— ¿A qué ha venido lo de antes?
Drake ladeó el rostro, clavando sus ojos color avellana en el chico que se encontraba sentado a su lado en el aula de biología.
— A qué te refieres. — contestó por lo bajo, tomando entre sus manos los guantes de látex que les tocaba usar en aquella práctica.
— Sabes que te he salvado el culo con Madison, iba a empezar otra discusión absurda en medio del parking. ¿Por qué no cortas con ella de una vez, tío?
— Por que es una dramática.
Por el rabillo del ojo apreció como el rubio iba a reprocharle, pero se vio obligado a cerrar la boca cuando el profesor de largas barbas grisáceas mandó tener silencio para explicar qué harían en la siguiente hora y media. Drake siempre había defendido a Madison, por mucho que comprendiera a Damian. En cierto modo lo entendía, ya que no quería que la pelirroja sufriera ante una ruptura.
Cuando el alemán llegó al instituto, llamó la atención de muchas chicas gracias a su físico y el acento marcado — que aún mantenía.— por lo que seguramente Drake no quería era ver como Mad vivía cómo el resto de adolescentes se abalanzaban encima de su ex novio. Pero la chispa se perdió hacía un par de meses.
Durante el resto de la mañana, apenas tuvieron tiempo de cruzar palabra. Al ser el último curso los profesores eran más exigentes con el rendimiento de sus alumnos, logrando que el tiempo libre de estos se redujera a únicamente dormir. Situación difícil para Drake y Damian, que debían sacar un par de horas al día para entrenar en el gimnasio de su barrio. ¿Era demasiada casualidad que la nacional de boxeo coincidiera justo en la semana de exámenes finales de semestre?
A la hora del almuerzo, el trío se reunió en la famosa mesa alejada de todas las demás, sitio que la mayoría de compañeros sabía que les pertenecía. Y es que ninguno de los alumnos de aquel centro deseaba enlazarse en una pelea con la doble d; Damian y Drake.
Madison se sentó en las piernas de su novio, ciertamente en su izquierda, pasando ambas por la libre del muchacho, quedando en su regazo cómodamente. Jugueteó con las patatas fritas, haciendo que "volaran" hacia la comisura de su chico, entre risas que el contrario seguía a duras penas.
Drake los observaba sentado al otro lado de la mesa, suspirando al ver cómo su mejor amigo escapaba de la mirada de la chica, fijando sus pupilas en un punto lejano al que se encontraban. Siguió la línea invisible de su amigo, hasta llegar al equipo de fútbol que entraba al comedor manteando a uno de los gemelos Müller por lo alto.
— Parece que han ganado un partido. — dijo el rubio, observando en la lejanía la celebración de los chicos que se sentaba en su respectiva mesa.
— Eso parece. — gruñó el otro muchacho, tomando su trozo de pizza, dándole un gran mordisco.
— Yo les he visto jugar, son muy buenos. — comenzó a susurrar Madison, sonriendo a la misma vez. — el equipo tiene muchas esperanzas puestas en los gemelos. Al parecer su complexión física es algo mejor que la de los anteriores delanteros.
— ¿Cómo sabes eso? — inquirió Damian, posando, ahora sí, sus azulados iris sobre los de su novia, frunciendo el ceño.
— Son tres hermanos, Noah y Hunter son los gemelos, pero el mayor va conmigo a algunas clases, Jackson.
— ¿Son tres?
Drake se inclinó sobre la mesa, algo curioso por la conversación entre la pareja, por lo que se vio casi obligado a entrometerse.
— Hasta donde él me ha contado sí. Jackson no destaca tanto como ellos, es del club de fotografía y por eso no suele estar muy presente públicamente. Pasa más tiempo en la sala de revelación de fotos que por los pasillos.
Tras un minuto en silencio, el alemán se pasó las manos por el pelo, desviando nuevamente la mirada hacia la mesa donde se encontraban los deportistas. No estaba celoso de que su novia hablara tanto con el tal Jackson, sino, le molestaba que aquellos gemelos le robaran el protagonismo que él y Drake habían ganado desde el principio.
— No sé que les ven los demás. Que son gemelos y eso es diferente, pero quitando eso, no son nada más allá.
A cada palabra que escupía, se notaba a leguas que no los soportaba. Nunca lo había hecho.
— Hay muchos chicos que se meten en el deporte para llamar la atención de las chicas o ser populares, pero ellos ya lo eran de antes. — la pelirroja se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.
— Damian no los puede ver desde el día que Hunter le intentó plantar cara a la salida del instituto.
Madison se volteó con rapidez, tras sentarse en el banquillo junto al moreno. Frunció el ceño, marcando aún más sus ojos verdes. Miró a ambos, descansando sus pupilas dilatadas en uno y otro, sin comprender nada.
— ¿Qué?
— Nada. — Damian tomó su bandeja de comida ya vacía, dejándola sobre el montón encima de una papelera.
Escuchó a su novia llamarlo repetidas veces, incluso oyó el amago que hizo de seguirlo por el pasillo, pero sabía que Drake le había retenido.
Damian era una verdadera bomba de relojería; podía estallar en cualquier momento y con cualquier persona, podía descargar toda su rabia incluso consigo mismo si era necesario. Y que alguien le recordara aquel día, no le agradaba.
Pocos metros faltaban para que saliera del comedor, tan sólo le faltaba pasar por la mesa de los deportistas y sería libre de respirar sin querer golpear lo primero que se cruzara por delante. Su mirada se posó en uno de los gemelos, el cual sonreía ampliamente, marcando sus hoyuelos y diminutas arrugas en el contorno de sus ojos color miel; Noah. Poco duró el contacto visual, hasta que Hunter le tomó de la barbilla y le forzó a mirar a otro lado, atravesando al alemán con la misma mirada amielada que la de su hermano.
No dejaría que su gemelo fuera una víctima más del matón Damian Müller.
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Seré lo que quieras. (gay)
Roman pour Adolescents¿Qué ocurriría si unes a un alemán y a un americano para ser los populares del instituto? ¿Qué pasaría si un hetero se enamora en silencio de un homosexual teniendo novia y viviendo con una familia homófoba? ¿Y si se enamora de un chico que tiene un...