Me hallo en un sendero,
sin vestido de gala,
ni zapatos con gracia.
Me hallo derrumbada,
con la espada en el pecho,
con una soga en el cuello,
con pantalones de hierro.
Estoy ensimismada
en una tierra de náufragos
que buscan la calidez de las aguas,
de las satisfactorias anclas.
Anclas que te den un respiro,
anclas que no te presionen,
que no te destruyan el barco,
ni roben tus preciados tesoros.
Quiero hallarme en el más profundo de los sueños,
para poder fantasear con una tierra sin tiempo.
Quiero hallarme en el mejor de los mundos,
para no tener que preocuparme.
Quiero hallarme en algo que me guste hacer
para no obligarme.
Pero me hallo,
en una piscina de soldados,
de príncipes esclavizados.
Me hallo
en las penumbras de trabajo,
con las piedras cargadas en los hombros,
sin la mano de otros.