punzada en el estómago aumenta. Quizás es solo el alcohol. "Amber, deja de mirarles" me digo, pero simplemente no puedo. Es una mezcla de curiosidad y expectación, es como si necesitase saber qué hay entre ellos. "Amber, no te obsesiones". Tamborileo mis dedos encima de la mesa, como esperando a algo, una señal o cualquier cosa que me saque de mi estado de shock. Y, como si alguien ahí arriba escuchase mis pensamientos, esa señal llega en forma de un escalofrío que recorre todo mi cuerpo.
Los preciosos ojos verdes de mi compañero de trabajo se clavan en mí y me pillan completamente desprevenida. Los primeros segundos no puedo hacer nada, incluso dejo de tamborilear. Solo le miro con los labios entreabiertos y la guardia bajada. Él se pone visiblemente nervioso, ya que al principio no sabe cómo reaccionar pero se recompone tras unos instantes y aparta su mirada de mí. Ni siquiera un saludo cordial. Entonces yo reacciono y hago lo mismo, ofuscada. Miro hacia mis pies y luego hacia mis manos, y noto que están temblando. Parece mi primera noche aquí, otra vez pero, repitiéndome una y otra vez que lo que hagan no es mi problema, me armo de valor y vuelvo a mirar en su dirección. Cuál es mi sorpresa cuando veo las manos de él alrededor de su cintura. Ella se ha levantado en algún momento y está prácticamente entre las rodillas de Jeffrey, mirándole con una sonrisa, la misma que él parece dirigirle a ella. Parece que vayan a besarse en cualquier momento. "Descartado que sean amigos". Intento controlar mis emociones, autoconvenciéndome de que si mi compañero ha encontrado a alguien que le llena debo alegrarme. Pero todo se da la vuelta súbitamente cuando, tras volver a posar sus ojos fugazmente en mí, Jeffrey aprieta a su "amiga" contra su cuerpo. ¿Qué cojones está haciendo?
Y entonces lo entiendo. Está poniéndome celosa. Es decir, lo está intentando. Qué coño, lo estoy, aunque más que celosa estoy enfadada, sin ninguna duda. Enfadada porque el muy imbécil piense que siento algo por él, o que estoy interesada, y como me quiere lejos, porque se nota que me quiere lejos, cree que la única forma de mantener la distancia es dejándome claro que tiene a otra. Pues bien, perfecto, increíble. Lo va a conseguir. Me va a tener pero bien lejos.
Sé que es mi mente de borracha la que ha tomado el control, pero me da igual. Sobria voy a seguir pensando que es idiota. Me termino mi cerveza de un trago y la apoyo sonoramente en la mesa de cristal, lo que provoca que mis dos amigas me miren tras lo que me ha parecido una eternidad, aunque verdaderamente toda esta mierda solo ha durado unos pocos minutos.
-¿Amber?- pregunta Lauren, preocupada.
-Quiero irme a casa. No me encuentro bien. Creo que el alcohol me ha sentado mal- y no es del todo mentira, tengo la tripa completamente revuelta.- Tengo ganas de vomitar.
-Claro, ahora nos vamos, espera a que...
-No- fulmino a Chris con la mirada.- Quiero irme ya.
Chris me mira confundida y suspira, mirando hacia abajo. La he hecho sentir mal y me siento como una mierda. Suspiro yo después, muriéndome de agobio pero también de ganas de hacer las cosas bien, y eso se traduce en un enorme nudo en la garganta.
-Lo siento, chicas, hacía mucho que no bebía tanto. Llevadme a casa- suplico, con voz temblorosa.
En menos de quince minutos estoy sentada en mi sofá, completamente sola. Lauren acaba de irse. Me ha ofrecido quedarse a dormir pero le he dicho, obviamente, que no era necesario. Es cierto que se me ha subido un poco el alcohol pero ni de lejos es por eso por lo que he huido por patas de allí. Creo, vamos, tengo la certeza de que Jeffrey se ha dado cuenta de que he salido corriendo y ¿qué otro motivo aparte de él puede haber hecho que me vaya? Después de todo pensará que se ha salido con la suya, ni tan. siquiera me he molestado en hacerme la borracha. Soy patética. Lo va a conseguir, sin duda, va a conseguir alejarme. Pero no por celos, sino por imbécil. Yo era casi feliz pensando que simplemente había estado huidizo conmigo porque tenía a otra persona en su vida y no concebía las relaciones de simple amistad con otras mujeres. Pero esto ya es otro nivel. Me siento humillada y me siento estúpida. Parecía profundo, parecía distinto y simplemente difícil de conocer, y ha resultado ser un completo gilipollas. Me subo a mi habitación, me pongo una camiseta vieja a modo de pijama y simplemente me tiro sobre la cama, cayendo en un profundo sueño en menos de cinco minutos.

Jueves, siete y media de la tarde. Ya estoy ordenando mis cosas para irme cuanto antes de aquí, no he tenido un buen día. Hemos tenido mucho, muchísimo trabajo, todo el mundo está jodidamente estresado y eso da lugar a tensiones que han hecho que no hablemos nadie con nadie de temas personales. De hecho están todos bastante bordes conmigo, aunque entre ellos parece que también. Ni siquiera he cruzado palabra con Andy, Chris o Lauren, ni hablemos de Jeffrey. Tan apenas lo he mirado, aunque las pocas veces que lo he hecho él también estaba observándome, pero simplemente he pasado de él. Estoy cabreada y quiero que lo note. He venido en moto, ya me transporto por mí misma y es todo más cómodo, me siento más autónoma, pero me asusta un poco perder relación con Andrew a raíz de esto. En realidad es como si no tuviese nada asegurado. Y eso me da mucho miedo.
Justo cuando estoy acabando de recoger vienen mis tres amigos a decirme de tomar algo un poco más tarde. Accedo sin más, no tengo muchas ganas de volver a beber pero sé que debo estar con ellos si quiero que todo vaya bien. Es lógico y es natural, nadie quiere una amiga que no se apunta a ningún plan. Termino de coger todas mis cosas y estoy lista para salir.
-Amber, oye...
Me giro, reconociendo la voz perfectamente para mi desgracia, no es él con quien querría hablar justo antes de acabar una de las semanas más raras de mi vida. ¿O sí?
-Dime, John- digo, sonriente.
-A ver, creo que no es un buen día para proponerte esto, porque...- se pasa una mano por el cabello rubio y lacio, nervioso.- Porque no es el mejor día de nadie, la verdad, simplemente... Quería...
-Pero dímelo ya, no muerdo- sonrío. Me está dando mucha ternura.
-¿Quieres cenar conmigo mañana?
La pregunta me pilla completamente desprevenida, para qué mentir. ¿Cenar? ¿Como una cita? ¿Está interesado en mí de ese modo? "Qué tonta, Amber. Es una cena de amigos. Dile que sí y ya está."
-Mmm... Sí, claro, sería genial- sonrío otra vez, quizás un poco forzada.
-Si no te viene bien o directamente no quieres solo tienes que... decirlo- sonríe de medio lado, visiblemente inseguro, mientras yo me esfuerzo por ser lo más simpática posible.
-No, no es eso, es solo que... Ha sido un día muy largo y no me lo esperaba.
-¿Qué tiene de raro que invite a cenar a una compañera de trabajo?
"Ves, Amber. Compañera de trabajo. Nada más."
-Es decir, a una amiga- rectifica.- Compañera suena muy frío.
-Por supuesto que no tiene nada de raro, tranquilo. La que está un poco rara soy yo. Y estaría encantada de cenar contigo, de verdad- ahora sí, le devuelvo la sonrisa de forma sincera, lo cual parece tranquilizarle.
-Vaya, menos mal, pensaba que ibas a decir que no- ríe por lo bajo, mirando hacia sus pies.- ¿Te paso a buscar mañana sobre las... nueve?
-Claro, a las nueve es perfecto. ¿Dónde me llevarás?
-Ya lo verás. Es decir, espérate algo normalito, no como lo que estás acostumbrada con los del cast, pero ya pensaré algo guay- sonríe todo el tiempo, pero noto cierto recelo en sus palabras cuando habla de mis compañeros actores, y eso me duele un poco, por más que no esté tan bien con ellos como solía estar. Decido ignorarlo y mantener la expresión amable en mi rostro.
-Tú tranquilo que sea donde sea estará bien. Oye, tengo un poco de prisa, he quedado ahora para tomar algo y...
-Sí, claro, no te preocupes. Te veo mañana. A las nueve- deja un beso sobre mi mejilla derecha y siento algo parecido a mariposas en el estómago. ¿Qué?
-A las nueve. ¡Adiós!
Camino hacia Lauren, que parece haber observado toda la escena y sus ojos no dan crédito a lo que ha visto.
-¿Qué ha sido eso?- pregunta.
-La verdad es que no tengo ni la menor idea. Me ha invitado a cenar mañana.
-Tía, le gustas. Le gustas y es uno de los más guapos de por aquí. ¿Por qué no das saltos?
-Porque él no me gusta a mí.
-Vamos, no seas tonta, ¿a quién no le gusta John?
-A mí, la verdad, o eso creo. Ya te diré después de la cena.
-Va a besarte.
-Pues claro que no- río, aunque no las tengo todas conmigo.- Venga, vamos, que Andy y Chris estarán esperando en el coche.

Justo antes de salir decido mirar atrás, donde está el resto del cast y, ya que Lauren no sabe nada de lo que vi anoche, no sospecha. Veo a Jeffrey de lejos, precisamente a quien buscaba. Es como si necesitase despedirme mentalmente de él al final de cada semana. Suspiro mientras le observo riendo con Norman y Danai. Tiene gente que le hace feliz. Y, aunque sea un gilipollas por intentar darme celos, quizás son la manera que tiene de decirme que no pinto nada en su vida. Si no me duele es que jamás hubiese querido nada. Y si me duele, por orgullo me alejaré. Es un plan maestro, en realidad. "Quizás es eso, Amber. Quizás deberías quitarte de en medio y seguir con tu vida."

Safe Inside (Jeffrey Dean Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora