25 - La guerra empieza: Quiero la mano de la princesa

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Pensé que sería más difícil adentrarme en la aldea una vez que se dieran cuenta de mi ausencia, pero la verdad es que fue fácil entremeterme por los árboles pues aunque el sol ya se estaba asomando, ese efecto sepia del amanecer colaboraba con mi intromisión. Cuando me meto por la ventana de mi cabaña, me sorprende no ver a nadie en la habitación. Vaya, ¿estarán buscándome?

Salgo apresurada de ahí para hacer acto de presencia, todavía sintiendo un palpitar ligero en mi tobillo izquierdo como consecuencia del impacto que tuve al bajar por la ventana, caí mal y éste se dobló de forma antinatural. Pero estoy segura de que no es nada grave.

Cuando salgo, veo que las cazadoras no están haciendo guardia fuera de mi cabaña, cosa que me parece inusual y un tanto extraña. Pero cuando acelero el paso y camino hacia el primer lugar que se me ocurre: el comedor, me choco con Delu saliendo por la entrada.

— ¡Kiara! —Reconoce con los ojos desorbitados—, pensé que seguías dormida.

Frunzo el ceño confundida, ¿acaso no repararon en mi escape?

—Desperté... ¿Papá está en el comedor?

—No, aquí sólo están las cazadoras —niega con la cabeza.

— ¿Sabes dónde lo puedo encontrar?

Ella asiente, moviendo las manos con nerviosismo.

—Están en la cabaña de Sarabi —musita mordiéndose el labio inferior, su actitud me está poniendo de los nervios.

Pero ella parece estar intentando controlar un posible colapso nervioso, y aunque me parece extraño, mi curiosidad puede esperar. Lo que realmente me preocupa es saber qué diablos están haciendo mis padres en la cabaña de la abuela; pensé que papá ya estaba curado. ¿Y si algo le volvió a doler y es grave? Sacudiendo esas ideas fuera de mi cabeza, o más bien intentando callarlas, corro hasta el lugar.

Al llegar, abro la puerta sin detenerme a tocarla, pero en mi arrebato de pánico porque algo le hubiese sucedido a papá, no es lo que más me interesa. Cuando entro, mis ojos se posan en una Zoya jadeante y cubierta en sudor.

—¡Zoya! ¿Qué ha sucedido? —pregunto corriendo hacia ella, pero antes de llegar mamá me intercepta en el camino.

—¡Kiara! —Susurra alejándome de la cama en donde la leona está recostada—, ¿dónde diablos estuviste?

—Yo... Ehm... —balbuceo.

—No importa, me alegro que estés bien —añade en voz baja besándome en la frente—, y agradece que fui yo quien se dio cuenta que escapaste y no... Tu padre.

Asiento restándole importancia, ella tampoco insiste. Ahora tenemos una preocupación mayor.

— ¿Qué ocurre con Zoya? —repito ansiosa, echándole una ojeada a la leona: tiene el rostro comprimido en una mueca mientras toma bocanadas fuertes de aire, con una mano se acaricia el estómago y la otra la tiene agarrada del brazo de Jelani. Mi padre se encuentra a su otro costado, la observa con preocupación mientras le limpia el sudor de la frente con una tela.

—No sabemos por qué, pero ha tenido contracciones antes de tiempo.

Ay no, se supone que le faltan dos semanas de embarazo antes de dar a luz. Mamá me toma de la mano y me lleva hasta la cama, donde Zoya repara en mi presencia. Intenta dibujar una sonrisa tranquilizadora, pero falla en el intento. Papá me da espacio para acercarme a ella.

—Zoya... —murmuro acariciando su cabello, el cual está húmedo y pegajoso por el sudor—, ¿te duele mucho?

Ella suelta un gemido.

Cazando Entre Estrellas (Upendi - KOVUxKIARA humanos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora