Capítulo 7: Por el vestido de flores.

154 17 3
                                    

No he sabido más de la otra Alice, o Josie, o cual sea su verdadero nombre. Tampoco es que quiera saberlo.

Quedan dos semanas para regresar a clase y no sé bien qué haré cuando vuelva a verla. Supongo que ignorarla. Me da algo en el estómago —que, extrañamente, no es hambre— de sólo pensar en eso.

Con respecto a "la verdadera Alice", casi que la evito. No me he sentido bien desde lo de Josie, sé que ya tuve mi “señal divina” sobre con quién debía estar pero quizás aún esté acobardado de hablarle. Además ella aún está con Thornes, a pesar de que logramos que Janet Hills le dijera que él siempre la engaña.

Estoy esperando a Paul bajo la sombra de un árbol, escucho una risa que me resulta idéntica a la de Josie. Me paralizo y mi corazón se acelera. Cuando la chica pasa por delante, me doy cuenta de que no es ella. Vuelve a reír, y su risa no es para nada parecida a la de Josie. Supongo que el enfado me la está jugando.

Los días pasan y siento que he vuelto al inicio. Estoy tomando el té con mi padre pero hace diez minutos que dejé de prestar atención a sus palabras y me he centrado en esperar la llegada de Alice a su casa. Tengo la excusa perfecta, pero tengo que ser rápido.

La veo acercarse y estoy dispuesto a levantarme cuando puedo ver la figura de Fred a su lado. Mis esperanzas se derrumban.

—¿No te parece? —pregunta mi padre, creo que al ver mi rostro desilusionado.

—Oh, no, no... O sea, sí. Me parece bien —digo aunque no sé de qué habla pero que aparentemente mi desaprobación no le sentaba bien, así que opto po apoyarle.

Llego temprano el primer día de clases, me toca Historia con la señora Anderson. Los últimos días he pensado mucho en Alice, pero también en Josie. He pensado en si las cosas habrían sido distintas si hubiera besado a Josie, en si Alice no me hubiera dirigido la palabra y Josie me hubiera contado la verdad, ¿me habría molestado con ella?

—Harrison —llama mi atención la señora Anderson.

Levanto la vista.

—¿Estás solo?

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que todos han armado parejas para los trabajos que dará la maestra en adelante.

—Sí, señorita. Al parecer sí —murmuro lo último pensado en mi situación sentimental.

—La señorita Conan será tu pareja.

Asiento sin darle importancia.

—Pero, señorita Anderson, iba a hacer mis trabajos con... —dice esa voz que reconozco pero que es interrumpida por la profesora.

—Collins no está, hago los equipos con la gente presente. Collins tendrá que arreglárselas cuando se digne a presentarse.

Josie asiente resignada y se acerca, lentamente —a mi parecer— al asiento.  Toma asiento sin apenas mirarme y saca un cuaderno.

—Hola —digo torpemente.

Ella suspira y abre su cuaderno.

Quiero sentirme enfadado con ella, ella fue quien mintió, pero por alguna razón, tengo más ganas de decirle que lo siento.

Cuando termina la clase, guardo mis cosas lentamente esperando que me dirija la palabra, aunque sea para acordar sobre los trabajos.

Arranca un trozo de papel y escribe algo.

—Esa es la dirección de mi casa por si algún día tenemos que juntarnos a adelantar algo. Escribí mi número también.

—Tengo tu número —digo recibiendo el trozo de papel.

Ella levanta la vista.

—No sabía si... —dice y le doy una pequeña sonrisa. Vuelve a bajar la vista—. Adiós.

Toma sus cosas y sale a paso rápido.

—¡Josie! —grito mientras corro tras ella.

Consigo detenerla antes de llegar a la salida principal.

—Espera —digo.

Ella levanta la vista y posa sus ojos en mí. Son sólo unos segundos pero se hacen largos, y pareciera que en esa mirada nos estamos comunicando.

—Lo siento —decimos a la vez.

Rio levemente.

—Siento haberme molestado y no haberte llamado. Lo siento por las cosas que te dije.

—No debí mentirte, y lo siento... Pero... Me gustabas. Yo no soy de ir a bares, fui ese día por pura casualidad, cuando John apareció y dijo eso ni si quiera sabía que se trataría de ti. Cuando te vi se sintió como si fuera una oportunidad, como si fuera... —baja la mirada con una pizca de vergüenza, pero adivino sus palabras— Como sea. No debí mentirte y quise decirte la verdad pero creí que no me recordarías, que no llamarías y que olvidarías esa noche.

Me invade el recuerdo, ¿cómo podría olvidarla? Y por unos instantes quiero besarla, no sé porqué razón, sólo quiero besarla.

—Sé que te gusta Alice —dice trayéndome a tierra— y no quiero tener roces con los trabajos. Así que... Podemos dejar esto como algo meramente histórico.

Asiento.

Me dedica una sonrisa, se vuelve a despedir y se marcha.

Me quedo medio derrumbado sin entender bien. Se supone que me gusta Alice. Se supone que Alice fue mi señal.

Las semanas van pasando y todo parece mejorar. Empiezo a llevarme estupéndamente con Josie, he intercambiado unos cuántos saludos con Alice y me ha ido muy bien en los ensayos.

Es sábado y hemos estado ensayando casi todo el día. Asistiré a una pequeña fiesta con Paul así que tengo que darme prisa. Supe de buena fuente que Alice también asistiría.

La fiesta me resulta algo bulliciosa, busqué a Alice pero está con Fred. Fumo un cigarrillo sin poder apartar mi mirada de ellos.

Alice lleva un vestido de flores que le queda precioso. Fred la llena de besos, es insoportable. Alice lo ha apartado un par de veces, Fred está borracho.

—¡Basta! —levanta la voz pero pareciera que nadie más que yo la ha notado.

Presto atención y puedo ver la mano de Thornes tratando de pasar por debajo del vestido de Alice mientras ella trata de detenerlo.

Me levanto de golpe y me acerco a él a paso firme.

—Fred. No —dice ella con la voz temblorosa.

—Déjala en paz, Thornes —digo con una voz tan alta que me sorprendo a mí mismo.

De pronto parece que todo se queda en silencio y que todos nos observan. Fred se levanta dando un empujón a Alice. Me mantengo firme, con el ceño fruncido.

—No te metas, Harrison.

—No la toques.

Ríe secamente y se acerca de manera brusca. Me toma de la camiseta y me da un empujón que me deja en el suelo. Me levanto y sin pensarlo dos veces le doy un puñetazo en la cara. Él me lo devuelve.

—¡Fred!

Es casi el doble que yo, su puñetazo me deja en el suelo y el mío no le hizo ni un mísero rasguño. Trato de levantarme pero me da unas cuantas patadas. Escucho a Alice tratando de detenerlo y luego la voz de Paul. De pronto todo es caos y hay como cinco personas peleando a puños. Paul me levanta, logro divisar a Alice yéndose con su amiga. Salimos de ahí y ninguno dice nada camino a casa.

Something.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora