Capítulo 2

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Salí corriendo de casa, con la chaqueta a medio poner y, cuando la puerta hizo "click", mi inexistente cerebro hizo lo mismo. Olvidé las llaves y el móvil dentro de casa. A las seis de la mañana. Creo que también olvidé el cerebro. Eso explicaría muchas cosas...

Con un gruñido propio de una morsa explotando comencé a caminar por las desiertas calles. Amelie me matará por llegar tarde al primer día de trabajo y después me resucitará y me volverá a matar con más ira.
Mi futuro apesta.

Después de dos horas caminando, no creo que fueran tantas pero tengo un pésimo sentido del tiempo, y tropezándome con mis pies y con el suelo, llegué a la endemoniada cafetería. Amelie me estaba mirando como si me fuese a saltar encima y arrancar la cabeza. Ignoré su mirada asesina y sonreí de la manera más falsa posible a mi, creo, nueva jefa.

- Hola, soy Kendall Bloom, siento llegar tarde- me miró un poco mal.

- Bueno, soy Lilith O'Brien, tu nueva jefa(y única, créeme), así que ponte a trabajar ahora mismo.

- A sus órdenes mi capitana- susurré pero por la mirada que me echó creo que me escuchó y sonreí a modo de disculpa.

Me pasé toda la bendita mañana tropezándome con mis pies, con el suelo, llevando comida y anotando pedidos hasta que la mañana terminó.

- Al fin- susurré cuando ya me reuní con Amelie.

- Ni tan mal lo hiciste- intentó darme ánimos.

- Ajá...sólo me caí como dos veces, tiré comida a la cara de la gente y anoté mal pedidos. Soy una inútil, ni siquiera se escuchar bien.

- Ya habrá otras cosas que puedas hacer- "intentó" darme ánimos.

- Gracias, amiga, veo que eres la única con fe en mi- le sonreí, irónica. Ella respondió con una mueca a lo que acabamos riendo.

Me llevó ella a mi casa porque no me apetecía andar otras mil horas y tenía hambre.

- Gracias por traerme, podrías hasta llevarme por la mañana y así no llegaría tarde ni me tendría que despertar de madrugada para llegar bien- le sonreí sarcástica, ella me sacó la lengua pero accedió a llevarme.

Tuve que llamar a la puerta porque a mi inexistente cerebro no le apeteció ser usado por la mañana.

Comimos juntas y por la tarde quedé con Amelie. Estuvimos en mi casa sin hacer nada hasta que ella emitió un sonido muy raro procedente de su garganta.

La miré raro con los ojos muy abiertos- ¿qué ha sido eso?- me reí.

- Vamos a hacer algo- lloriqueó.

- ¿Como qué?- me encogí de hombros.

- Vamos a salir- sonrió maliciosa. Me asusté.

- No me gusta esa cara- empecé a levantarme pero me agarró del brazo impidiéndome moverme- ¡suéltame, bestia!- le grité en la cara.

- ¡No!- me gritó de vuelta- ¡voy a maquillarte y a ponerte decente!

- ¡No, por favor! ¡Piedad!- lloriqueé.

Me soltó y suspiró- vamos a ponerte guapa- sonrió raro. Resoplé y me di por vencida.

Dos horas más tarde, o lo que me parecieron a mi, estábamos las dos listas. Me había maquillado y echado cosas raras por toda la cara y ahora estaba embadurnada en una salsa rara. Aún encima me había hecho poner un vestido negro más corto que una camiseta grande.

- Acuérdate que mañana tenemos que madrugar- la avisé.

- Sí, mamá- rió. Puse los ojos en blanco- vamos.

Salimos de mi casa y cogimos el coche de Amelie para después no tener que andar. Llegamos a una de las fiestas que le dijeron a Lie antes de salir. Se escuchaba la música a varias manzanas de la casa enorme y cuando entramos nos dieron un vaso rojo a cada una que miramos con asco y regalamos al primero que pasó.

- Busquemos a Ethan- asentí. Ethan es un amigo de Amelie que conoció en una de estas fiestas. Tiene un año más que nosotras y él es el que avisa a mi amiga de dónde hay una fiesta.

Miramos por la multitud hasta que vislumbré una cabeza con cabello marrón sentado en uno de los sofás que no parecían ni la mitad de cómodos que una silla sin cojín.

- Ahí está- lo señalé para indicarle a Lie. Ella no tuvo que levantar tanto la cabeza para verlo.

- Ya lo veo- nos acercamos a él.

- Hola, Ethan- saludamos las dos a la vez. Él sonrió y se levantó de su asiento. Tenía los ojos azules y me llevaba más de dos cabezas, como casi todo el mundo. Estaba musculado ya que peleaba y tenía los ojos azules grisáceos.

- Hola, señoritas- nos dio un beso en la mejilla a cada una.

Fuimos a la cocina y cogimos algo de beber y después nos la pasamos "bailando". Bueno, ellos parecía que bailaban. Yo era como una foca retrasada moviendo los brazos y las piernas sin ninguna sincronización. Amelie ya había bebido cuatro vasos, al igual que Ethan y yo no había ni terminado el primero.

- Creo que deberíamos irnos ya- le grité a Amelie que ya había bebido suficiente. Ella se quejó.

- Un poco más- me gritó de vuelta.

- Ya son las tres y mañana tenemos que ir a trabajar.

- Vaale- profundizó la "a"- pero me tengo que quedar en tu casa porque mis padres no me pueden ver así. Asentí.

- Llevo tu coche.

Nos despedimos de Ethan y conducí a mi casa. Al arrancar Amelie ya se había quedado dormida. Maldecí para mis adentros. Al llegar intentéd despertarla. Inútil. La sacudí. Nada. Le grité. Sin resultado. Resoplé. Me bajé del coche maldiciendo en voz alta hasta el otro lado y la cogí en brazos. Quién me mandaría dejar el gimnasio... Después de mil intentos fallidos de abrir la puerta de entrada conseguí abrirla. Aleluya. Andé despacio intentando no hacer ruido hasta mi habitación y la tiré a la cama.

- A dormir- susurré tirándome a su lado y cayendo en un sueño profundo.

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Nos leemos ;)

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