Izuku aún se encontraba tratando de digerir todo aquel revuelto de información relativa a los sucesos acontecidos en... ¿unas horas? En apenas un par de horas habían pasado tantas cosas que a cualquiera le daría dolor de cabeza sólo de pensarlo. ¡Era una maldita locura!
Lo único que había hecho esa mañana era salir de casa con la intención de entregar la solicitud, y marchar a trabajar como cada día. Por nada del mundo hubiera podido imaginar que los acontecimientos se torcerían de tal manera hasta el punto de terminar envuelto en una pelea de la que se había salvado el cuello de puro milagro.
Pero lo más increíble de todo aquello era haber sido salvado ni más ni menos que por el príncipe.
Lo mirase por donde lo mirase, parecía más la trama de alguna de las historias caballerescas que le encantaba leer que algo que pudiera sucederle a alguien como él. Es decir, qué posibilidades había de que entre todos los habitantes del lugar y la cantidad de cosas que podían estar sucediendo en la capital en esos momentos, el príncipe hubiera ido a parar justo donde él se encontraba. Pero ya no era sólo eso.
¿Cómo lo había sabido? Y... ¿qué estaba haciendo allí?
Se acumulaban las preguntas sin respuesta, había demasiadas dudas en el aire. Todo resultaba completamente inverosímil y seguramente si Izuku se lo contase a alguien nadie lo creería. Lo más probable sería que lo tomaran por un loco o un embustero. De hecho hasta a él mismo le costaba asimilarlo aún.
Pero por muy increíble que fuera, por muy irreal que pareciera, había sucedido, y sus músculos adoloridos y resentidos lo corroboraban. Por suerte, sólo tenía algunas magulladuras, por lo que sería fácil ocultarlo. Además, lo mejor sería que su madre no se enterase o sólo se preocuparía.
Se pasó la mano por el cuello recordando aún el firme agarre de aquel rufián que estuvo a punto de matarlo y la desagradable sensación que lo acompañaba, sintiendo cómo un escalofrío recorría su cuerpo. Unos minutos más y su corazón hubiera dejado de latir definitiva e irremediablemente. En la vida se había visto más cerca del frío abrazo de la muerte que en esos momentos, derivados del desafortunado incidente al que su sentido de la justicia le había llevado de cabeza.
Pero, poco después, de nuevo aquella imagen regresó a su mente.
Aquella mirada fría, cortante como el más afilado carámbano de hielo, enmarcada por un semblante atractivo pero inexpresivo, prácticamente imperturbable. El príncipe, el heredero de Arelis, hijo del rey Endeavor:
Shouto Todoroki.
Cada vez que el peliverde recordaba esos ojos tragaba saliva duramente mientras un escalofrío se propagaba por su cuerpo. Aquel chico rezumaba peligro por todas partes, infundiendo un tremendo respeto, similar al que cualquiera tendría en presencia de un depredador. El aura que transmitía era más gélida que el invierno, distante e inalcanzable.
Sin embargo no era lo único que Izuku había notado en él.
Conocía perfectamente la tristeza cuando la veía y aquel chico tenía la mirada más apagada que hubiera visto nunca antes, como si en algún momento se hubiera perdido en el abismo. Desconocía complemente los motivos subyacentes pero tampoco iba a adentrarse a averiguarlo. Después de todo, las cosas de palacio eran cosas de palacio, él no era quién para meterse en los asuntos privados de la familia real. Además de que hacerlo podría acarrearle un duro castigo por meter las narices donde no debía...
Se encontraba limpiando la cuadra tranquilamente mientras no dejaba de murmurar para sí, tan metido en sus pensamientos que los sonidos a su alrededor se tornaban en un suave murmullo, llegando incluso al punto de desaparecer por completo. Si bien era cierto que no podía meterse en las cosas de palacio, eso no cambiaba el hecho de que las preguntas acerca de lo ocurrido permanecieran en el aire.
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Más allá de la magia(PAUSADO)
ספרות חובביםEl talento mágico de Izuku era inexistente pero pese a ello siempre había deseado entrar en la academia de caballería. Sin embargo, no contaba con que un inesperado giro de los acontecimientos truncase todos sus planes. Y lo que menos esperaba era q...