≈Simple y arrugada hoja de papel≈

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Las risas iban y venían en la casa de las afuera de la ciudad, hablado de las anécdotas del pasado, las tías adulando a los dos actores de la familia, nada fuera lo común en la casa de los abuelos de Izuku y Tsuyu. El almuerzo familiar había terminado, y para desgracia de el pecoso, la tarde acababa de comenzar, no era como si odiara a su familia, solo que no se sentía cómodo compartiendo con ellos mucho tiempo, y el almuerzo ya había excedido su tiempo límite.

Quizás si solo hubieran sido sus abuelos no habría tenido ese problema, su dilema estaba en sus tías y tíos, quienes siempre habían tachado a Izuku de inútil y a Tsuyu de talentosa, ahora que él era el protagonista, habían cambiado misteriosamente de opinión, con el típico argumento de que nunca habían dejado de confiar en él. Mentiras, e Izuku no soportaba las mentiras.

Se escabulló como pudo al ático, solo quería alejarse de las personas tóxicas, el lugar lleno de polvo y olor a humedad le dio la bienvenida. Izuku no dudo en revisar las diferentes cosas que habían ahí, hasta que se topó con una caja que tenía escrito con un marcador en letras grandes a un costado: 'Izuku' se acercó rápidamente.

Se avergonzó al notar la cantidad de fotos suyas de bebé, algunas con Tsuyu de niña, otras jugando con Bakugo, le sorprendió la cantidad de fotos de su primer día de clases, recordó ese día con un sabor agridulce, el bullying era constante, esa era la razón de empatía con su personaje. ¿Cuántos días había llegado llorando a los brazos de su hermana? Solo la tenía a ella, sus padres nunca estaban, su mejor amigo se había ido a la ciudad a los once, luego hasta que la misma Tsuyu le abandonó por su trabajo como actriz, en ese momento no tenía nadie, tenía solo doce años cuando el mundo entero le dio la espalda.

Recordó que sus años en soledad se extendieron hasta sus dieciséis años, donde cada día una carta llegaba a su casillero, nunca supo el nombre del autor, ni cómo logró poner cada carta sin que él lo notara. Esperanzado busco en la caja, varios papeles cayeron, no podía creer que esas cartas estuvieran ahí después de tanto tiempo. Comenzó a leer varias, pero no encontraba el orden correcto, las cartas no eran más que pequeñas frases escritas con una hermosa y perfecta caligrafía.

"Lo que hago es estúpido, no lo niego, no sabes cuanto arriesgo al escribirte, pero aquí voy otra vez. Quizás sean tus pecas, las ganas de contar cada una de ellas estrangula lentamente a mi cerebro. "

" No sabes cuanto quiero hablarte, cuanto ansio verte, cuanto deseo abrazarte, por no mencionar las ganas que tengo de besarte. Izuku ¿Que clase de maldición me has lanzado para que hasta mi nombre olvide cuando te veo?"

"La timidez me gana cuando de expresarse se trata, no sabes que tan lejos de ti me siento, mis cartas son lo único que me acerca a ti, como si fuera el delgado hilo que une cada sueño, donde puedo hablarte con naturalidad, con la realidad, donde a tu lado ya no puedo estar."

"Soy estúpido, soy un tonto, un inútil, y si aun no lo notas un chico también. Verte sonreir me cegó, siento haberme confundido, siento haberte dicho mis sentimientos, pero llevaban tanto tiempo encerrados en mi interior que ya ansiaban salir. Siento ser un cobarde, pero algo te prometeré, cuando te vea, lo primero que hare sera hablarte como siempre soñe."

Izuku recordaba esta última carta, a diferencia de todas esa no apareció en su casillero, si no la recogió como una simple hoja arrugada, pero reconoció inmediatamente la letra del autor., no estaba entera, faltaba buena parte de la hoja, y lo que suponía buena parte de texto también. Suspiro algo triste, después de todo nunca le pudo conocer.

O eso él creía.


En el último piso de un lujoso edificio el chico rubio despertó, a su lado el joven dormía bajo las mantas, Katsuki no le extraño encontrarse a sí mismo desnudo, abrió el cajón de su mesita de noche intentando hacer el menor ruido posible. Entre varios papeles sueltos, varios cigarrillos, hasta paquetes de preservativos encontró primero que lo que buscaba, hasta que lo encontró.

Una simple y arrugada hoja de papel mal cuidada, la parte de arriba de la hoja se la había llevado el tiempo. Sus sentimientos expresados en una maldita hoja de papel, sentimientos que el cruel tiempo no había querido borrar.

"Podré besarte como siempre soñé, pero lo sé, ninguna de esas cosa podre hacer. ¿Sabes por qué, Izuku? Por qué soy un cobarde que ni siquiera una buena despedida pude darte, te abandone cuando tu me necesitabas, eso es algo que nunca podré perdonarme, pero espero que tu puedas perdonar a este idiota que se enamoró de ti. "

Atentamente. Bakugo Katsuki.



Suspiró para echarse sobre su almohada, despertado al joven a su lado en el progreso. Yamikumo le sonrió cuando estuvo medianamente despierto.

-Buenos días. - Le saludó, el rubio se acomodó a su lado, intentando inútilmente borrar la sonrisa de Izuku de su cabeza.

- ¿Quieres continuar lo de anoche o...?- Su pregunta quedó en aire, porque sus labios fueron atacados por los del menor.

Bakugo intentaba borrar el sentimiento que estaba en lo profundo de su pecho, sin saber que un amor de años no se borraría con un encuentro de una noche.




Cámaras Apagadas   [Katsudeku/Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora