Como pasan los días, de nuevo han pasado días para volver a contarte como me va, en verdad mis ganas de escribirte se esfumaron. Ha pasado un mes, exactamente un mes, desde la última vez que te escribí, y creo que es hora de que me desahogue. En este mes mis pesadillas volvieron y mis visitas a la psicóloga de la escuela (en secreto) también, mis notas han bajado, mi respuesta ante todos se volvió más agresiva (lo que ha hecho que gane visitas al director), me estoy aislando más que antes y siento una terribles ganas de vomitar todos los días; cada noche tengo la misma rutina: acostarme, meditar, entrar al sueño profundo, reproducir las imágenes de mi pasado, despertarme sudosa, refrescarme en el baño y volver a dormir - siento que así será por el resto de mis días -.
El tema de mi padre, pues no lo he superado; he hablado con él en esta última semana, pero ha sido pocas veces. La relación con mi madre ha empeorado, lo único bueno es que le salió más trabajo y pasa menos tiempo en la casa. En el colegio piensan que sufro de bulimia - eso fue lo que me comentó la psicóloga -, que estoy en drogas o algo por el estilo; cada vez que paso por el lado de ella y sus seguidoras escucho el murmuro y siento las miraditas que lanzan hacia mí, pero aunque parezca raro por el momento es lo que menos me ha afectado, tan centrada puedo estar en mis problemas familiares qué me hace bloquear al resto.
Estoy alterada, siento que me volveré loca. ¿Puedo ya decir que estoy sola? Porque así lo siento; extraño la vida que tenía, extraño a mi padre, extraño los momentos con mis compañeros (que sin conocerme me trataban bien), extraño vivir, extraño mi felicidad... me extraño.