Agust D | Fanfic Documental

Tony Montana

Ahí estaba YoonGi, mirando la pantalla de la televisión. La película, una ficción sobre un hombre que luchaba por sobrevivir en un mundo despiadado, le hizo pensar en su propia vida. Aquella historia le resonaba profundamente. Sabía lo que era estar constantemente en la mira, esperando que alguien estuviera listo para señalar cualquier error y destrozarlo. La diferencia es que, para él, eso no iba a suceder.

Él no era tan fácil de alcanzar. YoonGi era demasiado astuto, demasiado consciente de lo que hacía. Sabía cómo jugar el juego, cómo no cometer los errores que lo hicieran caer. Sabía cómo ganar su dinero y qué hacer con él. No le debía nada a nadie, y mucho menos a los que solo esperaban verlo tropezar para burlarse. Su vida, sus reglas.

Se sintió como el protagonista de esa película: Tony Montana. La arrogancia, la lucha por el poder y el respeto, todo eso le parecía familiar, aunque sabía que no quería caer en esa trampa. Quizás, le cruzó por la mente, escribir una canción sobre él, sobre su historia, sobre lo que significaba para él ser ese hombre que lo tenía todo y, a la vez, nada. Pero antes de que pudiera pensarlo más, una letra comenzó a formarse en su mente, y sin perder tiempo, se levantó y corrió hacia su estudio.

Volvió a sentarse en el sofá, abriendo la libreta con rapidez, buscando un espacio en blanco. Su mano voló sobre las páginas, escribiendo sin detenerse. A veces se detenía un momento, golpeaba con los dedos la libreta, buscando la palabra correcta o recordando alguna estrofa que había olvidado en el fragor de la inspiración.

Escribía con pasión, como si cada palabra fuera una declaración de guerra contra todo lo que lo había hecho sufrir. Y entre esas palabras, algo resonaba profundo en su pecho: el recordatorio de lo que más importaba.

"No voy a convertirme en lo que los demás esperan," pensó mientras continuaba. "Mis amigos, mi familia, mis fans y mi equipo, son mis mayores prioridades." Lo escribió y subrayó, con la certeza de que esa era la verdad absoluta. No había nada más importante que ellos. Nadie, ni nada, podría ocupar su lugar.

El dinero, el éxito, las luces y los aplausos... todo eso podía irse tan rápido como llegó. Pero su gente, su gente siempre estaría ahí. Y en ese pensamiento, YoonGi sonrió con una pequeña satisfacción. No necesitaba más. Sabía perfectamente lo que valía, y lo que no, y no se dejaría deslumbrar por las sombras de la fama.