Capítulo 4.

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Apenas hacía un par de minutos que el despertador le había sonado, cuando el alemán ya se estaba incorporando de la cama acariciándose los ojos, somnoliento.

Anoche al llegar, se encontró a su madre adormilada en el sofá del salón, por lo que tuvo que tomarla entre sus brazos y ayudarla a subir al cuarto; era una rutina desde que habían actualizado sus series favoritas. A veces su madre podía ser tan infantil.

Igualmente, una vez que se tumbó en la cama le costó demasiado dormirse. Traía la mente algo ocupada, pensando en la última pregunta que recibió de Noah, uno de los gemelos. Y es que tras oírla, Damian le alzó el dedo medio y salió de allí como si con él no fuera el asunto, error por su parte.

Y hoy quizá el día no mejoraba en exceso, puesto que se tendría que enfrentar a los continuos vacíos que le había estado dedicando a su mejor amigo y su pareja desde la tarde anterior.

Sin despertar a la mujer que aún dormía plácidamente en su habitación, bajó por las escaleras hasta alcanzar una manzana de la cocina y las llaves del coche en su diestra, mordisqueando la pieza de fruta.  El trayecto hacia el instituto fue tranquilo incluso silencioso, ya que se había reprimido las ganas de poner la radio.


Y efectivamente, nada más aparcar y cerrar la puerta del auto detrás de sí, Madison se le lanzó a los brazos, dejando numerosos besos en su mejilla y mandíbula, de lado a lado de su rostro.

—  ¿Estás bien? Me tenías preocupada.

— ¿No me ves?

La joven frunció los labios ante la respuesta cortante de su chico, agachando la mirada unos segundos, para después mostrar una suave sonrisa.

—  Te veo. ¿Vendrás hoy a las pruebas para las animadoras? 

  — Es... — Damian buscó el apoyo de su mejor amigo, que tras Madison, asentía.—  ... probable, sí. 

—  Os reservaré un sitio en primera fila. A las once y media en las pistas de atletismo. — murmuró la chica, besando en los labios al moreno para después separarse y alejarse despidiéndose con la mano.

La observó alejarse. ¿Por qué simplemente no podía seguir sintiendo por ella lo que sentía al principio? Madison no era la típica chica popular; ella era lista, amable y buena persona. No era una muchacha creída ni le gustaba meterse con los demás. Quizá por eso se había vuelto popular sin pisotear a nadie; no le hacía falta. Debía admitir que fue ella misma la que comenzó a interesarse en el alemán, intentando integrarlo nada más llegó. Damian no quiso nada serio con ella, no dominaba el idioma, no conocía el barrio y acababa de salir de una casa llena de abusos y malos hábitos... ¿era el mejor momento de establecer una relación? No, claramente.

Pero con el paso de los meses, aquella risueña y agradable chica se fue ganando el corazón de piedra del moreno, logrando lo que quizás muchas otras deseaban; salir con él. Y no por poco tiempo, sino, que llevaban cerca de dos años juntos. Dos años llenos de discusiones, peleas, idas y venidas, sexo, reconciliaciones y besos. No podía decir que se lo había pasado mal, por que mentiría, pero simplemente ahora, no era lo mismo.

¿A esto se referían cuando decían que el amor tan pronto como venía, se iba? Puede ser.

Fueron portada en numerosos tomos del periódico escolar; la pareja más vista, más envidiada, más conocida, más tóxica, más deseada. Rumores, rumores y más rumores. La vida estudiantil de Damian se basaba en creencias ajenas a la pura realidad.

  —  Tío, te estoy hablando.

—  ¿Qué? Perdona. Joder, estaba en mi cabeza.

—  Últimamente estás perdido del todo. — repuso Drake, que caminaba junto a su mejor amigo con la mirada fija en el moreno.—  ¿Algo que ver con la llamada de tu viejo?

—  No, que se pudra. Suficiente es que me sigue pasando dinero, no le quiero para nada más, como si no me llama en lo que me queda de vida.

Cada palabra que salió de sus labios, pareció escupida llena de veneno. Sus ojos reflejaban el odio que aquel hombre se había ganado a pulso, centelleantes bajo las diferentes luces del pasillo.

—  ¿Has pensado qué hacer con Madison? No te está haciendo bien seguir con ella y lo sabes. ¿O es que pretendes llegar al aniversario de los dos años y después dejarla?

—  No sé que hacer. Pensé que con los días se me pasaría, pero ya ha pasado más de mes y medio.

—  ¿Y a qué esperas para hablar con ella?

—  No lo sé.

Frunció el ceño, entrando en el aula de matemáticas como cada martes a primera hora. Pero para la sorpresa de ambos tatuados, los gemelos se encontraban allí junto al profesor, lo que causó la tensión en el cuerpo del alemán.

No dijeron nada, ni cruzaron palabras entre sí. Salvo Noah, que le dedicó una rápida mirada a Damian con una ceja alzada, al contrario de su hermano gemelo, con la vista al frente.

Tomaron asiento en penúltima fila, soltando la maleta encima del escritorio. 

—  Alumnos, se acercan los exámenes finales de semestre y por ende, el campeonato de matemáticas para nosotros. Este año será organizado por ellos, los hermanos Grey. Aún siendo un curso más pequeño que ustedes, están lo suficientemente avanzados como para saber llevarlo. Además, tendrán más tiempo libre.

—  Me llamo Noah. — dijo uno de ellos, tras la señal del profesor para que comenzara a hablar. Varias chicas de la clase sonrieron, totalmente perdidas en el encanto del gemelo.— Y hoy me encuentro aquí acompañado de Hunter para animaros y daros la iniciativa para que os apuntéis al campeonato de matemáticas. No os costará dinero, pero sí lo ganaréis.

Hizo una mueca divertida, lo que causó las diversas risas entre los de primera fila.

  —  Y os perderéis clases. —  añadió Hunter, cruzado de brazos.

—  Listo entonces, nos apuntamos, ¿verdad, Damian? —  Inquirió Drake, llamando la atención de los presentes. Se volteó hacia su mejor amigo, dándole un toque en el hombro derecho.

—  El señorito Müller debe ir, por algo es el mejor de la clase.

—  No me van esas tonterías. — finalizó, reclinándose en su asiento.

Y simplemente, desconectó. Dejó de prestar atención en lo que el profesor le reprochaba, o la mirada desconcertada del rubio. Incluso no atendió a los coqueteos de algunas chicas de clase.


Desconectó de todo, salvo de la curiosa e inclusive, mirada sorprendida de uno de los gemelos; Noah Grey. 

Seré lo que quieras. (gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora