Me muevo, pero el reflejo no imita,
entre los aberrantes sonidos de tu boca
que no reconozco,
se acerca y me besa.
Pero qué raro,
que ahora del llanto, extraño,
que ahora no me apetezcas tanto.
Pero qué raro,
que de mi cabeza quiera arrancar tus líneas,
volver a antes de lo que has formulado.
Pero qué raro,
que con tan solo sílabas,
me hayas descolocado.
Me siento serpiente,
que muda de recipiente,
que lanza veneno a quien permanezca cerca.
Porque se ven los reflejos de corazones rotos en sus miradas,
se ven sus ojos entre medio de los dedos de sus manos que tapan sus caras,
de sus oídos que secretan mis palabras.
No escuchan porque sus ojos los traicionan,
el horizonte no es más que un simple paisaje,
no son más que admiradores.
O estaré quizás yo en el lado opuesto,
en el lado en el que me oigo,
pero solo a mi misma.
Que veo, pero solo mis letras.