Sombra

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Los rayos del sol se filtraban a través de su ventana impactando en su cara, calentando su rostro y perturbando su sueño. Su primer pensamiento estuvo dedicado al gran peso que sentía en sus extremidades, estaban pesadas, sin embargo, nada visible las aprisionaba. Hizo un esfuerzo titánico para levantarse y llegar hasta el baño para empezar el nuevo día.

Mismo ritual de cada mañana, una visita al baño para aliviar la vejiga, cepillar los dientes para disipar el aliento de la noche y lavarse la cara. Miró al espejo para mirarse y la vio, aquella sombra pútrida, una versión de sí mismo si fuese un demonio. Aquella sombra que lo había rodeado durante años ahora había tomado forma. Se encontraba sobre sus hombros, como si él la cargara igual que a un niño pequeño, pesaba, sonreía. Ni el mismo se había atrevido a sonreír últimamente, y sin embargo su copia sombría sonreía con una macabra mueca.

La sombra miró al espejo y cambió su sonrisa por una sonora carcajada. Sonaba exactamente igual que la suya, pero con un tono mucho más oscuro. Observó cuidadosamente el reflejo del muchacho y le susurró al oído.

· Eres feo.

La sombra seguía riendo a carcajadas mientras el muchacho se sentía cada vez más pesado. Encendió todas las luces de la casa y corrió todas las cortinas de la casa con la esperanza de que la conjunción de la luz del día y la luz artificial extinguieran todo rastro de aquella sombra. Pero era resistente y seguía mofándose de todo esfuerzo suyo.

· Eres un inútil, no puedes librarte de mí. No con estos patéticos esfuerzos.

Los continuos insultos y ataques contra su persona iban mellando en el chaval. Siempre había soportado ese tipo de comentarios desde su niñez, por no ser capaz de realizar el mismo esfuerzo que sus compañeros en los deportes, por sacar malas notas, simplemente por ser distinto. Esos comentarios que comenzaron a hacer crecer la sombra de la depresión sobre él y alimentándola.

Depresión que había acabado por materializarse en aquella copia sombría de él. Todo el día sobre su espalda, todo el día cargando con el peso de la humillación, con la baja autoestima. Sus movimientos eran más y más torpes, su mente se espesaba volviéndolo incapaz de pensar y actuar con claridad. Aquella sombra se había hecho dueña de toda su vida.

Por fin el día acababa, estaba jugando a un juego con un mundo de fantasía, dónde todo era posible. No sabía muy bien qué era lo que alejaba a aquel ser en aquellos momentos, si el brillo del monitor, o aquel mundo en el que nada debía temer. Llegó la hora de irse a la cama, realmente la hora había pasado, era ya de madrugada; sin embargo, el miedo a que aquel ser volviera le impedía dormir y le imperaba a seguir jugando a pesar de su cansancio, finalmente tuvo que darse por vencido. Apagó el ordenador, inmediatamente después la sombra volvió a aparecer sobre su espalda.

· No vales ni para jugar. No has sido capaz de realizar ninguna misión sin consultar la guía.

Aquellos comentarios habían acabado su paciencia, se giró hacia la sombra.

· ¡Cállate! No tienes ni idea, desaparece de mi vida.

· Por favor, soy tu única compañía. Estás solo, nadie te quiere, no vales nada.

Se levantó como un resorte de la silla y lanzó su puño cerrado hacia donde se encontraba la sombra, haciendo que desapareciera al instante. Se sintió aliviado, después de años por fin se sentía aliviado. Se iría a la cama a descansar como no lo había hecho desde hacía años.

Estaba conciliando el sueño cuando volvió a sentir un enorme peso encima de su pecho, era la sombra de nuevo. Estaba sentada sobre su pecho, mientras lo miraba con rabia y estrangulaba al original de carne y hueso. Comenzó a luchar contra aquel demonio, su pecho se sentía en llamas y le costaba coger aire, sólo podía pensar en su inminente muerte. Su sombrío doble seguía intentando destruirlo.

· ¿Te crees que te puedes librar de mí? Imbécil, soy tú, soy parte de ti. Mientras vivas viviré a tu lado, pesando, amargando, haciendo de tu maldita vida un infierno. ¡¿Lo has entendido?!

· Si...

Se echó a llorar mientras asimilaba su derrota por aquella sombra, la sombra desapareció al instante, sin embargo su pecho no dejaba de sentirse como el corazón de un volcán. Extrañamente se sentía calmado, la sombra le había revelado una forma de derrotarla y tenía razón, era parte de él e iba a seguir a su lado mientras viviera. Mientras viviera...


Gaius Echo

InsomneWhere stories live. Discover now