final: parte dos.

3.5K 601 268
                                        

Capítulo añadido posteriormente a petición de ustedes.

Inhalé.

Carolina. Mi Carolina no existe.

Exhalé.

Alcé la mirada. Carolina, la verdadera, aún mantenía su mirada confundida fija en mí. Como preguntándose quién rayos era la persona que tenía en frente. Como si no se hubiese quedado nunca hasta tarde haciendo tarea de geografía conmigo. Como si nunca hubiésemos intercambiado sueños ni te quieros. Como si fuese la primera vez que me viera en su vida. Porque en realidad, era la primera vez que lo hacía.

Intenté inhalar de nuevo. No pude. Necesitaba aire. Aire. ¿Dónde estaba el maldito aire?

Con vergüenza, aparté la mirada de la joven protagonista y recorrí el lugar entero con mis ojos buscando una salida. Me sentí perdido. Patético. Tonto. ¿Qué se suponía que hacía en ese lugar?

Mis ojos se detuvieron.

Muy a lo lejos, una mujer de aproximadamente unos 40 años de edad me miraba y sostenía un teléfono celular entre sus manos. Su cabello era rubio, como el de Carolina. Y sus ojos me parecieron por un instante los ojos más tristes del mundo. Me mantuvo la mirada por los siguientes cinco segundos y acto seguido clavó la vista en su teléfono mientras tecleaba torpemente.

Mi celular vibró y después de introducir erróneamente mi contraseña en dos ocasiones finalmente logré desbloquearlo.

Caro:
Perdóname Jorge.
Nunca fue mi intención ilusionarte.

Alcé la vista de nuevo. La mujer aún mantenía sus ojos en la pantalla, estaba llorando.

JorgeP:
¿Por qué lo hizo?

Caro:
Me sentía demasiado sola.

Visto a las 19:23

Caro:
Mi marido está siempre trabajando. ¡Viene tarde a la obra de su propia hija, por Dios! Mi familia ni siquiera vice en el mismo país que yo, maldita sea y los extraño. Carolina pasa el día entero con sus amigos, en teatro, la escuela, el centro comercial o lo que sea y yo me quedo en casa, sola.
Simplemente quise tratar de conocer a otras personas y supuse que nadie en su sano juicio entablaría una conversación con una solitaria ama de casa de cuarenta y cinco años. Así que decidí usar la imagen de mi hija.
Te juro que me arrepentí en cuanto lo hice. Estaba a punto de borrar mi perfil cuando me llegó tu primer mensaje Jorge.
Me hacías sentir bien, acompañada, feliz. Mientras hablaba contigo me olvidaba del mundo a mi alrededor, comencé a hablarte de mí, de mis sueños cuando era joven, de mis anhelos y me escuchaste. Cuando menos lo pensé, el asunto se me fue de las manos y hablarte se convirtió en algo habitual. Por momentos olvidaba que eras casi 30 años menor que yo y que vivíamos en dos mundos completamente diferentes. Comencé a preocuparme por ti, a extrañarte, a quererte. Y sabía que estaba mal.
Quise ponerle fin a esto tantas veces pero simplemente no encontraba la manera ni el coraje necesario para hacerlo.
Cuando un día, en un ataque de valentía o estupidez te hablé sobre la obra de mi hija y planeé encontrarme contigo hoy.
Supuse que era el tiempo y que antes de la obra podría explicártelo todo y que quizás y solo quizás no me odiarías después de hacerlo. Tenía tantas ganas de conocerte que actúe infantilmente y no consideré la situación como debí haberlo hecho en un principio. Entonces la realidad cayó sobre mí como un balde de agua fría, me acobardé y me fui sin más. Porque tú no merecías ni mereces llevarte una decepción así.
Lo lamento Jorge. En verdad lo lamento. Nunca fue mi intención lastimarte, tú todo lo que hiciste fue ayudarme.

Lloraba. Yo lloraba. Sentía enojo. Estaba muy enojado, deseaba sentir lástima por la mujer que tenía frente a mí pero la furia que crecía en mi interior superaba la compasión y empatía que podría llegar sentir por ella.

Necesitaba salir de aquí ahora mismo. Lo que más deseaba en ese momento era encerrarme en mi cuarto y llorar hasta que mis ojos se cansaran de hacerlo. Todo fue mentira, mi primera ilusión, mi primer amor, mi primera novia. Todo.

Teclee con todas mis fuerzas:
Usted está completamente loca.

Y le dirigí una última mirada a Celina. La que fue desgraciadamente mi primer y falso amor. Sentí lastima por la verdadera Carolina y salí corriendo del lugar.

Caro & JorgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora